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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de Voyage” (IV) Perú. Cuzco. ¿Son ellos esclavos o lo somos nosotros?


Cuzco, es capital del antiguo Imperio Inca y puerta mágica de entrada al mundo andino, al Valle Sagrado y Machu Picchu, lugar emblemático donde los haya en la geografía peruana, “la imagen de marca” del Perú folclórico, turístico, enriquecedor de las arcas públicas gracias a los dineros de los turistas de todo el mundo.


Cuzco está a la nada despreciable altitud sobre el nivel del mar de 3.400 mts. y de esto se aprovechan los laboratorios farmacéuticos para vender píldoras contra el “soroche” o mal de altura que afecta a uno de cada cien foráneos –o poco más o menos-, una leyenda que se alimenta de un “boca a boca” exagerado de los viajeros exagerados e influenciados más por lo que se escucha que por lo que se respira. En Cuzco se toma mucha coca, se mascan hojas de coca y se bebe mate de coca, una planta de hojas amargas que ayuda a la función respiratoria a esa altura y que nada tiene que ver con la cocaína (aun siendo su origen) como droga química y procesada de mal principio y peor final.

Es una ciudad bonita; bonita en el sentido colonial, no en lo moderno, ya que supera el medio millón de habitantes repartidos por los barrios construidos en el siglo XX y que nada tiene que ver con los vestigios del virreynato y los templos y fortalezas de la cultura inca que todavía adornan su periferia.

En Sacsayhuaman se visita la maravillosa “fortaleza” incaica, impresionante vestigio arquitectónico de grandes piedras –lo que queda de ellas puesto que los españoles desmantelaron la estructura original para prevención de asedios y ataques-; es un lindo paseo por el campo verde, el espacio amplio recuerda a no pocos praderíos de esta tierra vasca, un lugar donde sentir la nostalgia hermanada con el frescor de la hierba al atardecer.


Flor de María tiene diez años y sale de su casa a primera hora de la mañana y no regresa hasta que anochece. Su labor consiste en vender a los turistas las pequeñas cruces “chacanas”, típicas de su cultura, con profundo significado “nacionalista”, algo así como los lauburus de por aquí. Las tallan en una piedra blanda blanca o verdosa y son bonitas y baratas.


Flor de María trabaja para ayudar a su familia muchas horas al día y no le queda tiempo ni para instruirse ni para ser la protagonista del papel que le correspondería por derecho humano: el de una niña. Pero Flor de María es una niña en un país pobre y tiene que adaptarse –a la fuerza ahorcan- a las exigencias de su pequeña sociedad rural, esa en la que la abuela saca a pastar a la llama familiar como aquí pastorearían a las vacas del caserío.

A esta niña le robé un rato largo de su tiempo para contarle una historia; ella, que tan poco espacio guarda en su vida para la imaginación, los sueños y los libros de cuentos que nunca podrá leer. Le dije que le compraría las chacanas que le quedaban, que no temiera la reprimenda de la abuela y me miró con una pequeña chispa en los ojos y me dijo:

-“Cuénteme, señorita, cuénteme”

   

Flor de María no me dio ninguna pena, ni compasión alguna por su situación en la vida; a fin de cuentas, está donde tiene que estar, en su tierra, entre su familia, con sus padres y sus hermanos y su abuela y su llama, perpetuando la vida y su misterio al igual que hace miles de años.

Esta niña peruana del Cusco rural me hizo pensar en la triste suerte de tantos jóvenes de nuestro país –un país rico, qué duda cabe, en comparación con Perú- que, como Flor de María, se ven obligados a “esclavizarse” voluntariamente para poder seguir apuntados a la lista de espera de la vida laboral. Me recordó al hijo de un amigo que, después de haber realizado estudios “de cocina de altos vuelos” está trabajando ocho horas diarias pelando patatas en un restaurante de postín…¡SIN RETRIBUCION ALGUNA!

Y también me acordé de otro joven en los veintipocos que, Título de Diseño en mano, trabaja desde hace meses haciendo prácticas a jornada completa en una empresa CON RENOMBRE, por la módica cantidad mensual de “cero euros”.

¡Eso es esclavitud y lo demás son cuentos!

Nuestros jóvenes, europeos, ricos, bien alimentados, instruidos…que tienen que emigrar a la otra punta del mapa…¿qué diferencia tienen con esos miles y miles de peruanos que vienen a España para quedarse creyendo que aquí se atan los perros con longaniza?

La abuela de Flor de María me puso mala cara cuando la fotografié a ella, a su nieta y a la llama. Unos pocos soles atenuaron su fingido enfado. Yo le prometí a la niña, después de contarle la historia de “la estrellita cariñosa” que publicaría su foto en un periódico digital… ¿Qué pensaría de mí la bendita criatura…?

Mejor no saberlo.

En fin.

 Fotos: Cecilia Casado

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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