Cuando viajo hago dos cosas : limpieza de prejuicios e información objetiva sobre el país al que me dirijo.
Así que vengo a Japón con la mente abierta todo lo que puedo, pero soy consciente de que aterrizado en un país donde está en vigor la pena de muerte y no se andan con tonterías: si la cagas mucho te ahorcan y punto pelota.
Luego está el mundo piruleta que a todos nos gusta mirar ojipláticos:
Desde las jóvenes vestidas de lolitas en la más pura decadencia daddysugar hasta el postureo exacerbado por las marcas carísimas como fin único de la existencia terrenal; y que le den al budismo y sus mariachis.
El Barrio de Ginza, en Tokyo es como el barrio de Salamanca, pero sin callejones sórdidos ni homeless bajo las marquesinas. Aquí todo reluce y está limpio como para pasar la prueba del algodón más exigente.
Y eso que en Tokio no hay papeleras, porque después de la atentado con gas sarin en el metro de hace casi 30 años decidieron eliminarlas del mobiliario urbano. ¿Qué hace la gente con los kleenex llenos de mocos y los chicles correosos? Pues al bolsillo y no te quejes. Además está prohibido fumar por la calle; así, como suena, y no te hagas el listillo que te puede caer la del pulpo.
No es cuestión de ser civilizado, es algo mucho más profundo. ¿Visteis algún programa de humor amarillo? Pues no tiene gracia, porque es (casi) la realidad pura y dura.
Me acerqué al famosísimo cruce de calles, ese que sale en todos los reels de cosas raras; sí, el de Shibuya…! 2.000 de golpe cruzando y sin chocarse! Yo me imagino eso en la plaza de Cataluña o en la Gran Vía… y claro, me da la risa.
Y luego una cola de 200 personas en la puerta de la tienda de Hello Kitty … esperando a que abran,!que hay que comprar el último gadget anunciado en Internet! Todos haciendo la cola, tan ricamente, bajo los paraguas transparentes, y todos vestidos de negro, que parece que el muestrario Pantone sólo existe en occidente!.
Pero luego son muy majos … están celebrando la fiesta de la primavera y las chicas y los chicos se visten, pues, como en casa, de casheritos, de vasquitos y neskitas pero a la japonesa, con sus kimonos y sus flores de tela en el pelo y los calcetines con un dedo en medio para meterse las chanclas…
Me pongo seria para contar lo que quiero contar:
Que cuando fui a la cita con el autobús que me llevaba al Hotel, me encontré al personal arremolinado, -ji ji, jo jo -contando sus chascarrillos- y de repente aparece (de la nada) un policía, quien porra en ristre (y no es broma) conminó a todos los pichichis españolitos que montaban bronca a que se pusiera en fila y estuvieran callados hasta que llegara el autobús. Lo dijo en japonés, pero con una cara de Kamikaze que se le entendió perfectamente.
Y es que somos como somos y no tenemos remedio… allí donde vamos, tenemos que dar la nota.
Yo callada y haciendo como que no iba con ellos, que soy muy mía para las peleas y bastante tuve en el aeropuerto cuando, esperando a la maleta, se me echó encima un perro olisqueador y de repente me vi rodeada de la autoridad competente.
-“Open your backpack!!!!!”
De allí salió, en su bolsa con el logo de la compañía aérea, la mierda de bocadillo que nos habían dado para desayunar y que yo no me había comido…
Prohibido entrar en el país cualquier tipo de comida: vegetal, animal o Ultra procesada. Que los virus y microbios te los quedes tú.
Todo lo que tienen de amables lo tienen de intolerantes… y si no te gusta, pues no vengas que hay miles haciendo cola…
Y felices los felices (o como se diga en japonés, que ya se me ha olvidado)
Sayonara.
LaAlquimista
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