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Carlos Rilova

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La caída de los dioses nazis y unos cuantos historiadores (8 de mayo de 1945)

Por Carlos Rilova Jericó

Hoy mismo se cumple otro aniversario de uno de los más demenciales planes políticos que la Humanidad haya tenido que sufrir desde hace siglos.

Fue entre el 8 y el 9 de mayo del año 1945. Un poco antes de las 11 menos cuarto de esa noche el mariscal de campo Keitel firmaba la rendición incondicional de Alemania y, en definitiva, de aquel III Reich que iba a durar mil años. Lo hacía ante Zhúkov, otro mariscal, jefe de aquel Ejército Rojo considerado por ese Reich como la fuerza armada de una raza subhumana a exterminar. Amén de una ideología igualmente nefasta para unos nazis que amaban el totalitarismo pero sólo según sus directrices…

La cuestión de ese hundimiento definitivo del III Reich se ha abordado, y magistralmente, desde diversos medios. En el Cine, por ejemplo, en diversas películas. Una de las más recientes y más impresionantes -incluyendo testimonios de testigos directos supervivientes- la alemana “El hundimiento”. Desde la Historia algo similar lo ha hecho el tan ameno como riguroso libro de Antony Beevor “La caída. Berlín: 1945”.

Habría, pues, poco que contar tal día como hoy sobre esto. Salvo, acaso, glosar esas y otras obras maestras sobre ese episodio histórico.

Desde luego yo, hoy, no lo haré. Principalmente porque creo que este es un buen día para hablar de algo de lo que se ha hablado demasiado poco y que, por decencia humana y profesional, los historiadores deberíamos comentar tan a menudo como fuera necesario.

Se trata de un retazo de esa Historia de la Segunda Guerra Mundial, y de ese III Reich, tan desconocido como impresionante. Por no decir escalofriante. Especialmente para los que tenemos el título universitario de historiador colgado en una pared o bien guardado en una carpeta de documentos importantes…

Se sabe poco de ese retazo de Historia por dos razones. La primera es que se ha reducido a casi una caricatura.

De ello se ha encargado Steven Spielberg y su serie “Indiana Jones” de la que hablaba, otra vez, en el correo de la Historia de hace dos semanas. En esas películas vemos, especialmente en la primera de ellas, como el doctor Jones lucha contra malvados nazis que recorren el mundo en busca de objetos antiguos cargados de un especial poder místico. Como el Arca de la Alianza…

El objetivo del llamado “Rey Midas” de Hollywood -no es ningún secreto- con películas así, ha sido triunfar en la industria del entretenimiento y plantear escasas reflexiones serias. No al menos en los inicios de esa rentable carrera suya que, hasta los años 90 del siglo pasado, no se habría planteado cosas como “La lista de Schindler”, “Salvar al soldado Ryan”, “Lincoln” o, la más acabada y madura, “Múnich”.

Así la cuestión de siniestros agentes del Reich buscando antigüedades, cargadas de poder místico o mágico, ha quedado reducida para un gran público a simple aliño de entretenidas películas “de aventuras”.

Lo malo del caso, como ya comentaba más extensamente en otro correo de la Historia de 1 de febrero de 2021, es que eso oculta una parte de nuestra Historia muy real. Y en la que varios historiadores jugaron un papel tan siniestro como el que juega, por ejemplo, el Belloq de “En busca del Arca perdida”.

Así es. Y aquí entra en escena la segunda razón por la que, al filo de un nuevo 8-9 de mayo, tan poco público sabe tan poco del papel de esos historiadores en el impulso y mantenimiento de la demencial maquinaria del III Reich. Esa segunda razón es que se ha escrito muy poco sobre esa cuestión. Hasta dónde yo sé, a fecha de hoy, hay pocos libros serios sobre el tema y asequibles al gran público que quiere saber realmente de Historia cuando sale del Cine tarareando la pegadiza sintonía de Indiana Jones.

Uno de ellos es el que fue titulado en España “El plan maestro” y lo firmaba, en nombre de un equipo, la antropóloga canadiense Heather Pringle.

El libro en sí (del que también hablé en 1 de febrero de 2021), parece una novela bestseller de esas que, con la habitual ecuación nazis-templarios-Santo Grial o similar, baten récords de venta en kióskos de aeropuerto y supermercados. En realidad se trata de un magnífico ensayo histórico.

¿Qué nos cuenta exactamente “El plan maestro”? Pues sencillamente los delirios intelectuales de Heinrich Himmler. Número 2 del III Reich y uno de los mayores asesinos de masas del siglo XX: el jefe de la élite nazi conocida, habitualmente, como “las SS”.

Dentro de los planes de Himmler estaba ese que vemos precisamente caricaturizado en la saga “Indiana Jones”. Es decir, por medio de descensos vertiginosos al mundo de la Magia, de las Pseudociencias… apoderarse, por todo el contorno del globo, de esos objetos místicos dotados, según creencia inveterada y universal, de un poder especial que debía ayudar al Reich a durar, efectivamente, mil años. Quién sabe si muchos más…

De algunos, como decía, ya hablé en el correo de la Historia de 1 de febrero de 2021. Como por ejemplo la lanza de Longinos que, se suponía, había atravesado el costado de Cristo en la Cruz y estaba en manos de los Habsburgos y sus floridos museos vieneses donde un maltrecho y joven Adolf Hitler la admiraba, soñando con un futuro de poder omnímodo…

De todo ello da cuenta “El plan maestro” de Heather Pringle. De eso y de muchas otras operaciones de la sociedad Ahnenerbe, creada y financiada por Heinrich Himmler con el fin de dar sustancia y respaldo, supuestamente científico, a todo aquello. O también para justificar las delirantes teorías raciales del régimen que acabaron en la “Solución Final” y los campos de exterminio, habitados por seres que ya no merecían ni el calificativo de humanos. Como bien lo describió uno de sus “pacientes”: Primo Levi.

Pero además de eso Heather Pringle nos daba los nombres de varios historiadores que se prestaron a semejante juego, a semejantes justificaciones sin ninguna justificación objetiva salvo la de servir a un régimen liberticida y genocida…

Por todo esto creo que, sí, hoy 8 de mayo, es un buen momento para recordar eso desde una página que se titula “El correo de la Historia”. También para no permitir caer en el olvido que los jueces que juzgaron y condenaron todos aquellos crímenes dejaron ir con apenas leves penas -o con ninguna en absoluto- a historiadores como Herman Wirth que habían sido, al menos hasta 1938, una pieza clave en todo aquel tinglado intelectual, conformándose con ejecutar únicamente, en 1948, a Wolfram Sievers. Jefe político más visible de esa sociedad “científica” que, entre otros horrores, fomentó experimentos médicos con prisioneros del régimen…

Así fue. Y eran tan historiadores como el que estas líneas escribe los autores intelectuales de crímenes como esos. Los mismos que miraron para otro lado, callaron y, tragándose su lógica, su ética profesional y su conciencia -probablemente contándose a sí mismos toda clase de engaños morales… el “bien común”, etc. – pusieron la mano para que sus otras investigaciones fueran generosamente pagadas por dichos dementes, y, sí, se les dejó ir en paz después de todo aquello. Hasta morir de viejos en sus camas y ejerciendo la profesión. Como ocurrió con Wirth, que abandonó este mundo -que tanto contribuyó a convertir en un verdadero infierno para muchos- apenas unos pocos meses antes de que se estrenase “En busca del Arca perdida”…

Parece pues casi un deber de alguna clase que hoy, un nuevo 8 de mayo, no caiga nada de esto en el olvido. Y menos en el de quienes nos llamamos o somos historiadores.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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