Es terrible, a mí se me revuelven las tripas cada vez que alguien me suelta a la cara esa terrible declaración de intenciones que, exactamente, significa que les da igual lo que hagan los gobiernos con sus gobernados con tal de que no les toquen los dinerillos o derechos que orbitan alrededor de su pequeño mundo umbilical.

Que dicen –ellos- se ocupan de trabajar, de su familia, de que a sus hijos no les saquen un ojo en el patio del colegio, de poder tomarse sus cañitas con los colegas a la caída de la tarde hablando de cosas vitales como el fútbol, la última serie de Netflix o la próxima cuchipanda que se avista en lontananza.

Caña o cigarrillo en ristre, también hablan de vez en cuando de las molestias que ocasionan los padres enfermos y/o ancianos, de lo cabrones que son los empresarios en general y su jefe en particular; hablan mal aunque sean funcionarios, -sobre todo esos- ponen a parir al Gobierno aunque estén en el paro y cobrando un subsidio. Dicen que todos los políticos son iguales, unos corruptos, unos inútiles  y cosas peores. Prejuzgan, juzgan y condenan todo de golpe, para ahorrar tiempo.

Y se quedan tan tranquilos convencidos de que su posición como ciudadanos es la correcta. Que no es su trabajo ni les compete indignarse por cualquier genocidio perpetrado en este momento, que tanto les da si los líderes supremos del mundo están pensando en reducir las libertades al mínimo común múltiplo, que allá cuidados con los que se estén matando en la lejanía… Que no quieren ver telediarios, ni leer noticias. Que pasan de todo.

Como hicieron en los viejos tiempos tantos de los que padecieron la misma dictadura y ahora cobran la pensión de jubilación haciendo sudokus y viendo los infames programas televisivos de media mañana y media tarde.

No sé qué decirles a estas personas que “no quieren saber nada” de cómo el mundo se está yendo por el sumidero; no quiero decirles nada que me haga desperdiciar la energía que necesito para poder seguir levantando la voz, el puño si hace falta y no perdiendo la conciencia de que nos están esquilmando la dignidad y comiéndonos los Derechos Humanos a grandes bocados.

Yo no estoy en otro rollo; vivo en este mundo y no puedo ni quiero cerrar los ojos ante guerras, invasiones, exterminios, genocidios, asesinatos de niños, limpiezas étnicas y la locura que habita la mente dañada de los poderosos que tienen poder para manejar armas, misiles, tanques y sembrar el horror entre los seres humanos.

Me afecta. ¡Cómo no me va a afectar si yo también tengo hijos, sueños y vida por vivir! Porca miseria de mundo que nos está tocando vivir como para que encima haya quien diga “que no quiere saber nada”…

Felices los felices…que no sé ahora mismo dónde estarán.

LaAlquimista

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