>

Blogs

Ricardo Aldarondo

Mon Oncle

Iron and Wine: esplendor veraniego para el invierno, o ¿el disco del año?

Es el disco con el que identifico el pasado verano. Fue la ambientación imprescindible, con todo lo necesario: melodías luminosas, con magníficas armonías vocales, una sensibilidad soul de fondo y la palabra “California” sonando ya en la segunda canción. Sin embargo, al escucharlo tumbado con auriculares, mirando al cielo y los reflejos jugueteando en el agua de la piscina, algo no encajaba: la luminosa canción que cita a California se sitúa en Año Nuevo, otra habla de “oradores de invierno” y Grass Widows se vuelve grave y en ella se oculta el sol, dice la letra. Con los meses llegaríamos a la conclusión de que Ghost on Ghost es un disco tan adecuado para el verano como para el invierno y que, definitivamente, el talento y la riqueza musical que revelan cada una de sus doce canciones valen para cubrir todos los meses del año. Porque lo que ha ofrecido en 2013 Iron and Wine puede considerarse disco del año, o uno de los más sólidos candidatos. Con el de Mark Kozelek & Jimmy LaValle y el de Bill Callahan, por ejemplo, de los cuales ya hemos hablado por aquí.

El idilio con Iron and Wine no fue primerizo. Para cuando me fijé en ellos (o en él porque Iron & Wine es básicamente el seudónimo que utiliza el cantautor Sam Beam) ya tenían tres Lps. Y ni siquiera llamaron mi atención ninguno de ellos, sino una versión de Love Vigilantes de New Order que se incluía en el recopilatorio de EPS, caras B y rarezas titulado Around the Well. Ese buen gusto para tratar el material ajeno se extendía a otras selectas apropiaciones, de Flaming Lips y Stereolab. El material propio también sonaba más que convincente. Aunque de momento dejé a Iron and Wine en el apartado “otro buen practicante de americana”.

Fue con el siguiente álbum, Kiss Each Other Clean (2011), cuando se produjo realmente la revelación. Iron and Wine estaba creciendo muchísimo, engalanando sus canciones sin miedo, ampliando horizontes y redondeando cada composición hasta convertirla en un modelo de perfección, en arreglos, intenciones e interpretación. Con Ghost On Ghost el crecimiento ha sido definitivo; el acierto, total.

El modo en que se entrelazan diversos estilos de raíz americana, folk, pop, soul y jazz, principalmente, a través de una voz que sabe aprovechar muy bien sus límites, hacen de Ghost and Ghost una obra especial sin salirse mucho de ninguna norma. Como a menudo pasa últimamente, ya no es la creación de nuevos estilos sino la combinación de los clásicos lo que aporta savia nueva. Cinco décadas de música popular sirven para mucho. Y si antes hemos mencionado un tono casi beach boys al comienzo del disco, en su tramo final una canción como Lover’s Revolution combina coros gospel-soul, un tono de voz de cantautor en proclama y una repentina deriva puramente jazzy. Esto último es posible porque, en la amplia lista de colaboradores que engalanan la obra con un preciosismo bien entendido, se encuentra una sección de viento de lujo, comandada por Steven Bernstein, nada menos. Otro afecto al universo de John Zorn, Kenny Wollensen aporta su impagable vibráfono y percusiones diversas. También está un gran del pedal steel, el Paul Niehaus que tanto ha colaborado con Lambchop. Y entre las encargadas de los background vocals encontramos a Carla Cook, una vocalista que tiene carrera propia y estelar, casi una estrella en Estados Unidos rendida humildemente al talento de Iron and Wine. Y como fiel escudero, con especial brillo en el piano eléctrico, el teclista Rob Burger.


El tono de obra compacta, no digamos conceptual por no añadir una grandilocuencia que no tiene cabida, lo marca en Ghost On Ghost el hecho de que cada una de sus caras (en la edición en vinilo) se abre con sendas lecturas, muy diferentes, de una misma canción, exultante Caught in the Briars, más sinuosa y melancólica Sundown (Back in the Briars). Prueba de las amplias posibilidades que encierran las composiciones de Sam Beam. A la segunda canción, The Desert Babbler, ya se confirma una singularidad y una capacidad para atrapar al oyente que no decae en ningún momento:  Joy, Singers and the Endless Song, todo son grandes canciones, que pueden seducir a los seguidores de Josh Rouse (Grace For Saints and Ramblers tiene un parecido) y a los necesitados de baladas doloridas (Grass Widows). Y la última canción, Baby Center Stage, es una maravilla: así se cierran las obras maestras (¡qué estribillo!).

Por si fuera poco, como desbordado de inspiración, ofrece dos canciones más incluidas en un single que se adjunta en la edición en vinilo, Next To Paradise y Dirty Dream que están totalmente a la altura de la docena. Como un sueldo anual para el ánimo, con sus dos pagas extra.


Un espacio en 3D: cine, música, libros y más

Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


diciembre 2013
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031