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Carlos Rilova

El correo de la historia

Cine e Historia: Winston Churchill y “El instante más oscuro”

Por Carlos Rilova Jericó

churchill-vapuleado-por-la-propaganda-nazi-signal-version-francesa-abril-de-1940Tenía pendiente, desde este verano, ver “El instante más oscuro” para completar, en cierto modo, la serie de correos de la Historia que dediqué al nuevo Cine sobre la Segunda Guerra Mundial que, precisamente este verano de 2017, llenó la pantalla con varias producciones como “Dunkerque” o “La decisión del rey”.

Es por eso por lo que hoy voy a hablar aquí de “El instante más oscuro”, que, por esas cuestiones de pura lógica secuencial, toma la delantera a “Handia” (la exitosa producción guipuzcoana sobre el, más o menos, famoso gigante de Alzo) y a otras muchas películas de fondo histórico que van a llenar la pantalla en los próximos meses. Como, por ejemplo, una (según parece) sorprendente película biográfica sobre la juventud de Karl Marx.

El objetivo de este nuevo correo de la Historia va a ser, pues, tratar de saber qué se puede aprender de Historia de la Segunda Guerra Mundial a través de “El instante más oscuro”.

Esta película británica, dirigida por Joe Wright y protagonizada, magníficamente, por Gary Oldman y Kristin Scott Thomas, parece haber tratado de llevar a la pantalla grande algún que otro libro de Historia. Más concretamente el que firmaba nuestro colega historiador John Lukacs, “Cinco días en Londres, mayo de 1940”. Publicado originalmente hace ya casi 20 años, en 1999.

Efectivamente, la mayor parte de lo que se puede ver en la película, responde a lo que Lukacs recoge minuciosamente en su libro.

Hay que decir, pues, que “El instante más oscuro” refleja de manera exacta el modo en el que Churchill, una vez nombrado primer ministro, en esos electrizantes días de mayo de 1940, deberá enfrentarse con Lord Halifax. Representante de los asuntos de Exteriores en esos momentos en el Gabinete de Guerra que Churchill forma y en el que, como se dice en la película, incluye a sus adversarios más próximos. Como es el caso de Halifax o del “viejo del paraguas”. El apodo sarcástico por el que era conocido Neville Chamberlain. El primer ministro británico al que Churchill reemplaza (como se ve en la película también).

Todo esto es un episodio histórico muy poco conocido. De hecho, por ejemplo, para los lectores en euskera que acudan a la biografía de Churchill escrita por Joseba Arruti, esas negociaciones pasarán casi desapercibidas. Lo que predomina en el caso de obras como ésta o bien en otras biografías de Churchill como la escrita por François Bédarida, es más bien un relato canónico en el que, sir Winston, tras desplazar del poder a Chamberlain y a los dispuestos a pactar con nazis y fascistas una paz negociada, entreguista, se erige en un líder absoluto e indiscutido que, con relativa facilidad, consigue poner a toda la nación británica de su lado. Firmemente dispuesta a endosar el famoso discurso de “sangre, sudor y lágrimas” hasta conseguir la victoria final.

Sólo biografías más completas, como la firmada por el ex-ministro británico Roy Jenkins, o más militantes, como la elaborada por el polémico ex-alcalde de Londres Boris Johnson (“The Churchil factor. How one man made History”), habían abundado algo más en estos aspectos antes del estreno de “El instante más oscuro”.

Fueron momentos verdaderamente dramáticos y que la película sabe explotar a conciencia, mostrando, en emotivas imágenes, cómo Churchill, contra una oposición más que considerable en el Parlamento y en el propio Gabinete de Guerra que ha formado nada más llegar al poder, debe enfrentarse a aquellos que -como Halifax y Chamberlain- estaban dispuestos a, más o menos, rendirse ante las imparables legiones nazis.

En ese aspecto “El instante más oscuro” es una película meridianamente exacta. Ciertamente hay episodios, como el de la reunión que Churchill convoca en su despacho del Parlamento, que han sido levemente deformados para dar mayor fuerza a las imágenes. En esa escena, en la que Churchill logra galvanizar a varios ministros y parlamentarios antes de enfrentarse definitivamente a Halifax, las muestras de entusiasmo de los allí reunidos fueron mucho menores, según diversas fuentes (sobre todo memorias de los testigos presenciales). De acuerdo a esos documentos, reinaba en esa reunión un gran silencio mientras el premier se dirigía a ellos. No parece que hubiera raptos de entusiasmo similares a los que se ven en “El instante más oscuro”. Así, según esas memorias de los presentes en aquella reunión, hubo murmullos de aprobación a lo que decía el primer ministro y, sólo posteriormente, cuando la reunión concluye, algunos felicitaron a Churchill. Uno de ellos recuerda que, incluso, le palmeó la espalda por ese vibrante discurso que incitaba a resistir hasta el final. Pasara lo que pasase.

