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Carlos Rilova

El correo de la historia

Cine histórico y castigo. La “Solución final” y otra matanza de inocentes (1942-2022)

Por Carlos Rilova Jericó
Tal vez no parezca muy propio de fechas navideñas hablar hoy de Cine histórico sobre la (in)famosa “Solución final”, perpetrada por el régimen nazi a partir del 20 de enero de 1942.
Sin embargo, me he atrevido con el tema -por así decir- por aquello de que mañana es el también famoso “Día de los Inocentes”. Curiosa tradición de los cristianos no anglosajones. Una en la que otra matanza de inocentes, la presuntamente decretada por el rey Herodes para eliminar a un niño que -según profecías- iba a ser rey de los judíos, ha sido convertida en un día en el que la gente se dedica a gastar toda clase de bromas más o menos pesadas con el objetivo de, fundamentalmente, divertirse. En este caso a costa de la Inocencia de otros…

Algo que, como digo, no es propio de la tradición cristiana anglosajona, que remite ese Día de los Inocentes -“All fools day”- a una fecha lejos del calendario navideño. Concretamente al 1 de abril. Acaso por considerar, con buen criterio, que eso del Día de los Inocentes, no era más que una reminiscencia pagana que la Iglesia católica, tan odiada por ellos, había asimilado, cristianizándola.

Pero dejemos esa cuestión que no es la principal que se ha venido a tratar aquí. Pues, como dice el título de este nuevo correo de la Historia, hoy quería yo hablar, otra vez, de otra matanza de inocentes, cometida no ha muchos años, a partir del 20 de enero de 1942, y de cómo eso ha quedado reflejado en ese Cine que llamamos “histórico”.

Esa nueva matanza de inocentes fue la llamada por los nazis “Solución final”. Y para más señas solución final al que ellos calificaban como “problema judío”.

En la práctica, más allá de toda esa odiosa retórica parda, se buscaba el exterminio total de esa raza judía que ellos creían no era digna de vivir sobre la Tierra.

Ese asunto, por supuesto, ha quedado reflejado en infinidad de libros de Historia. Desde biografías de Hitler hasta libros genéricos sobre la dictadura nazi y obras específicas dedicadas a esa evasiva cuestión como el de Mark Roseman, “La villa, el lago, la reunión. La conferencia de Wannsee y ‘la solución final’”, pasando por novelas ucrónicas como la “Patria” de Robert Harris de la que ya se ha hablado, también, en anteriores correos de la Historia.

Y, claro está, el Cine también ha dado cuenta de ella. Y de las consecuencias que trajo para quienes se creían invencibles. Es el caso de dos películas de estilos y épocas muy diferentes pero que es recomendable ver en orden sucesivo.

La primera de ellas es “La solución final”, estrenada en el año 2001 y protagonizada por grandes estrellas del Cine británico y norteamericano como Kenneth Branagh y Colin Firth.

Con un esquema más propio de una obra teatral que de una película “de guerra”, “La solución final” retrata con un realismo escalofriante la reunión de Wannsee en la que gerifaltes de las SS como Heydrich deciden que el Nazismo pase a su fase siguiente. Es decir, la de completa barbarie sin necesidad de disimulos ya. Ese es el eje de la película. Y esa es su gran virtud como vehículo de conocimiento histórico y advertencia política. El enfrentamiento entre el Heydrich interpretado por Branagh y dos escrupulosos juristas: el doctor Stuckart, (interpretado por Colin Firth) y Friedrich Wilhelm Kritzinger (no confundir su apellido con el de Kissinger, pese a su similitud). Ambos “padres” de las repugnantes leyes (por decir algo) de Núremberg que establecían como legal (también por decir algo) la muerte civil -y lo que viniera después- de miles de ciudadanos alemanes de religión, o raza, judía.

