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Carlos Rilova

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Historia, novela histórica y un ciclo de conferencias históricas (1719-2019)

Por  Carlos Rilova Jericó

Esta semana le toca al correo de la Historia recordar lo que ocurrió, hace ahora tres siglos, en la fracción Norte del mapa de cierto país llamado España.

Como ya sabrán quienes siguen esta publicación, desde el mes de marzo de este año se ha dado pábulo aquí a un largo ciclo de conferencias que han tratado, precisamente, de ese tema. Es decir, de los acontecimientos que tuvieron lugar en ese cuadrante norte del mapa peninsular hace ahora tres siglos.

El ciclo ha seguido su curso y ahora ya se acerca a su cumplido final. Y lo va a hacer con un tema que, me parece, es verdaderamente interesante: la novela histórica y cómo se han reflejado en ella determinados acontecimientos que hoy, todavía, parecen estar olvidados, preteridos, ahogados al parecer por el ruido y la furia que domina a la sociedad española en lo tocante a su Historia en estos últimos años.

Quien se encargará de dar esa conferencia será el historiador y escritor Alfonso Mateo-Sagasta. Acaso la persona más indicada por su conocimiento reglado de la ciencia histórica (en tanto que licenciado en la materia) y su experiencia como novelista avalada por numerosos títulos. Entre otros su muy recomendable serie de Isidoro Montemayor. Una mezcla de novela negra e histórica en la que un veterano de los hoy demasiado traídos y llevados tercios españoles (Isidoro Montemayor), debe resolver una serie de intrigas policiales en un Madrid -y una España- de la época de Felipe III que Alfonso Mateo-Sagasta describe con mano magistral y una precisión histórica que debería ser más imitada a este lado de los Pirineos a la hora de escribir novelas que luego quieren se les ponga el adjetivo de “históricas”.

Desde ese punto de partida, este autor nos hablará el día 17 de octubre, a las siete de la tarde, en el salón de actos de la Biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián, de cómo las novelas históricas que han tenido como telón de fondo los acontecimientos de la Guerra de la Cuádruple Alianza (1717-1721) han reflejado en sus páginas el papel de una de las principales potencias implicadas en todo aquel asunto.

Es decir, la monarquía imperial hispánica que, por lo general -y la cosa no parece estar mejorando mucho en los últimos tiempos- no ha salido demasiado bien reflejada en esa clase de escritos.

Ciertamente, por lo general, la novela histórica española, como no puede ser menos en un país tan desarmado intelectualmente, ha tendido al catastrofismo, a la pintura negra de los acontecimientos.

Ese fenómeno histórico, como todos ellos, tiene su explicación lógica. Científica de hecho, para ser más precisos.

Por un lado, hasta hace bien poco el panorama intelectual español ha estado dominado por el llamado “Noventayochismo”. Es decir, las secuelas intelectuales de la derrota española en el año 1898 ante Estados Unidos en Cuba y Filipinas (aunque no en Puerto Rico) que llevaron a una reacción exacerbada de pesimismo nacional. El mismo que trataba de explicar el cataclismo de la pérdida de esas colonias americanas y asiáticas en base a una Historia de España jalonada de errores y desastres seriales.

Por otro lado, ni la derrota de 1898, ni la posterior reflexión pesimista sobre ella, habían surgido de la nada justo el día después de que llegasen a España las noticias de la derrota del almirante Cervera en Santiago de Cuba y del contraalmirante Patricio Montojo en Cavite…

En efecto, ya antes de esos atrabiliarios sucesos de 1898, en España se había introducido una visión pesimista de su Historia. El principal responsable fue Antonio Cánovas del Castillo. Historiador, pero también novelista, que sentó las bases de un discurso decadentista de la Historia de España que, de hecho, habría que considerar como un factor de peso importante cuando miramos a los acontecimientos de 1898.

Cánovas, visitante asiduo de San Sebastián en los veranos, por cierto, no instauró precisamente por estupidez congénita ese discurso histórico y literario que proyectó un papel casi irrelevante para España en el panorama de la novela histórica. Al contrario, tal y como lo describen sus biógrafos más notables -por ejemplo el profesor José Luis Comellas- era alguien muy inteligente y que parecía haber nacido para ser presidente del Gobierno de España.

