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Carlos Rilova

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Vidas poco paralelas. De Versalles a Angola Janga. De Zumbi al Rey Sol (A. D. 1695)

Por Carlos Rilova Jericó

Plutarco, no es ningún misterio para quienes hicieron el antiguo Bachillerato, escribió una obra titulada “Vidas paralelas”. En ella comparaba a personajes de lo que ahora llamamos “Antigüedad”, como Alejandro Magno y César entre muchos otros. Durante siglos esa obra ha sido un clásico con el que se han estudiado esas lenguas también llamadas “clásicas” y se han cultivado muchos espíritus cultos.

Esa, podríamos decir, es su importancia general. Para el historiador, aparte de un documento sobre la que llamamos “Historia Antigua”, las “Vidas paralelas” constituyen una interesante lección de Historia. En efecto, aparte de ser un documento histórico es también un modelo sobre cómo escribir Historia. De hecho, ésta no sería la primera vez, desde luego, que se trae a colación el nombre de Plutarco como punto de partida para hablar de vidas paralelas. O no tan paralelas.

Ese sería el caso del que se va a ocupar hoy el correo de la Historia. Pues pese a haber coincidido en el tiempo, es posible que no haya vidas menos paralelas -en el sentido que Plutarco daba a esa idea- que las de Luis XIV de Borbón y un personaje llamado Zumbi.

Al primero de los dos se le conoce perfectamente. Tanto dentro del campo de los especialistas en el tema, como a nivel, digamos, más popular. Al segundo prácticamente no lo conoce nadie fuera de Brasil. Yo, lo confieso, no lo conocía, ni me había preocupado por su posible existencia hasta que recientemente di -entre las novedades recibidas para la sección de cómics de la Biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián- con una de esas hoy famosas novelas gráficas que antes se despachaban como “tebeos”.

La novela gráfica en cuestión tiene un título que es difícil pasar por alto: “Angola Janga”. Por otra parte, ha recibido el prestigioso premio Eisner en el año 2018.

Pero, aparte de esas presuntas virtudes, “Angola Janga”, que ahora ha puesto a disposición del público español Flow Press, tiene otras muy considerables como vamos a ver. Es producto de un dibujante brasileño, Marcelo D´Salete, con una larga y galardonada trayectoria que ha hecho aquí un trabajo más literario que histórico en las más de 400 páginas de “Angola Janga”.

En ellas abunda, ante todo, el dibujo, en el clásico formato de viñetas, “bocadillos”, etc… Es decir, el habitual lenguaje del llamado “Noveno Arte”. Pero aparte de eso D´Salete (que también tiene un master en Historia del Arte) ha sabido plasmar en esos centenares de páginas once años de investigación en torno a Zumbi y la historia que lo rodeó hasta su muerte en 1695. Un viaje que para Marcelo D´Salete comenzó en la escuela, como él mismo nos cuenta, cuando una compañera le recordó que era “el día de Zumbi”, y que acabó visitando el memorial dedicado a este ignoto personaje histórico y en esa exhaustiva recopilación de datos históricos, bibliografía, Cinematografía… sobre la vida y circunstancias del desconocido Zumbi que D´Salete ha sabido plasmar bien en las páginas de “Angola Janga”.

De ahí sale un relato gráfico muy denso. Puede frustrar algo a quienes gustan del cómic historicista puro, en la línea de un Hugo Pratt o un André Juillard, y seguramente encantará a quienes disfrutan con el Arte vanguardista inspirado en los patrones del llamado “primitivo” africano, que tanto inspiró a artistas como Picasso.

A través de esos años de investigación y de ese lenguaje gráfico -más complejo y más historicista de lo que parece- D´Salete nos describe la Historia de “Angola Janga”. Es decir, de la Pequeña Angola. Es decir, la de los quilombos -otro día hablaremos de la curiosa supervivencia de esa palabra en el español actual- o comunidades de esclavos fugitivos de las plantaciones e ingenios azucareros del Brasil colonial que se hicieron fuertes en las sierras y selvas interiores de ese gigantesco país, todavía cubierto por junglas casi desconocidas.

