Por Carlos Rilova Jericó
Hoy resulta difícil, una vez más, no hablar en una página como ésta, dedicada, como ya se habrán dado cuenta, a la Historia, de Colón, Elcano, Magallanes y otros navegantes españoles, o financiados por España, para realizar una serie de expediciones que, sólo para empezar, cambiaron los mapas del Mundo.
En otras ocasiones ya he hablado de esta cuestión. De hecho, si no me equivoco, lo he hecho cada 12 de octubre desde que este correo de la Historia empezó a funcionar en 2012. Siempre, y ya lo siento, he hablado de lo mal que se maneja en España una fecha como esa del 12 de octubre, que equivale al 14 de julio francés.
Hoy no va a ser una excepción. Y me temo que no lo va a ser hasta que las cosas cambien mucho, o hasta que yo cambie de pasaporte que, visto el panorama, todo podría ser.
Pero vayamos al fondo de la cuestión. Una vez más, lo habrán comprobado ayer y sobre todo hoy, en el balance informativo que se hace del 12 de octubre: todo el significado de esa fecha se reduce al desfile militar que transcurre por la Castellana de Madrid. Este año con el aliciente de que lo presidía un nuevo rey y que marchaba en él, como gastador, nada menos que el actual Mister Universo…
Las referencias al trasfondo histórico de esa fecha han faltado enteramente o han sido prácticamente irrelevantes. Una vez más y a pesar de la importancia universal del 12 de octubre para la Historia general y no sólo de España.
Y ahora vamos con las comparaciones odiosas. Esas que sirven hoy de ilustraciones a este nuevo correo de la Historia.
En Francia estas cosas, que se sepa, no ocurren sencillamente porque allí la Historia es un jardín bien cultivado. Del mismo modo que usted o yo cultivamos la gastronomía: por aquello de vivir más y mejor.
Allí, en Francia, la Historia del país se ha explicado desde todos los ángulos posibles, pero ante todo huyendo de la autoflagelación y arrimándola, más de lo que sería creíble incluso, a los grandes logros de la Humanidad a lo largo del tiempo. Por ejemplo los viajes de descubrimiento iniciados desde finales del siglo XV y, sobre todo, desde comienzos del XVI. Curiosamente la mayoría de ellos financiados por lo que entonces, tras la unificación dinástica de Castilla y Aragón, empezaba a tomar la forma oficial, y por escrito, de lo que ahora se llama “España”.
Un ejemplo de lo más revelador de esa política cultural francesa -hoy imitada por los secesionistas catalanes- son las colecciones de personajes históricos ofrecidas en Francia en productos de consumo habitual. Como el café soluble. En ellas se mezclaban astutamente grandes personajes históricos universales con los grandes personajes históricos franceses.
Desde las amantes de Luis XV hasta Robespierre, pasando por el mariscal Vauban, Alejandro Dumas, Washington, Franklin, Beethoven, Liszt, Telemann y un etc… en el que rara vez aparecen españoles, pero sí algunos de los que fueron financiados por España para hacer grandes hazañas. Como descubrir la parte de la esfera terrestre que hasta ese momento se había creído dominada por monstruos marinos y abismos insondables. Caso de Juan de Magallanes, cuya figura compartía espacio en la colección de figuras que regalaba el café soluble Mokarex -en los años cincuenta del pasado siglo- con la de ilustres personajes franceses: Danton, Davout, Napoleón III, Rousseau y otros “Marinos celebres” como Surcouf…
Así de sencillo, y con cosas así, con colecciones didácticas como esas, se han creado en Francia legiones de novelistas, cineastas, publicistas, lectores, espectadores… conscientes de su propia Historia y de la importancia que tiene y de quiénes son cuando tiene enfrente, por ejemplo, a gente de otros países que quiere negociar un tratado comercial, diplomático o cualquier otra cosa imprescindible para esa forma de organización -hoy todavía plenamente vigente mientras se instaura la Armonía Universal de religiones, sexos y patrias- que llamamos “nación” y en la que nos toca vivir porque es nuestro hogar. El sitio del que no puedes dejar que te echen, que te lo roben, que te lo quemen, que te lo saqueen o que te lo degraden porque más allá de él ya no hay nada, salvo eso que los poetas llaman “el amargo pan del exilio”.
¿Se está haciendo en España la correcta inversión en esa clase de bienes culturales, tanto a nivel público como por eso que llaman “iniciativa privada”?.
Con respecto a la iniciativa pública ya decía al principio que, por ejemplo para el 12 de octubre, todo se reduce, por lo que se ve, a un desfile militar cuya razón de ser queda bastante desdibujada, incógnita.
Ni siquiera se ha hecho un esfuerzo por ligar una de las series de mayor éxito de la TVE, “Isabel”, con esa fecha. A pesar de que la relación entre el personaje y el Descubrimiento del 12 de octubre es muy estrecha.
Con respecto a la iniciativa privada, como la de grandes conglomerados industriales de producción cultural, la cosa no tiene mucho mejor cariz si atendemos, por ejemplo, a las inversiones realizadas en cine, que suelen ser las de mayor efecto
¿Cuál es la película mejor promocionada justo en la semana del 12 de octubre por una de las mayores productoras españolas?. La respuesta igual les deprime: “Torrente 5”. Sí, esa quinta entrega sobre la vida de un ex-policía fascista, machista, racista, admirador de diversos dictadores y un largo y lamentable etc… que ya les sonará.
Muy divertida en sus tres primeras entregas, pero sencillamente lamentable en esta quinta en la que grandes actores como Alec Baldwin, o directores como Santiago Segura, han dilapidado todo un capital cultural queriendo, encima, elevar a un personaje, ya hace tiempo pasado de rosca, a profeta e historiador, contándonos que España siempre ha sido “asín” y, por lo tanto, en 2018 sólo puede haber sido expulsada de la Unión Europea y el euro y haber perdido a Cataluña. Un incomprensible ascenso de Torrente -de personaje marginal y burlesco a oráculo político- a lo que sólo se puede añadir: “lo que nos faltaba”.
Es sangrante, en la semana del 12 de octubre, ver tan promocionada por una productora española una película en la que Alec Baldwin dice que los españoles llevamos en los genes ser unos perdedores y que por eso sólo conquistamos América del Sur. Curiosa interpretación de los hechos habida cuenta de que gran parte de Norteamérica también fue conquistada por España y que la del Sur estaba llena de un oro y plata que para sí hubiera querido la pobre Inglaterra del siglo XVI.
Así de absurda, y de contraproducente, es hoy por hoy la política cultural española, con empresas como A3Media que fomentan, por un puñado de millones de euros, un personaje ya agotado -y ahora ridículamente sobredimensionado- frente a otras producciones suyas de mucha mayor calidad como “La isla mínima”, donde -pueden comprobarlo ustedes mismos- se les cuenta una Historia reciente de España mucho más coherente que cualquier astracanada de las que se dicen -y están de más- en “Torrente 5”.
Esto es lo que tenemos, hoy por hoy, en lugar de una Historia explicada hasta en el café soluble. Una anomalía que nos puede salir muy cara y que ayer el historiador José Álvarez Junco explicaba magistralmente en “La Cuarta Página” de “El País”. Vean, lean y mediten sobre qué sentido tiene seguir “celebrando” el 12 de octubre de tal modo. Después, por el bien de todos, salgan de su asombro y tomen medidas. Alguna, la que sea, como comprar una entrada de cine u otra. Por algo se empieza…