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Alberto Moyano

El jukebox

Cómo vivir los sanfermines peligrosamente

1) El tradicional salto desde la fuente de la Navarrería. Cualificados dirigentes del PSN aseguran que eso no es nada, que los australianos son unos lilas y que lo realmente meritorio es lanzarse al vacío de cabeza y con las manos atadas a la espalda, en la confianza de que la Yolanda Barcina de turno frene la caída, una suerte creada a imagen y semejanza de la ejecutada por los socialistas navarros en su pacto de gobierno con UPN.

2) Entrar en los bares más abarrotados de Pamplona y tras abrirse paso a codazos hasta la barra, preguntar al camarero -natural del altiplano- si conoce la obra de Hemingway y si sabe si el viejo Ernest poteó en este establecimiento. Si se desea  disparar aún más el nivel de adrenalina, añadir: “Es que me encantó ‘Siesta’, su famosa novela”.

3) Parar por la calle al azar al primer grupo de simpáticos mozos embriagados para preguntarles por dónde se va a la zona vascófona. Dado el alto riesgo que entraña la maniobra, a los menores de dieciocho años sólo les está permitido preguntar si saben dónde se capta la señal de ETB1.

4) Correr el encierro junto a cualquier gringo ataviado con el tradicional uniforme sanferminero en su variante Buffalo Bill. Los astados sienten predilección por sus carnes. Si se desea  un plus de riesgo se puede entrar en la plaza de toros, a la carrera y preguntando al público si han visto pasar al insigne tertuliano calvo y de perilla que siemrpe sale en la tele.

5) Un clásico: acercarse a un/una gipuztxi y con gesto decidido, preguntarle si, por un casual, baila. Al riesgo habitual de que responda desdeñosamente de forma negativa, se suma el de que conteste que “sí”, dándote una noche inolvidable que perfectamente puede rematar con una invitación a visitar Donostia durante la Semana Grande.


julio 2011
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