Angola Janga, como nos cuenta D´Salete, no fue tan pequeña como se podría deducir del nombre que le dieron los malungos -esclavos fugitivos, compañeros- en su momento. De hecho, fue una auténtica república cuya capital, llamada Macaco, llegó a tener hasta 6000 habitantes.

Era un vasto conglomerado de poblaciones fortificadas que incluso contará con lo que sería el equivalente a una academia militar, donde se entrenaba a los malungos que debían defender esa vasta república de esclavos manumitidos por su propia iniciativa. Es decir, la de huir de las plantaciones e ingenios donde vivían en las habituales condiciones inhumanas que se reservan a los esclavos.

Esos fueron los dominios de Zumbi, jefe (¿acaso podríamos decir rey?) de ese vasto conjunto de personas que entre soportar la servidumbre produciendo azúcar para enriquecer a los colonos portugueses y huir, decidieron huir y resistir en poblaciones a veces formidablemente fortificadas con fosos, empalizadas y otras defensas protegidas por una milicia entrenada al efecto, captada entre los propios fugitivos.

Todo eso ocurrió a lo largo de un siglo, desde la primera fuga registrada en 1597 -que dará origen a Angola Janga- hasta 1695, cuando ésta fue destruida tras arrasar sus defensas y acabar con Zumbi, líder supremo de aquella resistencia altamente organizada contra la brutal forma de colonización europea de América.

Es decir, todo aquello que nos cuenta “Angola Janga” ocurrió al mismo tiempo en el que Luis XIV edificaba Versalles y se lanzaba a aquellas innumerables guerras que tanto lamentaría en su lecho de muerte.

Dicho de otro modo, el deslumbrante Luis XIV, por cuyas venas se suponía corría la más excelsa sangre real, y el insignificante ex-esclavo Zumbi, construyeron reinos, fortificaciones y libraron batallas en los mismos años, vivieron, pues, vidas divergentes aunque paralelas.

Luis XIV moriría en su Palacio de Versalles en 1715, más o menos triunfante aunque lamentando sus numerosas guerras para engrandecer a Francia, para convertirla en la potencia dominante en Europa y el resto del Mundo. Zumbi moriría muchos años antes, en 1695 -cuando Luis XIV aún no se había arrepentido de tantas guerras- asesinado por la traición de uno de los suyos, el mulato Soares que tiene un papel principal en “Angola Janga”. Antes de morir y de que su cabeza fuera expuesta en Recife, vería destruido el que sería el mayor quilombo de esclavos fugitivos de la América colonial y que él había gobernado y guiado durante años.

Esta es una de las grandes lecciones de Historia que nos reserva el libro de Marcelo D´Salete. Pero no es la única. “Angola Janga” es una obra densa. Llena de claroscuros y matices. Antes de Zumbi hubo otros dirigentes en la Pequeña Angola. Algunos de ellos incluso pactaron con el rey de Portugal a cambio de dejar la continua lucha con los colonos lusos y con los conocidos como paulistas o “bandeirantes”.

Estos últimos para unos audaces exploradores, para otros la versión lusobrasileña de la “basura blanca” sureña utilizada como capataces en las plantaciones del “Viejo Sur”. Es decir, utilizados como fuerza de choque para capturar a los fugitivos o nuevas “piezas” de carne humana para nutrir plantaciones e ingenios azucareros y atacar sus núcleos de resistencia. Tarea finalmente inútil, pues hubo muchos otros quilombos después de la desaparición de Angola Janga…

Esos y otros tipos humanos, históricos o inspirados directamente en esa parte de la vasta Historia humana (como los colonos blancos que ayudan o contemporizan con los esclavos fugitivos), aparecen en “Angola Janga” para darnos una gran lección de Historia muy necesaria, casi imprescindible, en estos turbios tiempos que ahora vivimos.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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