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Carlos Rilova

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La Historia (de España) y sus graves problemas: la liberación de París (del 25 de agosto de 1944, al 25 de agosto de 2014)

 

Por Carlos Rilova Jericó

Esta semana se han cumplido setenta años de la liberación de París. Los que van del 25 de agosto de 1944, al 25 de agosto de 2014.

 

Supongo que el asunto les sonará del cine, de aquella magnífica película coral -Delon, Belmondo…- titulada “¿Arde París?” que, para mí, gracias a la foto en color de la portada de la novela del mismo título, constituye uno de mis recuerdos más tempranos sobre la Segunda Guerra Mundial.

En fin, yo ya tenía apuntado escribir hoy, como no podía ser menos, un artículo sobre el asunto. Principalmente porque, aunque ya había tratado la cuestión el 9 de junio, quería rendir un homenaje a los soldados españoles que entraron como punta de lanza de las fuerzas aliadas en el reducto simbólico de París. Confirmando la victoria del ejército desembarcado en Normandía el 6 de junio de 1944 y la cada vez más inminente derrota de, al menos, uno de los monstruos totalitarios que aterrorizaba Europa desde los años 30. En este caso Hitler, ya que el camarada Stalin estaba, de momento, también en el bando aliado. Por la cuenta que le traía, como se suele decir, como podían atestiguar los miles de muertos que defendieron Stalingrado o Leningrado hasta el último cascote.

Y aquí estamos. La verdad es que, documentándome sobre el tema, me he llevado una grata sorpresa. Yo esperaba, como el 6 de junio, un olvido del tema casi total por parte de la prensa española en general -“bloggers” dispersos aparte, pero esos ya se sabe que no cuentan, ¿o si?- y en especial por parte de la que podríamos llamar “de derechas”. Al fin y al cabo esos soldados españoles llevaban el adjetivo de “republicanos” antes del sustantivo y eso es garantía de pena y olvido en la Historia al uso de la España actual. Pero no ha sido así.

En efecto, una de las primeras noticias en español sobre el tema con la que topé, era un artículo, que les recomiendo desde ahora mismo, publicado por Carlos Abascal Peiró en las páginas de Cultura de un diario que, por su profesión de fe monárquica constante desde su fundación -a principios del siglo XX-, el famoso “ABC”, era el último que yo esperaba ver convertido en tribuna de esta parte de nuestra Historia.

En el artículo Abascal habla en elogiosos términos de los blindados con nombre español de la División Leclerc, que entrarán en primer lugar en París para expulsar a los nazis que aún están encastillados en ella y contra los que lucha la población civil, insurreccionada al saber del éxito creciente del desembarco del 6 de junio.

Canta también ese artículo las alabanzas de la novela gráfica de Paco Roca, “Los surcos del azar”, en la que este dibujante, cada vez más reconocido dentro y fuera de España, cuenta la Historia de esos soldados españoles.

No he tenido ocasión de leerme entero el libro de Paco Roca, pero por lo que he visto de él, tanto en su versión española original, como en la versión francesa -titulada “La Nueve” y con un muy interesante prólogo de la alcaldesa española de París, Anne Hidalgo-, se lo recomiendo tanto como el artículo de Abascal en el “ABC” de 21 de agosto de 2014.

En fin, con lo que nos cuentan Abascal y Roca, ¿quizás podríamos darnos por satisfechos, en este 70 aniversario de la liberación de París, con esa recuperación para la Historia de los soldados españoles que lucharon integrados en las fuerzas aliadas ?.

Pues sí y no. Sí, desde luego, porque, como decía, un periódico de una línea antirrepublicana tan acrisolada como el “ABC”, no haya tenido reparo en rendir homenaje a unos españoles “republicanos”, pero que, ante todo, luchaban por, mal que bien, restaurar la democracia en la mayor porción de Europa que fuera posible.

No, desde luego, porque en el artículo de Abascal aún se insiste, quizás demasiado, en el hecho de que aquellos hombres eran antes “republicanos” que españoles. Como si eso de “republicanos” fuese una raza aparte o una nacionalidad distinta a la española. Un argumento -y no quiero decir que Abascal lo mantenga conscientemente- asumido por los nazis y su principal aliado peninsular, y que quedaba siniestramente traducido en el triangulo azul -de apátrida- con el que se “adornó” a muchos de aquellos españoles en los campos de exterminio alemanes.

No parece tampoco que sea bastante el artículo de Abascal -aunque insisto en que es mucho- cuando se repara en los comentarios que le han hecho.

En ellos, especialmente los de alguien que firma como “pedro-peralta-fdez”, se ve en crudo el temible horizonte político para la España actual que describen, quizás con algo de exageración, algunos “outsiders” de la, en general, adocenada “intelligentsia” española alumbrada por la llamada Transición. Caso, por ejemplo, del profesor Arnaldo Santos, que hace siete años ya indicaba que en España aún había demasiadas heridas abiertas, escasísima socialización de las ideas democráticas y, en general, toda una serie de tensiones políticas entre bandos irreconciliables que dibujan, se quiera ver o no, una preocupante guerra civil larvada.

En efecto, en algunos comentarios al artículo de Abascal -la mayoría sumamente indocumentados- se habla de republicanos -por supuesto nada de “españoles”- que en su retirada de 1939 arrasan los Pirineos y roban y matan. Aunque no se sabe bien si a otros “españoles”, puesto que lo hacían en una zona aún bajo control “republicano”. O bien se dice que la Liberación de París por aquellos hombres carecía de importancia porque en París sólo había oficinistas alemanes y era “ciudad abierta”… Curiosa lectura teniendo en cuenta, por ejemplo, los documentos gráficos de la época, que dicen justo todo lo contrario, y los muertos -algunos de ellos de la élite SS- que alfombraron un París que Von Choltitz se negó a quemar, pero también a entregar sin lo que llamó un “combate de honor”. Uno que, por supuesto, se hizo con balas, granadas, tanques y bombas de verdad…

Tampoco se veía en esos comentarios conocimiento alguno de la participación de aquellos españoles de “La Nueve” en otras operaciones de la Segunda Guerra Mundial como la toma de los últimos reductos más caros al Partido Nazi, o la de españoles integrados en fuerzas británicas, en la Resistencia o en ejércitos secundarios como el que libera prácticamente en solitario Burdeos…

Eso, sumado a la falta de presencia notable, una vez más, de representación oficial del reino de España en esos actos conmemorativos -más absurda si cabe después de que el rey acudiese a los que conmemoraban el inicio de la Primera Guerra Mundial- lleva, sí, al historiador a sentirse algo pesimista a pesar de la publicación de libros como el de Paco Roca -o el ahora olvidado “Soldados de Salamina”- o artículos en el “ABC” como el de Abascal Peiró. O al menos a no sentirse todo lo optimista que debería sentirse por ese hermoso gesto del “ABC” que, la verdad, debería servir de ejemplo, y convertirse en costumbre. Siquiera para evitar que nuestra propia Historia, mal digerida hasta ahora, se convierta en una gangrena política que acabe devorando, otra vez, a todos lo que forman ese cuerpo político llamado España. Del que, guste o no, formamos parte porque llevamos siglos formando parte de él y lo dice un pasaporte por cuya posesión mucha gente daría, y da, la vida, por ejemplo, en África…

Saquen de ahí las oportunas reflexiones y alguna que otra lección, algo de sabiduría política tal vez.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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