Otro tanto ocurre con las palabras que la mujer de Churchill, más que solventemente interpretada por Kristin Scott Thomas, dirige a Churchill al principio de la película, pidiéndole que sea más amable. Nos revela Roy Jenkins, en las páginas 661 y 662 de la edición española de su biografía sobre Churchill, que ese diálogo procede de la única carta que la mujer de Churchill cruza con él en 1940. Así pues, lo que se ve en la película, en los primeros momentos, cuando la mujer de Churchill le reprende por su mal carácter es, pues, una dramatización basada en dicha carta, que, por otra parte, está bastante presente a lo largo de toda la película, pautando, en buena medida, la buena interpretación de Kristin Scot Thomas.

Lo mismo pasa con la secretaria de Churchill, Elizabeth Layton, que provoca alguna de esas regañinas por parte de Clementine (la mujer de Churchill) al premier. La muchacha, en realidad, no entrará en el servicio de Churchill hasta el año 1941, Meses después de lo que se ve en la película…

Pero detalles como esos aparte, “El instante más oscuro” es un veraz relato histórico. Al menos hasta donde lo permiten las leyes del Cine…

Desde el punto de vista español, sin embargo, se puede echar de menos que no se carguen más las tintas contra Chamberlain. Al que Churchill sólo reprocha en alguna ocasión que, en esos días de mayo de 1940, Gran Bretaña se vea abandonada, sola ante un enemigo feroz al que las simpatías progermánicas del anterior premier habían permitido llegar a ese punto.

Ciertamente, a pesar de que Anthony Eden es otro de los personajes fundamentales de esta película, poco se trasluce en “El instante más oscuro” del modo en el que la república española, por culpa de Chamberlain, había sido abandonada a los nazis y sus aliados españoles. Dejando así a Gran Bretaña tan aislada en 1940, sin un territorio de reserva penínsular como el que tuvo en las guerras napoleónicas. Tal y como Churchill o Eden ya habían advertido a Chamberlain en 1937, cuando la guerra española aún podía ser ganada por los enemigos españoles de Hitler y no por sus fieles (al menos hasta 1945) adláteres…

Ciertamente, como señala Lukacs en “Cinco días en Londres, mayo de 1940”, el “viejo del paraguas”, Neville Chamberlain, había adoptado en esas fechas una actitud contemporizadora (al menos aparentemente) entre el entreguismo de Halifax y la decidida actitud de Churchill de no rendir jamás Gran Bretaña. Ni a causa de una derrota militar, ni a causa de una negociación como la que proponía Halifax.

Sin embargo, Chamberlain, como se suele decir, tenía un pasado. Uno que iba de 1937 a 1940, durante el que, en efecto, sin llegar a la actitud de vasallaje intelectual a los nazis detectada en Lloyd George (al que Churchill veía como su sustituto ideal caso de una derrota militar y/o diplomática ante los nazis) o en otro miembro de la saga Chamberlain: Houston Stewart, el “viejo del paraguas” había hecho, en esos años de 1937 a 1940, notables esfuerzos para servir en bandeja de plata la mayor parte de Europa a las difícilmente disimulables ambiciones de Hitler. Austria, Checoslovaquia y la república española, habían sido sus víctimas.

Es una lástima, para el público español, que una película por lo demás tan instructiva como “El instante más oscuro”, pase tan deprisa, tan imperceptiblemente, sobre esos acontecimientos que, como la derrota francesa de 1940, Dunkerque o las luchas de poder entre personajes como Halifax o Churchill, son esenciales para comprender cómo el destino de las democracias occidentales se jugó en unos pocos días de mayo de 1940. Para algunas, como la francesa y la británica, sólo durante unos pocos años. Para la española durante una serie de anómalas décadas que todavía arrastran una envenenada herencia histórica hasta la época actual.

 

 

 

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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