Esa ha sido la sensación al darme cuenta de que mi “Conejito Viajero “ya no está conmigo, que lo he perdido irremediablemente.

Han sido más de 25 años de acompañarme en todos mis viajes, de disfrutar en “mi otro mar” y sufrir los aviones que nunca le gustaron. Precisamente ha sido en el avión en el que viajábamos de Madrid a Buenos Aires, donde ha ocurrido el percance ; con el cansancio y las incomodidades de un asiento más estrecho que el de un autobús de línea,  debió de caerse de mi bolso, donde siempre va plácidamente. Espero y deseo que la persona que se lo encontró al hacer la limpieza se diera cuenta de que era algo “especial “y que tuviera una niña pequeña a quien llevárselo… es el deseo de “la otra niña” que lo ha extraviado.

Espero que nadie se ría; cuando me di cuenta de su ausencia, esa misma noche, cenando en un lugar elegante, abandoné el restaurante y corrí al hotel para registrar la mochila, el bolso y revolver todo el equipaje de mano.
¿Será posible que me angustié tanto que hasta tuve un conato de lagrimeo?
Me salté el show del tango del disgusto. Se me torció el bife de chorizo en el estómago y pasé una noche toledana.  Al día siguiente, mi segundo día en   ARGENTINA, no pude disfrutar del paseo en barco por el Delta del río Paraná ni de Tigre.
Llevo desde las 4:00 de la tarde en el hotel, pensando cómo es posible que esté sintiendo esto a mi edad.
Además, llueve sin clemencia…

Bye, “conejito”, el lindo regalo que me hizo mi hija pequeña para que me protegiera en todos mis viajes…

¿Felices losfelices…?

* última foto que nos sacamos juntos, antes de despegar en Madrid.

LaAlquimista

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