Eso es lo que realmente muestra “La solución final”. Cómo un sistema que se cree civilizado, legal, basado en el Derecho, en realidad no era más que la antesala de la barbarie más desnuda. La que no necesitaba de complejidad legal alguna, ni siquiera las (in)famosas Leyes de Núremberg elaboradas por sesudos juristas y especialistas en Derecho como Stuckart. El mismo personaje que viene a descubrir en esa película que él, como los judíos a los que había condenado a la muerte civil por su sola raza o religión discrepante con el régimen de Hitler, también estaba ya de más en un mundo en el que el que decidía era un bárbaro como Heydrich. Uno que, sin perder la sonrisa, deja claro a todos los jerarcas del régimen allí reunidos -tanto miembros del partido en uniforme como funcionarios en impecable traje- que el Nazismo, como sistema político, no necesita ley ninguna, que sólo impera ya la Ley del más fuerte que se permite aniquilar a cualquiera que le estorbe, que no entre en sus esquemas abiertamente criminales…

La segunda parte de esos hechos absolutamente históricos nos la narra, como decía, otra gran película, pero muy anterior en el tiempo a “La solución final”. Se trata de “Vencedores y vencidos”, dirigida por Stanley Kramer, protagonizada por Spencer Tracy y estrenada en el año 1961.

En ella se describe para la gran pantalla lo que le ocurrió, realmente, a gente como Stuckart o Kritzinger una vez que las tropas aliadas, al menos las occidentales, restauraron en parte del mapa de Europa, algo similar a la civilización basada en los fundamentos de esa misma Europa ilustrada y democrática que abominaba de la Ley del más fuerte y de la descarada, insultante, barbarie del Nazismo.

El título original de la película, en realidad, era “Juicio en Núremberg”, pues de ese juicio hablaba. El de Núremberg, donde esos aliados quisieron simbolizar la destrucción total de las abominables Leyes de Núremberg elaboradas con todo cuidado jurídico por Stuckart y otros juristas como él. Y Kramer eligió bien el foco sobre el que recaería la trama de la película, porque los principales acusados son jueces. No jerarcas nazis de brazalete con esvástica y uniforme paramilitar.

Así la película de Kramer da toda una lección sobre esos individuos que creen compatible dos conceptos tan adversos como Derecho y Barbarie. Las Leyes de Núremberg jamás deberían haber sido llamadas así porque, como se ve en “La solución final” y más aún en el discurso final de “Vencedores y vencidos” hecho por el juez nazi interpretado por Burt Lancaster, la Ley, entendida como una norma justa y razonable para asegurar la convivencia en sociedad, jamás puede basarse en la persecución, exterminio y destrucción de una parte de esa sociedad.

Todos los intentos que ha habido de cometer tal atrocidad, tal aberración, han terminado del único modo que podían terminar y por un sistema ya bien conocido por los antropólogos e historiadores desde tiempos prehistóricos: el que tal pretende, el que quiere establecer un dominio férreo sobre una comunidad en base al Miedo, al odio esparcido entre los diferentes miembros de esa comunidad, acaba concitando contra sí a una mayoría que, a medida que aumenta el voltaje de esos planes de dominio, comienza a verse como la siguiente víctima.

En las sociedades llamadas “primitivas” la cosa terminaba con una emboscada al iluminado aspirante a “rey del Mundo” y la eliminación física del mismo. En las sociedades más civilizadas también. Siquiera sea de modo más simbólico, pero igual de eficaz. Como bien se escenificaba en “Vencedores y vencidos” que, insisto, no hizo sino reflejar para la pantalla hechos reales.

Toda una interesante lección que parece cuesta mucho aprender. La de que quienes provocan matanzas de inocentes, incluso amparándose en una pseudolegalidad aberrante, demencial (como la del doctor Stuckart protagonista de “La solución final”), jamás son considerados inocentes ni escapan, finalmente, de la verdadera Justicia en la que se basa la verdadera civilización que merece el nombre de “humana”…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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