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Carlos Rilova

El correo de la historia

Cine, Historia y II Guerra Mundial… “El hombre del corazón de hierro”

Por Carlos Rilova Jericó

signal-octubre-de-1941-aviador1Finalizo este lunes la serie de artículos sobre la pequeña oleada de películas “de guerra” que hemos vivido este verano.

Tal y como señalaba, la última película destinada a esta serie de artículos sería “El hombre del corazón de hierro”. No por otra razón que por seguir el orden cronológico que marcan las tres películas.

A saber: “El hombre del corazón de hierro” transcurre, fundamentalmente, en el año 1942 y “Dunkerque” y “La decisión del rey” en el año 1940.

Aclarada esta cuestión, pasemos a meditar (siquiera durante unos minutos) qué nos ofrece “El hombre del corazón de hierro” como película que podemos llamar “histórica”.

“El hombre del corazón de hierro” tiene un serio hándicap: es la adaptación a la gran pantalla de un libro peculiar, “HHhH”, firmado por un joven talento de las Letras francesas, Laurent Binet.

El libro en cuestión es una mezcla de ensayo histórico y novela que, incluso, ha tenido imitadores -muy poco acertados, a decir verdad- en el País Vasco.

Laurent Binet confesaba en “HHhH” que trataba de reconstruir, por medio de él, un episodio no muy conocido de la Segunda Guerra Mundial, pero sin duda importante. Algo que esperaba demostrar en las páginas de ese ensayo-novela con el curioso título de “HHhH” que -según explicaba a quienes se animaron a leerlo- era el acróstico en alemán de cierta frase que corría por el Tercer Reich antes del año 1942. Traducido decía “El cerebro de Himmler es Heydrich”: “Himmlers Him heisst Heydrich”. Es decir: “HHhH”.

Binet, en efecto, hacía ahí una reconstrucción minuciosa, casi obsesiva, de cómo un comando de checos y eslovacos exiliados en Gran Bretaña, coordinados con el movimiento de resistencia de la invadida República de Checoslovaquia, se infiltraban en ella (que en esos momentos era el Protectorado nazi de Bohemia y Moravia) para acabar con Reinhard Heydrich. El jefe supremo de ese Protectorado.

El objetivo, como se cuenta tanto en la novela como en la película, era causar, en 1942, un golpe de efecto en una Europa totalmente tomada por los nazis (o sus franquicias locales, como la española y el ambiguo salazarismo portugués) desde Lisboa hasta los Urales.

Como destacaba Binet, las cosas no estaban yendo muy bien para los aliados en ese año 1942. En esas fechas, la que hoy llamamos Segunda Guerra Mundial, aún estaba lejos de dar el vuelco que daría en dos años, hacia 1944. Era pues preciso, para Gran Bretaña, dar un mensaje de esperanza a todos los pueblos aplastados por el yugo nazi o el de regímenes similares como el petainista o el franquista. A ser posible con una exhibición de músculo militar más o menos contundente.

El asesinato de Heydrich, mano derecha de la mano derecha de Hitler, sería una buena escenificación de ese objetivo de los aliados acorralados en lo que quedaba de la URSS y en Londres.

Y eso es lo que finalmente ocurrió y eso es lo que básicamente relatan tanto el ensayo-novela de Laurent Binet como la película de Cédric Jiménez. Con bastante fidelidad a los hechos tanto en un caso como en el otro.

¿Hay, sin embargo, algo de información histórica sobre estos hechos que se pierda en la película? Pues la verdad es que sí, que se pierden algunas cosas (históricamente hablando) en “El hombre del corazón de hierro”.

Para empezar, como es inevitable en toda película, la acción se ha reducido mucho con respecto a lo que nos contaba el libro de Binet. Si se ha leído “HHhH” antes de ver la película de Jiménez, da la sensación de que todo pasa demasiado deprisa y de manera muy resumida.

Y es que es difícil competir con el detallismo (a veces un tanto sarcástico) de Binet. Por ejemplo en la película vemos, repetidas veces, cómo se atasca el subfusil ametrallador que maneja un miembro del comando antes de conseguir disparar contra Heydrich y el sicario que conduce el coche oficial en el que ese general de las SS se desplaza. como un auténtico centurión, por el centro de Praga.

La película, a diferencia del libro, no logra así, sin embargo, explicar la precariedad de medios con la que tuvo que luchar tanto el comando enviado a Praga para esa misión, como muchos de los resistentes (entre ellos muchos españoles en la clandestinidad francesa) que son abastecidos con material británico para luchar contra los nazis en aquella Europa bajo la esvástica. Por ejemplo, con esos subfusiles Sten que, como Binet se empeña en explicar en su ensayo-novela, tenían una fatídica tendencia a encasquillarse. Justo lo que vemos escenificado, sin más explicaciones, en la película.

Aparte de detalles que pueden parecer más o menos anecdóticos (aunque seguramente los miembros de la Resistencia pensaban de manera distinta al respecto) “El hombre del corazón de hierro” tampoco explica, en todo su alcance histórico, otros aspectos que Binet sí desarrollaba más satisfactoriamente a partir de numerosos estudios sobre la Segunda Guerra Mundial.

Por ejemplo el exterminio, como escarmiento, de todo un pueblo checoeslovaco -Lídice- para advertir a todos los territorios ocupados por los nazis de cuáles eran las consecuencias de alzar la mano contra ese dominio.

Las escenas que vemos en la película son una recreación certera de esa represalia, de esa aniquilación total de todo un pueblo de la república checoslovaca bajo dominio del Protectorado nazi. Sin embargo, la película pierde las interesantes reflexiones de Binet sobre otros pueblos que corrieron una suerte similar en aquella Europa convulsa. Caso de Oradour-sur-Glane en la Francia ocupada, que tuvo una suerte similar por razones similares. Por no mencionar otros casos como la masacre de las Fosas Ardeatinas en una Roma donde el régimen fascista se descompone y la resistencia italiana va avanzando posiciones contra los fascistas y sus aliados nazis.

Una vez más, es evidente, la película no puede seguir el ritmo al ensayo. Ni siquiera a la novela. Ni a la que entra en “HHhH” ni a otras como “La hora estelar de los asesinos” del autor checo Pavel Kohout. Un testimonio literario feroz y descarnado de uno de los líderes de la “Primavera de Praga” de 1968 sobre cómo los esfuerzos de la resistencia checoeslovaca sucumbirán en el año 1945, debatiéndose entre los nazis que quieren arrasar Praga en venganza por el bombardeo aliado de Dresde y los soviéticos a los que se les sospechan (acertadamente) intenciones no demasiado amables hacia la república checoslovaca. Pese a, teóricamente, estar del mismo lado de esa resistencia que ha liquidado a Heydrich en 1942 y, mal que bien, ha mantenido la lucha contra el ocupante nazi hasta que los tanques rusos llegan allí.

Esas serían, pues, las limitaciones, como vehículo para aprender Historia, de “El hombre del corazón de hierro”. No muy distintas a las de cualquier otra película del género. Ya sea “Dunkerque”, “La decisión del rey” o bien otras anteriores a éstas que hemos considerado este último mes.

Evidentemente “El hombre del corazón de hierro” sería, como esas otras películas, sólo un comienzo (un muy buen comienzo, por otra parte) para animarse a aprender más sobre esos hechos a partir de otras fuentes.   Poco más se puede decir aquí de esta película “de guerra”…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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