El caso es que cuando alguien quiere ser imprescindible para algo -un país, por ejemplo- o para otro alguien, lo normal -aunque no lo más saludable- suele ser la estrategia psicológica de aparentar ser realmente imprescindible. En la España bastante agitada del siglo XIX Cánovas lo tuvo fácil: le bastó con cargar las tintas negras del devenir histórico español para convencer al país de que necesitaba un salvador providencial. Él, por supuesto…

Tan activa campaña de propaganda, que minaba aún más lo ya minado por otras anteriores (la proyectada desde la Francia de Luis XIV en 1700 para demostrar que el cambio de dinastía en España era imprescindible, la de Napoleón Bonaparte hacia 1807 con el mismo fin que la del Rey Sol…), tuvo indudablemente su éxito. Tanto por el empeño con el que la alentaron figuras fundamentales en la Política española del siglo XIX, como porque a los antiguos rivales (y en ocasiones aliados) de España, les venía estupendamente que ese país -que tantos problemas les había ido causando desde el siglo XV hasta comienzos del XIX- estuviese desmoralizado y desfondado intelectualmente.

De ahí devino la pobre imagen de España en la novela histórica que, desde esas fechas, ha sido uno de los principales vehículos de difusión de la Historia

Es así, en buena medida, como los acontecimientos de 1719 fueron desapareciendo de las novelas históricas. Y con ello del imaginario colectivo sobre la Historia. Es por eso, en buena medida, por lo que hoy cualquiera en España sabe bien que Alejandro Dumas escribió “Los tres mosqueteros”, pero nada sabe de otra de sus novelas: “El caballero de Harmental”. Justo aquella donde se reflejaban con exactitud y acierto las verdaderas circunstancias de la España de 1719 que, sin embargo, para los españoles de hoy día -víctimas del Decadentismo y el Noventayochismo todavía- resultan imposibles de creer.

Hechos históricos, sin embargo, perfectamente reales. Como la conspiración del embajador español en París -el príncipe de Cellamare-, las batallas de la Guerra de la Cuádruple Alianza libradas en territorio guipuzcoano o catalán, o con regimientos de línea españoles -como el África, organizador de este ciclo, o el Galicia- desplegados en el País Vasco, en todo el Sur de Italia o sobre tierras escocesas…

Todo eso resulta hoy día, sí, increíble para el lector de novela histórica española porque, desde “El caballero de Harmental”, esos hechos ciertos empezaron a desaparecer de las páginas de la novela histórica nacional o extranjera. O sólo volvieron a aparecer allí para remachar, una vez más, ese clavo firmemente martilleado en la mente colectiva de España desde mediados del siglo XIX, en el que la Historia de ese país (cuando menos en la llamada novela histórica) debía aparecer como una sucesión de derrotas y disparates -como bien indicó en su día la académica de la Historia Carmen Iglesias- sólo posibles en un país que ni siquiera debería haber estado en Europa.

Una sucesión de crasos errores de percepción de la Historia que, en fin, este jueves 17 de octubre de 2019 tratará de explicar Alfonso Mateo-Sagasta. Un historiador y cabal novelista autor de novelas históricas. Y lo hará en la Biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián erigida hoy donde, lo crean o no (como buenas víctimas del decadentismo canovista o el Noventayochismo), hace ahora tres siglos, en 1719, se jugó el destino de Europa (y con él el del resto del Mundo) para todo el Siglo de las Luces, desatando aquellos hechos unas consecuencias que poco o nada tenían que ver con una España en decadencia.

Esa misma que sólo existió en interesadas campañas de propaganda política, o en la imaginación de algunos astutos políticos españoles -y novelistas históricos- de mediados del siglo XIX, que dejaron tras de sí una pesada herencia en la que los desastres imaginados de ayer se acababan convirtiendo en realidades. Por ejemplo en 1898…

 

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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