¿ Saben el truco de la cebolla para los viajes? Quiero decir para no tener que llorar porque llevas ropa de entretiempo, que debe de querer decir “entre el tiempo invernal y el tiempo glacial…”
Me lo he puesto todo encima: Jersey , chamarra de neopreno, plumas ligero y chubasquero, amén de toda la ropa interior que me ha cabido. Y un pantalón fino debajo de los pantalones de verdad. Y dos pares de calcetines. Y la gorra de béisbol por debajo de la capucha. Parecía la abuela del muñeco Michelin.
Esperábamos llegar a la primavera del Japón de los grabados bucólicos y los cerezos en flor y nos hemos sumergido en los pueblos medievales de los samuráis, donde sigue nevando como en los viejos tiempos. !Pero qué bonito todo!
!Cuánto más me gusta este Japón frío y ancestral que el Japón moderno, frío y tecnológico!
!Qué sensación tan benéfica la de caminar por los lindes de un bosque, pasar debajo de un “tori”rojo pisando la nieve y escuchando ese mágico silencio que es difícil de hallar en casi cualquier otro lugar civilizado…!
Han sido unas horas perfectas en Narai-juku para abrir el paréntesis que buscaba en este viaje.
Antes de venir, vi varios capítulos de la serie Shogun… y es como si estuviera en los escenarios en los que se rodó.
El castillo militar del señor feudal (en la ciudad de Sakamoto) con sus cinco pisos de estructura de madera de hace siglos, con las sneakers en una bolsa para no estropearla e imaginarse cómo vivían y cómo morían y cómo enfermaban y sufrían… Esclavos y vasallos, soldados y mercenarios -que a fin de cuenta es lo que eran los samuráis- vendiendo siempre su vida al mejor postor y teniéndola pendiente de un hilo que manejaba caprichosamente su amo y señor, dueño de la vida y de la muerte. (No hemos cambiado tanto; ahora tenemos teléfonos móviles, pero la maldad sigue intacta en el corazón humano)
Aquí hay un trabajo que consiste en disfrazarse de samurai para entretener a los turistas con fotos y poses… hay otro trabajo que consiste en decirte por donde tienes que caminar y no salirte de la línea ni un centímetro.
Y también hay otro trabajo -que no se paga con dinero- y es la aceptación que tiene que hacer el visitante de todo aquello que es costumbre, cultura o imposición en pais ajeno.
Ha sido un día enriquecedor aunque bastante cansado por el autobús que ha atravesado lo que aquí llaman los “Alpes japoneses” por carreteras estrechas y llenas de curvas amenazantes.
Queda pendiente la invitación al típico baño japonés: el “onsen”.
No se me ocurre intentar imitar una costumbre de siglos ni cruzando los dedos o imaginando la suerte del principiante.
Con el agua a más de 40° de temperatura, como dios me trajo al mundo… para exfoliarme en comunidad con otras féminas … hablando de nuestras cosas y con la toalla en la cabeza.
Mejor una cena reconfortante , una copita de sake y a soñar con los angelitos budistas… o sintoístas.
Felices los felices.
LaAlquimista
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