-Cuando la desigualdad está en la puerta de tu casa no puedes mirar hacia otro lado.-
Poco a poco les fui viendo por el barrio, justo en la plaza que atravieso cada día para ir al centro. Con sus maletas y bolsones pegados a la pared bajo los arcos que protegen malamente del viento y la lluvia. Ellos –todos hombres jóvenes- se sientan en los jardines, se tumban en los bancos, se apelotonan junto a sus enseres.
Casi todos llevan un teléfono móvil en la mano, todos son altos, fuertes e incluso guapos.
Han llegado desde Senegal buscando la tierra prometida y se han quedado varados en el barrio de Amara Berri de San Sebastián. Algunos hosteleros de la zona les echan una mano para cargar los teléfonos o utilizar los baños. También hay muchas personas que les llevan comida.
La plaza tiene ahora una “barrera invisible”: de un lado los vecinos con sus hijos en el parque infantil y los bares del lado este y del otro lado la comunidad senegalesa que vive en la calle, come en la calle, duerme en el puro suelo y sobrevive de mala manera a la vista de todos.
El Ayuntamiento, los Servicios de Urgencia, Cáritas y Cruz Roja “saben y contestan”. “No podemos hacer nada, no hay plazas libres en los albergues, no tienen papeles, ya les damos de comer y se pueden duchar. Mientras no delincan…”
Están en la puerta de mi casa y no pretendo que los “barran” hacia otro lugar, sino que las instituciones que todos mantenemos con nuestros impuestos se hagan cargo de estos seres humanos. Menos echarse las manos a la cabeza, menos subvenciones a cantantes para que actúen en Anoeta y más soluciones efectivas para este problema.
Y al primero que me diga que si tanto me importa que los meta en mi casa, le mando a la mierda.
Felices los felices en este desastre de mundo.
LaAlquimista
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