>

Blogs

Carlos Rilova

El correo de la historia

I Katochi. La Ocupación. Algo de Historia sobre la obsesión de Alemania con Grecia (1941-2015)

Por Carlos Rilova Jericó

Esta semana quería hablar de algo que no tuviera que ver con la actualidad. Sin embargo, me resulta muy difícil sustraerme al vértigo de sondear las raíces históricas de lo que hoy es noticia. En este caso las que explican la actitud de Alemania frente a la Unión Europea y, en especial, hacia Grecia. Nos remontaremos así a la Segunda Guerra Mundial que los griegos llaman “I Katochi”. La Ocupación. Alemana, por supuesto.

Como verán por la primera ilustración de este nuevo correo de la Historia, Hitler, se creía historiador. O al menos creía que sus infundadas opiniones sobre la Historia eran buen y verdadero conocimiento histórico. Un problema muy común -este sábado vi un caso muy parecido en las páginas de opinión de otro periódico- que, por lo general, suele traer aparejadas consecuencias bastante funestas para los que prestan atención a esa clase de charlatanes que se inventan agravios históricos para justificar cualquier barbaridad en el presente. Como ocurrió en Alemania en 1933 y parece estar volviendo a ocurrir en 2015.

Ciertamente buceando en la Historia de ese país pronto descubrimos que la ferocidad con la que se comporta el actual gobierno alemán es fruto de un miedo atávico que hunde sus raíces en los llamados “negros años treinta” del siglo pasado, cuando el “Crack” del 29 desbarató la economía mundial y convirtió Alemania en algo que se parecía bastante a eso que ahora llamamos “Tercer Mundo”.

Sí, en esos momentos, Alemania alcanzó cotas de miseria hoy difíciles de creer. Había allí hambre generalizada y otras cosas que impedían razonar con lógica. Fue así como aquel pueblo tan culto y tan civilizado eligió en las urnas a un partido de bárbaros que cada día se engrosaba con más y más alemanes que sólo querían poder vivir antes que disfrutar de la música de Schubert o la poesía de Novalis, o cuestionar los métodos de “historiador” de Herr Hitler. Cosas todas que, como bien se sabe, alimentan mucho menos que el “chucrut” y la “apfeltarte”.

Así, los alemanes, en su mayoría -salvo los “inadaptados” políticos a la nueva situación salida de las urnas en 1933, que fueron unos cuantos miles-, consiguieron esa vida que ansiaban en el oscuro año de 1933, con estabilidad económica, con un horizonte despejado, con comida encima de la mesa y con unos reichsmarks en el bolsillo que no se devaluaban de hora en hora por una hiperinflación que convertía el papel moneda en papel mojado en cuestión de minutos.

Aún más, esa mayoría de alemanes estuvo, en principio, encantada de pagar el precio que costaba comer otra vez tres veces al día. A saber: vestir uniformes paramilitares de color pardo, adorar una cruz que no era precisamente la de Cristo y su Evangelio de Paz, desfilar de manera estrambótica ante un líder mesiánico y agredir. Sobre todo agredir. ¿A quién?. A una lista de enemigos que no hacía sino multiplicarse: judíos alemanes y de otras nacionalidades, “subhumanos” eslavos y, finalmente, el resto del Mundo más allá de las fronteras alemanas salvo, de momento, países “hermanos”. Por ejemplo la España de Franco, la Austria recién limpiada de derechistas autoritarios, pero aún excesivamente tibios para los estándares de Hitler, como era el caso del canciller Dollfuss, o la Italia fascista que había sido el modelo a seguir por Alemania desde 1923 hasta el triunfo final del Nazismo en 1933.

Eso, como ya sabrán, llevó a la Segunda Guerra Mundial, que acabó en la ocupación de toda Europa para 1941, (excepto España, que estaba ocupada por su propio Ejército, como decía Churchill, quizás olvidándose cómodamente de su incómodo aliado portugués, el dictador Oliveira Salazar).

Grecia era una pieza clave en ese esquema y en 1941 los alemanes, junto a italianos y búlgaros, invadieron Grecia. Y la ocuparon hasta 1944.

