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Alberto Moyano

El jukebox

Gipuzkoa Hiria (y no volvería)

Alberto Moyano

Feliz por la fundación de Gipuzkoa Hiria, anunciada a bombo y platillo
y de forma obsesiva por el diputado general de Gipuzkoa, decidí
acercarme un domingo cualquiera de finales de julio hasta la cercana
localidad de Azpeitia, en plenas fiestas locales. Y como todo es una
gran ciudad, opté por el transporte público colectivo. Aún lo estoy
lamentando. Tras una rápida aunque confusa llamada a las oficinas de la
compañía de autobuses La Guipuzcoana, desde donde se informa que los
domingos el primer autobús es a la seis de la tarde, la opción es
EuskoTren. Gipuzkoa Hiria, Gipuzkoa Hiria, Gipuzkoa Hiria…
14.00: Salgo de casa y tras diez minutos de espera, viajo a bordo de un autobús urbano donostiarra rumbo al Boulevard.
14.30: Transbordo a un 28-Ciudad Sanitaria, que me dejará cerca de la Estación de EuskoTren en la plaza Easo.
14.40: Estación de EuskoTren en la plaza Easo. «Dos billetes para
Azpeitia, por favor». «No, no hay directo a Azpeitia. Tendréis que ir a
Zumaia en el tren que sale dentro de cinco minutos y allí os estará
esperando un autobús que os llevará a Azpeitia». «Vale. Dos billetes
para Zumaia».
14.45: Salimos en el tren, rumbo a Zumaia.
15.30: Llegamos a la estación de Zumaia. Un páramo. La ventanilla de
las oficinas permanece cerrada, aunque dentro se oyen voces. Del
autobús que, según  nos habían dicho, debería estar esperando, no
hay noticias.
15.35: Sale de las oficinas un empleado de EuskoTren que, tras ser
interrogado, asegura que el autobús a Azpeitia partirá dentro de una
hora.
16.30: Con puntualidad británica sobre el horario anunciado, parte el autobús en dirección a Azpeitia.
17.05: Llegamos a Azpeitia.
17.06-20.15: Fiestas de Azpeitia.
20.17: En la marquesina del autobús Zumarraga-Azpeitia-Zumaia se informa de que el siguiente pasará a las 20.25. Bien.
20.30: Ni rastro del autobús.
20.40: Ni rastro del autobús. La poblada marquesina comienza a impacientarse.
20.50: Ni rastro del autobús.
20.57: Aparece el autobús.
21.20: Llegamos a Zumaia. El conductor avisa que quienes han perdido el
tren de las 21.00 horas con dirección a Donostia pueden coger el
autobús que a las 21.30 pasará por esta misma parada. Bajo y espero.
21.30: Llega el autobús prometido y tras un breve intercambio de
preguntas/respuestas con el conductor, me informo de que el autobús
tardará hora y diez minutos en cubrir la distancia hasta San Sebastián.
Pese al intenso sabor a país del Este que desprende todo esto, subo y
me siento.
21.32-22.40: Visita a Zumaia; visita a Zarautz; visita a Orio; visita a
Usurbil; visita a Urbil (tan iluminado como vacío); y tras alguna
parada más que ya no recuerdo, llegada a Donostia.
23.15: Llegada a casa a bordo de un taxi, mientras reflexiono sobre las
conquistas sociales de los países satélite de la antigua Unión
Soviética en materia de transporte público. Gipuzkoa Hiria, Gipuzkoa
Hiria, Gipuzkoa Hiria…


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