Ya os he hablado de ellos. Son más de una treintena, originarios de Mali y demandantes de asilo político. Da igual cómo han llegado hasta Amara Berri, lo que importa es que el Ayuntamiento –a través de sus Servicios Sociales- les ha “ofrecido” acampar en la calle, en unos soportales, y estar ahí, sin armar bulla ni recibir otra ayuda que las buenas palabras que siempre sobran en cualquier administración.

Hubo su revuelo en el barrio ante tanta “invasión” que ya dura más de dos meses,  la gente hablaba –unos maldecían, otros se compadecían-, pero nadie hacía nada hasta que aparecieron unos carteles pegados con celo invitando a las “vecinas” a llevarles café y fruta. (Fíjate tú, que ocurrencia)

Y unas pocas vecinas, no más de tres, se fueron con el carrito de la compra al Eroski y gastaron lo que pudieron en barras de pan, latas de sardinillas, quesitos, leche y bananas. Por la mañana, todos los días, les han estado dando de desayunar para que puedan aguantar hasta la “cena solidaria” del grupo generoso que las viene dando en Anoeta desde hace tanto tiempo.

La Asociación de Vecinos de Amara Berri  está removiendo Roma con Santiago para conseguir de la Administración –léase Ayuntamiento y Diputación- un lugar bajo techo y con sanitarios para que puedan guarecerse hasta que Inmigración –que depende de Policía Nacional- decida qué solución aportar a estas personas.

Pero el tiempo pasa –y aparte de volvernos viejos- el barrio ya ha aceptado a estos chicos jóvenes y, digamos que les “permite” la convivencia pacífica en la plaza…y poco más. Les miran, les toleran, pero… ¿y lo otro? Pues que se encarguen los políticos…que para eso se les paga… ¿o no?

Ayer domingo hubo una buena fiesta gracias a la Asociación de Vecinos que montó un “amaiketako” por todo lo alto para que estas personas venidas desde tan lejos y en tan malas condiciones dejaran de sentirse invisibles. Cada quien trajo de su casa lo que pudo con la mejor voluntad y –como siempre en estos casos- hubo para dar y regalar.

Tortillas de patatas (con cebolla), pintxos variados, fruta, dulces, bebidas y música. Y mucha alegría para compartir. Hubo fotos y discursos; fue un domingo agradecido y feliz.

Hoy, lunes, la “brigadilla de señoras con carrito” vuelve a ir al supermercado de la esquina a comprarles el desayuno. Ya no hay fiesta que valga…

Felices los felices.

LaAlquimista

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Donostia, 29 de Junio de 2025