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Carlos Rilova

El correo de la historia

El pacto antichino “Aukus”: ¿estamos al final de otro período de entreguerras? (1921-2021)

Por Carlos Rilova Jericó

Si algo no ofrece muchas dudas a fecha de hoy, es que vivimos un momento histórico -cuando, a futuro, sea visto así- bastante confuso.

Para empezar, y de forma más que determinante, llevamos ya casi dos años bajo una situación completamente anómala a causa de una epidemia que ha causado un corrosivo estado de cosas y hasta enfrentamiento social en áreas del mundo, como Europa, que con raras excepciones se creían pacificadas, asentadas y estabilizadas desde el año 1945.

Y de todo eso parece derivar que, a medida que pasan los meses, no dejan de aparecer raras sorpresas. Así, en noviembre del año pasado hubo muchos que celebraron la llegada al poder de Joe Biden y en enero de 2021 rugieron de indignación ante el asalto al Capitolio, satanizando al 45 presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y convirtiendo así a Biden, en una especie de mesías de los últimos tiempos que iba a otorgar paz, amor, prosperidad y no sabemos si también Libertad al mundo entero.

La experiencia de enero a agosto, sin embargo, empezó a traer crudas desilusiones para ese sector de la opinión pública que en las redes sociales llamaba tirano a Trump y, naturalmente, consideraba a Joe Biden como poco menos que un rey Arturo redivivo.

La peor de todas llegó hace unas semanas cuando Afganistán fue abandonado por Estados Unidos en una retirada nada ordenada y que despertó los ecos de la derrota de Vietnam que traumatizó a toda una generación de norteamericanos. Como muy bien nos lo ha recordado Hollywood durante décadas. Curiosamente, las redes sociales, una vez más, demostraron que la capacidad de autoengaño humano no conoce límites: aquello era culpa de Trump, de nuevo, no del viejo Joe, que simplemente se había limitado a salir de allí obedeciendo incomprensiblemente las directrices marcadas por la administración Trump, que ya tenía planeada esa retirada de ese lugar de alto valor geoestratégico. Como señalé en otro correo de la Historia dedicado a explicar las raíces históricas del tema.

Pero las sorpresas no han acabado ahí. Esta misma semana pasada Biden hizo justo lo contrario a lo que se esperaba de él. Es decir, seguir el camino marcado por Trump. En este caso el de enfrentarse a esa China que hace ahora un año, tanto “conspiranoicos” como ciudadanos bien integrados en la “nueva normalidad”, coincidían en considerar como el modelo que se quería imponer a Occidente. Los primeros para denunciar la muerte de las democracias liberales, los segundos para aplaudir que así fuera porque, en fin, en su docta opinión, las democracias liberales, son un verdadero asco, comparadas con sistemas policiales y totalitarios, distópicos, como la China comunista.

Bien, pues al parecer el viejo Joe no está ahora muy de acuerdo con esos entusiastas de la China neomaoísta. Ni tampoco Gran Bretaña, ni tampoco Australia, que han firmado un pacto conjunto para contener a esa potencia en el Pacífico. Y, así las cosas, cabe preguntarse si desde este 15 de septiembre, el mundo se encontraría, en realidad, en un momento histórico que sería similar al final de otro período de entreguerras. Como el que comenzaba hace un siglo y culminaba un 1 de septiembre de 1939.

En ese período las democracias liberales -fundamentalmente Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos- vieron cómo una catástrofe económica, el Crack del 29, les iba comiendo el terreno frente a totalitarismos como el soviético y el Nazifascismo. El miedo de esas democracias a desencadenar una nueva guerra, no hizo sino alentar a esos sistemas genocidas y policiales, antiliberales, hasta que, finalmente, en 1939, las acorraladas democracias tuvieron que enfrentarse a esos totalitarismos que, como todos ellos, sólo aspiraban a dominar el mundo y al ganado humano -así lo ve esa teoría política- que vive en él y que ellos eliminan o dejan vivir a voluntad del Partido único.

Hoy, cien años después, y en medio de este desfondamiento ideológico de Occidente bajo la sombra de una pandemia al parecer inacabable, ¿estaríamos pues ante una reedición de esos hechos? ¿Australia, Gran Bretaña y los Estados Unidos de Biden serían esas democracias liberales que, asustadas por el avance ideológico, económico, militar…, de una gran potencia totalitaria como China, finalmente han decidido enfrentarse a ella como, más o menos, ocurrió en 1939?

Es difícil aventurar nada. Los árboles del Presente no dejan ver el bosque de la Historia, pero en base a datos fehacientes hay que decir que en alguno de los firmantes de ese pacto antiChina llamado “Aukus”, queda poco de la democracia liberal que eran.

