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Cecilia Casado

A partir de los 50

No me canso de ver arte (Madrid IV)

A mis amigas las quiero porque son buenas personas, pero si además tienen debilidad por el arte en general y la pintura en particular les hago un monumento. Luisa es de las que nunca tiene bastante, así que mi cita con ella es el martes en la puerta del Palacio de Cibeles, con las entradas en la boca para disfrutar de la colección Pérez Simón, que es un millonario que emigró con su familia asturiana a México y a base de buenas relaciones –Carlos Slim y las telecomunicaciones- y suculentos negocios se montó en el peso mexicano, le dio por coleccionar arte y ha llegado a la cumbre en lo suyo con una colección de más de 4.000 piezas. Ahora nos muestra una esquinita de su fortuna en Centro-Centro, por el módico precio de 5€ -entrada reducida-. Son preciosidades únicas, nunca expuestas en museos, desconocidas la mayoría para el vulgar público que amamos el arte.

Las obras impresionistas y de las vanguardias del siglo XX son exquisitas.

A punto de sucumbir al “síndrome de Stendhal” y de darle dos veces la vuelta a la exposición, a la hora del ángelus salimos al sol benéfico del otoño y nos regalamos un sosegado paseo de charla amistosa por el parque de El Retiro. Se nota que es martes, solo hay turistas y no autóctonos de holganza.

Hacemos tiempo con paso demorado –oliendo árboles, mirando al cielo, pisando hierba- hasta la hora de la comida, prevista en el Círculo de Bellas Artes donde te dan un “rancho con ínfulas” a precio de tasca: 17,50€ -no está mal para el sitio que es aunque el bullicio es importante y bastante poco soportable-. A destacar la velocidad de los camareros que corren –literalmente haciendo aire- entre las mesas con torres de platos en equilibrio.

Salimos de allí con ánimo cafetero por la hora que era, pero nos “tropezamos” de camino con la Fundación Telefónica y la excelsa exposición de Jaume Plensa. Magnífica, aunque breve y quizás por eso imprescindible, además de gratuita. (Telefónica declara 1.914 millones euros (que no sé si se escribe así: 1.914.000.000) de beneficio a Septiembre 2024, solo faltaría que cobraran)

 

 

 

 

 

 

 

 

Con el nuevo disfrute artístico ya nuestro café se convirtió en “la hora del té” en la calle de la Montera, en ese “Jardín Secreto” de Salvador Bachiller que me recuerda al “de las hadas” de Barcelona, pero este mucho más grande y abigarrado, mezcla de bazar de “todo a cien” pero con estilo y diseño del caro. Es un sitio para ver, mirar, cotillear y sentarse en sillas y sillones de anticuario, rodeadas de plantas artificiales y alguna que otra natural. Curioso y simpático, novedad para mí que estos sitios no hay en mi pueblo. Pijo y carísimo.

 

Se me hicieron cortas las ocho horas compartidas con mi amiga del alma, me supieron a poco los abrazos, pero el cariño está ahí desde hace ya tantos años que sé que seguirá para los restos.

 

 

 

Volví a casa caminando y llegué con los pies fríos –tirando a helados- y el corazón caliente. Está virando el barómetro, viene una buena bajada de temperaturas para el miércoles, quizás algo de lluvia en Madrid. Tendré que cambiar mis planes de deambular y meterme mañana en otro museo… ¡que me va a costar poquísimo!

Felices los felices.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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