He aquí una discusión eterna, un poco más enjundiosa que lo de la tortilla con o sin cebolla, pero que nos divide en dos bandos bastante poco proclives a consensuar un “alto al fuego” relacional.
Los que dicen “yo perdono, pero no olvido” sonríen con la daga en la manga porque es como decir: “ojo al parche, que te guardo los reproches por si te descuidas”.
Los que argumentan que “olvidan, pero nunca perdonarán” tienen un problema de los grandes porque… ¿cómo harán para hallar la paz interna, esa que está reservada al ser humano puro?
Así las cosas, he tenido la inmensa suerte de haber vuelto a estrechar lazos afectivos con una persona que “sabe olvidar y se esfuerza por perdonar” de una manera muy parecida a como también siento que necesito dar un golpe de timón a mi vida.
Tender un puente hacia el otro, cruzarlo hasta más o menos la mitad; sonreir y abrazarse. Así de sencillo y así de importante, tanto como es todo lo que se hace desde el amor, desde la alegría del corazón… Y enterrar definitivamente las tres “R” malditas: rencor, rabia, resentimiento.
Trabajemos codo con codo por salvar los obstáculos y hallar el camino hacia la luz. Todavía nos queda bastante vida por delante y hay que vivirla en paz.
Felices los felices.
Y gracias a A. por aceptar compartir un camino conjunto.
LaAlquimista
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