Australia, por ejemplo, está bajo la ley marcial y responsables políticos suyos han dicho -y que yo sepa no lo han desmentido- que con epidemia o sin ella, piensan seguir aplicando restricciones. A la Libertad de movimiento por ejemplo. De hecho, pese a que las noticias son confusas, parece que esa isla, país, continente… está ahora mismo en estado de insurrección civil de la ciudadanía ante medidas como esas, que suspenden las libertades fundamentales sine die y sin que haya ya ni siquiera una emergencia sanitaria creíble para justificar ese estado de excepción.

Y esto no parece ser sino un suma y sigue de otras medidas autoritarias similares adoptadas por Joe Biden en Estados Unidos, vulnerando frontalmente las leyes internacionales derivadas del Código Núremberg de 1947, redactado para evitar que se repitiera la barbarie nazi y que, de hecho, fueron puestas en solfa nada menos que por su propia vicepresidenta, Kamala Harris. Nueva sorpresa ésta para los amigos, y amigas, de las ideas simplistas -propias de una secta destructiva- sobre esa administración.

Eso por no hablar de un tampoco desmentido Auto de Fe consentido en Canadá, otro país que podría unirse a ese pacto “Aukus”. Allí otra administración supuestamente liberal, democrática, ha quemado 5000 libros por considerar que su contenido no era políticamente correcto… Un hecho que les asimila a los mismos que en 1939 hacían otro tanto en Alemania. Algo que cualquier persona que no viva autoengañada puede, y debe, admitir sin género de dudas.

Dadas esas circunstancias, y en tanto no se demuestre lo contrario, el Pacto “Aukus”, más que un nuevo enfrentamiento entre potencias democráticas y totalitarias, como en 1939, sería más bien lo que podríamos llamar la “Variante Orwell”. Es decir, el enfrentamiento entre potencias totalitarias y otras en una deriva de corte totalitario -Canadá, Australia, Estados Unidos…- del mismo modo que sucedía en la hoy tan citada novela “1984”. Donde potencias tan totalitarias unas como otras, sostenían una guerra sin fin cuya meta era, en realidad, mantener un estado de guerra permanente, para que su propio opresivo totalitarismo estuviera justificado.

A fecha de hoy, como digo, es eso lo que estaríamos viendo. A menos que una antigua conspiranoia -como la del virus de laboratorio que hoy parece es ya verdad oficial- se convierta en otra nueva verdad oficial. En este caso que la Administración Biden sólo existe de nombre y, como ya ha reconocido algún medio “serio”, la que se está imponiendo es una Administración Trump paralela, que estaría recuperando el poder subrepticiamente para acabar con esa deriva totalitaria en Occidente. Algo que, personas muy serias y con un doctorado en Comunicación -además de autoras bestseller- como Cristina Martín Jiménez, ya habían descrito hace más de un año como perfecta -y enfermizamente- planeado por personas que, evidentemente, no estarían en su sano juicio ni saben lo que es realmente vivir bajo un sistema totalitario. Por mucho que eso se adorne con revenida épica pseudorrevolucionaria.

En definitiva: cuando los árboles del Presente nos permitan ver el bosque de la Historia futura, sabremos si lo que hoy vivimos desde el 15 de septiembre es la materialización de la peor pesadilla de George Orwell o, por el contrario, una extraña y laberíntica reedición del fin del período de entreguerras de 1921-1939 a través de ese “Pacto Aukus” …

Sólo daré una pista optimista para quienes creen, como Churchill, que la democracia liberal es el peor de todos los sistemas a excepción de todos los demás: un medio tan solvente como el “The Wall Street Journal” señalaba en su edición de 13 de agosto de 2021 que dentro del propio partido comunista chino hay quienes ven ya a sus actuales dirigentes como peligrosos dementes megalomaníacos. A los que habría que “neutralizar” de inmediato por esas derivas tipo “Reich de los Mil Años”.

Así pues, parece por fuente tan seria y fiable, que habría claros indicios de que las dictaduras totalitarias, incluso las que parecen mejor armadas, empiezan a cotizar muy a la baja y dejan de ser una buena inversión. Tanto económica como política… Todo un aviso para quienes, asombrosamente, cantaban desde las viejas democracias liberales las alabanzas a esa China de Xi Jinping y su modelo de control absoluto, asfixiante. En definitiva humanamente inviable -además de indeseable- para un Occidente nacido de una revolución que puso en el centro de todo las libertades personales como bienes fundamentales e irrenunciables…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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