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Carlos Rilova

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Una nota sobre la ¿breve? Historia de la Unión Europea (1945-2015)

Por Carlos Rilova Jericó

Hoy este correo de la Historia será muy breve. Tal y como están las cosas en el momento en el que estoy a punto de publicarlo, sobra la retórica.

Como ya sabrán finalmente se ha llegado a un acuerdo para impedir que Grecia salga de la eurozona, tal y como Estados Unidos quería, pero, a primera vista, todo apunta a que ese país -Grecia- se ha tenido que rendir a las exigencias de otro estado de la Unión -Alemania- debiendo aceptar todas las condiciones que se le querían imponer antes del referéndum de la semana pasada más muchas otras.

Algo que, en la práctica, y también a primera vista, pasa por privatizar en beneficio -es de suponer- de empresas alemanas gran parte del maltrecho tejido económico griego. Algo que, la verdad, tiene aspecto de botín de guerra, entregado a los vencedores de esta silenciosa, pero no menos destructiva, guerra -la tercera en un siglo, el que va de 1915 a 2015- de Alemania contra el resto de Europa.

Sinceramente estoy personalmente tan asqueado del espectáculo dado por unos y por otros -un primer ministro griego que finalmente parece ceder, unos dirigentes alemanes cada vez más repulsivos considerados desde el prisma de la Historia, por no hablar de quienes les ayudan incluso contra los intereses de sus propios estados y votantes- que he estado a punto de buscarme cualquier otro tema para cumplir con esta entrega semanal de Historia que, se dice pronto, lleva saliendo cada lunes desde el mes de junio de 2012.

Sin embargo, finalmente no me he resistido a meterme en este tema, de nuevo, por varias razones. La principal ha sido una cierta idea de responsabilidad informativa. En otras palabras, porque siempre me ha parecido un feo gesto hablar una semana de un determinado tema como si fuera lo más importante del Mundo, y al día, o a la semana siguiente, pasar a otra cuestión como si aquello de lo que hablábamos el lunes pasado no valiese ya nada.

Y la crisis griega no puede ser vista así. De ningún modo, ya que, en definitiva, es también una crisis de una buena y gran idea -la Unión Europea- que es lo mejor que se nos ha ocurrido a los europeos en, digamos, unos cinco siglos, y eso, no sé qué pensarán ustedes, no es algo que pueda, o deba, caducar de una semana para otra.

Como ya sabemos Grecia hizo su referéndum, salió que “no” a la política económica impuesta fundamentalmente por Alemania y, en el momento en el que escribo estas líneas, parece que todo eso de nada ha servido y que, finalmente, y pese a las presiones -lógicas presiones- de Estados Unidos sobre Alemania -ocultadas cuidadosamente por determinados medios de comunicación al evidente servicio de ese país- parecen haber quedado en que Grecia deberá hacer lo que se le dicta desde Berlín camuflado como una decisión de toda la Unión.

Los informativos de esta última semana nos han ofrecido imágenes ciertamente odiosas, ultrajantes para quien cree en el proyecto de la Unión Europea. Las han protagonizado, como suele ser habitual, la canciller alemana Angela Merkel y su ministro de Economía, el doctor Schäuble.

Ambos personajes han aparecido ante las pantallas diciendo, en nombre de la Unión Europea, al parecer, qué es lo que puede hacer Grecia con su referéndum y avisando de paso al resto de los estados de la Unión de lo que pueden hacer, cada uno de ellos, con sus ideas y opiniones sobre cómo se deberían llevar los asuntos de esa Unión Europea si es que, por un acaso, son diferentes a las ideas y opiniones de la Derecha alemana que gobierna ahora ese país. La misma que, según parece, incurriendo en altas dosis de miopía e irresponsabilidad histórica, aspira a convertir al resto de Europa en un protectorado, pervirtiendo todo lo que la Unión Europea significaba hasta ahora y para lo que fue creada.

Sencillamente infame visto desde una perspectiva histórica. Que se sepa ni a frau Merkel ni al doctor Schäuble nadie les ha elegido democráticamente en unas votaciones generales europeas para ejercer dicha autoridad. Eso por una parte. Por otra resulta especialmente cuestionable -por no usar palabras más contundentes- que los dirigentes de ese estado de la Unión tengan el atrevimiento de venir a dictar nada en el seno de la Comisión Europea, como si fueran sus dueños, teniendo en cuenta la Historia reciente de Alemania.

No digo nada más. Me callo por hastío, porque, como ya he dicho, hoy sobra la retórica. Tan sólo copiaré, para acabar, un fragmento de una obra de Antony Beevor, solvente historiador militar británico, para que tengamos algo sobre lo que pensar seriamente cada vez que veamos a la señora Merkel o al doctor Schäuble hablar como si fueran los dueños de la Comisión Europea o su Parlamento, que esta semana, con la comparecencia de Alexis Tsipras, mostró una evidente y preocupante división con un cierto aroma a nueva guerra civil europea.

Ahí van las palabras de Antony Beevor extractadas del libro “Berlín. La caída: 1945”: Al ver las fogatas que sembraban las calles, los rechonchos ponis cosacos e incluso los camellos, a los berlineses les parecía que su ciudad se hallaba ocupada por “mongoles” (…). En la ciudad (Berlín) había más de un millón de personas que se habían quedado sin hogar. Seguían viviendo en los sótanos y los refugios antiaéreos. El humo de las fogatas que empleaban para cocinar surgía de lo que parecía poco más que un montón de escombros cuando las mujeres trataban de recrear algo semejante a una vida de hogar para sus hijos en medio de las ruinas.   

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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