No sin resistencia desde luego. De hecho, los partisanos griegos, apoyados por los aliados, lucharon ferozmente y eso costó al Reich alemán grandes pérdidas en hombres y material. Incluso pese a la guerra civil entre los distintos grupos de esa resistencia griega, preludio de desgracias posteriores que han llegado hasta hoy día.

Así hasta que Alemania se retiró cuando el sagrado suelo alemán se vio amenazado por todos aquellos a los que, de un modo u otro, había provocado a la lucha. Es decir, prácticamente todo el Mundo. Incluso potencias tan divergentes y antagónicas como Estados Unidos y la URSS que, ayudadas por otros núcleos de resistencia de mayor o menor entidad -como podía ser el caso de los griegos-, fueron laminando, poco a poco, toda resistencia alemana y, después, todo aquel gran país.

A partir de ahí, del año 1945, hubo dos interpretaciones sobre el papel que Alemania jugaba en el Mundo. Por un lado se habló, pronto, del “milagro económico alemán” que en poco más de cinco años desde 1945 a 1950 reconstruyó el país, su industria, etc… y lo sumó -al menos la parte occidental de esa nación dividida en dos por los vencedores- al concierto pacífico de la ONU.

Otra corriente de opinión más minoritaria pero, sin embargo, no por eso desdeñable, advirtió que en Alemania había una soterrada ansia de revancha, de ganar, como fuera, la Segunda Guerra Mundial que tan desastrosamente habían perdido.

El ejemplo más asequible son muchos retazos de la novela de intriga “Odessa” -luego llevada al cine- pero hay sesudos intelectuales que lo han dejado notar también en sus obras. Por ejemplo el polémico profesor Chomsky, que señalaba que la desnazificación alemana había sido cuando menos imperfecta y había permitido escapar, casi indemnes, a muchos que no veían, en el fondo, nada malo en la idea de que Alemania fuera -sólo para empezar- dueña de Europa.

Tales teorías parecían irrelevantes, o extravagantes, hasta la famosa caída del muro de Berlín y la reunificación alemana. Sin embargo hoy, a la vista de la actitud alemana con respecto a esa Unión creada para evitar una nueva guerra civil europea como la de 1914 o la de 1939, cualquiera diría que hipótesis como la de Chomsky -o incluso otras más truculentas como las de la novela “Odessa”- son absolutamente ciertas.

Vemos que, en efecto, hay un grupo de poder en Alemania absolutamente decidido a sojuzgar al resto de países europeos por medio del viejo sistema de crear una deuda abusiva y eterna -como la de América Latina en los ochenta- que, en la práctica, convierte a los países víctimas de ese juego siniestro en un virreinato, en un protectorado alemán y no en un socio paritario de la Unión Europea.

Evidentemente tal abuso de confianza -Alemania no parece recordar ya ni el “Plan Marshall” que favoreció su “milagro”, ni la generosidad de sus socios europeos en los difíciles tiempos de la reunificación- produce consecuencias. Por ejemplo hoy Grecia es ya, lo quiera o no el doctor Schäuble, un avispero cada vez más parecido a aquel en el que quedaron sumidos millones de marcos en material y muchas vidas alemanas de 1941 a 1944, tan sólo para acabar en una estrepitosa derrota.

¿Quién será el siguiente en enfrentarse frontalmente con una Alemania que, por la razón que sea, parece incapaz de asumir las lecciones de 1918 y 1945 pensando, como un ludópata terminal, que esta vez sí, que con este envite logrará hacer saltar la banca y llevarse el botín europeo ?.

¿El resto de socios de la Unión Europea van a tolerar este nuevo rapto de Europa por una Alemania disfuncional a la que habría que devolver a la escuela hasta que aprendiese correctamente su propia Historia?.

Son preguntas que, tal vez, tengan una respuesta muy difícil de digerir para muchos en las siguientes citas electorales. Especialmente en las españolas. Tal vez en las italianas, quién sabe si también en las francesas…

 

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


febrero 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
232425262728