"Carnet de Voyage" (V) Perú. Machu Picchu | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de Voyage” (V) Perú. Machu Picchu

 

  

Machu Picchu es el nombre de un antiguo poblado incaico construido en el siglo XV y que ha resistido el paso del tiempo gracias a que permaneció oculto al visitante/turista durante más de cuatrocientos años hasta que llegaron los avispados norteamericanos y convirtieron aquello en uno de sus predios preferidos, saqueándolo, explotándolo y –hasta fechas más que recientes- utilizando este enclave Patrimonio de la Humanidad para hacer anuncios publicitarios, video-clips musicales, documentales y todo lo que les vino en gana.

Hay dos formas de ver Machu Picchu: con ojos de viajero extasiado y con ojos de turista adocenado. En ambos casos, hay que pagar el alto precio en Nuevos Soles (moneda oficial del Perú junto con el dólar americano) para recorrer el largo y difícil camino en autobús, tren o los últimos kilómetros andando y acceder a lo que se llama Santuario Histórico de Machu Picchu por decreto del Gobierno Peruano para darle bombo y platillo a efectos turísticos.

La verdad es que el conjunto de Machu Picchu es una auténtica maravilla de la naturaleza por el emplazamiento estético entre montañas de sus templos y edificios (derruidos todos, qué duda cabe).

Añadamos a esto el aura mágica y de misterio que han colaborado en crear los del National Geographic y los documentales de la 2.

Para acceder al recinto sagrado –de recorrido de más de dos horas por sus vastas planicies, colinas, edificios en ruinas, escaleras y laberintos- hay que pagar la nada desdeñable cantidad de casi cincuenta euros. Eso sin contar el tren desde Ollantaytambo a Aguascalientes (de astronómico precio) y el autobús de Aguascalientes a Machu Picchu. Total: que la excursión de un día viene a salir por más de cien euros, lo que en términos peruanos, viene a ser algo así como la tercera parte del salario mensual de un maestro de instituto. Es decir, una barbaridad, un dineral que se embolsa directamente el Gobierno central y del que tan sólo declara reinvertir en la zona un 10%.

Eso significa que, evidentemente, en todo el sitio arqueológico que se visita no hay un solo servicio higiénico para los miles de turistas que diariamente pululan como locos –solos o en compañía de otros- desde la salida del sol hasta su puesta. Si hay una “emergencia” hay que salir del recinto, lo que significa recorrer en sentido inverso los largos caminos ascendentes que llevan a la ciudad perdida de los incas.

Ni qué decir tiene que los espacios verdes están acotados, que no hay absolutamente un solo lugar donde sentarse o reposar la fatigosa caminata (a pleno sol o bajo la lluvia), como no sea desparramarse entre piedras y con el consiguiente aviso de los celadores/cuidadores del lugar que te van a levantar a golpe de silbato.

En Machu Picchu suele haber muchos accidentes mortales (que callan convenientemente agencias de viajes y periódicos en general). Sobrevienen estos por el deseo montañero y bucólico de no pocos senderistas que deciden recorrer el “camino del Inca”, subir hasta la montaña a pie o escalar el pico Huayna Picchu que aparece a la izquierda de todas las panorámicas. Como no está preparado el lugar convenientemente, hay accidentes, despeñamientos y –justo hace tres días- dos víctimas mortales a sumar a la larguísima lista que en algún lugar hace estadística oculta.

Eso sí, vigilan cuidadosamente que los bastones de montaña que lleva parte del personal –como yo misma- tengan la punta bien cubierta de goma no vayan a estropear las piedras milenarias de los caminos.

Aquello es tan hermoso que resulta caótico; la energía de la Pachamama se mezcla con el sudor de miles de turistas, el río recorriendo el valle aporta el toque bucólico al entorno, las vicuñas o alpacas diseminadas aquí y allá ayudan a perpetuar la tarjeta postal que nos llevaremos a nuestra casa.

 

(Mi reivindicación personal para que el Ayuntamiento de Donostia quite la Variante de Carlos I, que divide al barrio en dos y que nos vuelve locos a sus habitantes=

Está prohibido comer y arrojar basura que debe ser cargada personalmente ya que en todo el recorrido tampoco hay ni una sola papelera al efecto (lo que me parece muy bien, así se ahorran gastos y salarios). Bien es cierto que se siente la magia del lugar y a nadie se le ocurre dejar caer al suelo ni el pequeño envoltorio de un caramelo de coca. También está prohibido fumar de una forma rigurosa.

Maravilloso Machu Picchu que abre cada día sus puertas a la turbamulta turística y generadora de impuestos y divisas.

Maravilloso Machu Picchu al que le buscamos el jugo detrás del telón, en un camino que iba hacia la montaña y donde, a espaldas de vigilantes pero expuestos a cámaras japonesas, celebramos un sencillo ritual energético, en blanco círculo, para agradecer a la Naturaleza que nos hubiera ofrecido su regalo…sin pedirnos nada a cambio.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

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Fotos: Cecilia Casado (y desconocidos amables)

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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