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Carlos Rilova

El correo de la historia

“Lleve el mensaje a García”. Historia de A. S. Rowan y sus herederos (1898-2020)

Por Carlos Rilova Jericó

Hará un mes más o menos comentaba en esta página que, como comisario, acababa de inaugurar en la Biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián una exposición promovida por el Departamento de Cultura de la Diputación guipuzcoana. Quizás lo recuerdan.

La exposición estaba destinada a conmemorar que ahora hace 100 años, el 30 de julio de 1920, se reunió en la capital guipuzcoana el VII Consejo de la Sociedad de Naciones. Aquel artefacto político que trató de evitar una nueva guerra mundial -y no lo consiguió- y del que salió finalmente la actual ONU que, de momento, parece haber tenido mejor suerte.

En poner a punto dicho proyecto, en un tiempo récord, tuvieron responsabilidad muchas manos. No sólo las mías. Las del actual diputado de Cultura, Harkaitz Millán (que por algo es también historiador), su equipo y, en un lugar que hay que destacar, la empresa Herederos de Rowan, que ha sido la diseñadora del cartel que anuncia la exposición. Extremo este -el del diseño de tan bella pieza- que (supongo que por culpa de los famosos duendes de la Linotipia) se me atribuyó erróneamente a mí en un artículo publicado esta semana pasada en la edición en papel de este mismo periódico.

Aclarado que entre mis escasas virtudes tampoco se cuenta la de diseñador gráfico, esto me da pie, sin embargo, para explicar -y contar- hoy aquí cómo es que existe una empresa que eligió llamarse “Herederos de Rowan”. Y es que la Historia que hay detrás de ese nombre que ostenta esa factoría de ideas y comunicación asentada en latitudes guipuzcoanas -con magníficas vistas al puerto de Pasajes- es verdaderamente interesante.

En las muchas conversaciones que tuve con las cabezas pensantes de Herederos de Rowan, para que el 30 de julio existiese algo que pudiéramos llamar “exposición” (cartel incluido), me explicaron con detalle quién era Andrew Summers Rowan y vi lo adecuado que resultaba para una empresa dedicada a la comunicación reclamarlo como nombre e inspiración. De hecho, ellos mismos tiene un sugestivo libro de bolsillo en el que explican, muy amenamente, esas razones que yo voy a tratar de resumir aquí a partir de esa y otras fuentes.

Andrew Summers Rowan nació en 1857. Es decir a pocos años de las mismas fechas en las que el general Prim se lanzaba, con franceses y británicos, a su breve aventura mexicana que todavía hoy espera que la lleven al Cine, en justa reciprocidad a las muchas películas dedicadas a los militares franceses de esa época en Hollywood y en la esfera del cómic. Así, a diferencia del citado general Prim, A. S. Rowan llegó tarde a la Guerra de Secesión norteamericana. Sin embargo, eso no le impediría hacer carrera militar.

Y a fe que fue bastante curiosa. Cuando estalla la Guerra hispano-estadounidense, el entonces teniente Rowan fue llamado por el Secretario de Guerra yankee. Éste, según parece, tan sólo le dio una orden escueta que, según diferentes versiones, habría sido “lleve el mensaje a García” o “lleve este mensaje al general García”. Al parecer el conocimiento de Rowan de la lengua castellana, hizo que recayese sobre él tal responsabilidad. El mensaje en cuestión eran instrucciones precisas para que los insurgentes cubanos convergiesen con las tropas que Estados Unidos iba a enviar allí. García era, concretamente, el líder insurgente Calixto García.

Rowan no preguntó nada después de recibir esa orden. Simplemente se levantó y, por su cuenta, preparó el viaje desde Washington D. C. hasta Florida y de allí a la ciudad cubana de Bayamo, a la que le condujo una partida de mambíses. Verificada la entrevista que, al parecer, todavía hoy es conmemorada en esa ciudad por una placa, Rowan se fue a las Bahamas vía Camagüey.

Todo esto lo contaba en “Las guerras mambisas” un notable historiador y anglista español, el coronel Santiago Perinat -nacido en Bilbao por cierto- y él mismo con una interesante y algo agitada biografía, pues fue fundador en 1974 de la famosa UMD. La Unión Militar Democrática que trataba de devolver España a la democracia, de un modo similar al empleado por los militares portugueses contra la dictadura salazarista con la llamada “Revolución de los claveles”.

También nos contaba este militar e historiador que la extraña hazaña comunicativa del teniente A. S. Rowan fue inmortalizada (con bastantes dosis de exageración y fantasía) porque en 1936 se haría una película -“A message to Garcia”- dirigida por George Marshall, protagonizada por Wallace Beery y la más conocida Barbara Stanwyck y con la participación (finalmente suprimida en el corte final) de una artista de origen español, Margarita Cansino. Más conocida como Rita Hayworth desde esos sus primeros pasos en el Cine de Hollywod…

En España, seguía contando Perinat, la inmortalizada hazaña de A. S. Rowan se prodigó a partir de 1970 en medios militares como un muy buen ejemplo de cómo un oficial subalterno no debía incordiar al mando con detalles superfluos, sino limitarse a ingeniárselas para cumplir las órdenes. En este caso llevar un mensaje a un general. Aunque fuera uno, como decía literalmente el coronel Perinat, al que se recomendaba en el citado mensaje dar “leña” a los españoles…

Bien, pues así fue como A. S. Rowan acabó recalando en San Sebastián, muchos años después, cuando la Guerra hispano-estadounidense, como su canotier, se habían convertido en cosas ya de un pasado casi entrañable, suavizado por el paso del Tiempo.

¿Qué mejor nombre podía haber para una empresa que se dedica a comunicar, a llevar mensajes, que el de aquel militar norteamericano que se las ingenió, sin mucha ayuda, para llevar un mensaje, para comunicar algo, y, además, en medio de una guerra abierta?

En mi opinión no cabe mejor ni más elegante y evocadora elección para una empresa que, efectivamente, se dedica a eso. A comunicar. Por ejemplo, por medio de diseños y carteles que quienes ahora leen estas páginas podrán disfrutar y admirar -junto a la labor de este historiador- en la Biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián hasta este 17 de octubre. Para recordar así hechos históricos que pasaron, sin duda, ante la impasible y flemática mirada de Andrew Summers Rowan, que moriría con rango de teniente coronel (aunque algunas publicaciones le atribuyen el de coronel), tras retirarse del Ejército en 1909.

La hora fatal le llegó al flemático Andrew Summers Rowan en 1943, ya en plena Segunda Guerra Mundial. Tras haber asistido a la primera, a la creación de la Sociedad de Naciones y a su fracaso en 1936 con la Guerra Civil española (consecuencia en buena medida de lo ocurrido en 1898). Fue entonces cuando el hombre que había sabido llevar el mensaje a García, dejará este mundo en el que había adquirido una fama tan singular que vive todavía hoy entre nosotros, a través de sus herederos guipuzcoanos. Sea por muchos años.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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