Por Carlos Rilova Jericó
El peligro de pasar demasiado tiempo en bibliotecas es que, al final, uno se acaba encontrando con muchos, a veces demasiados, libros que le salen al paso.
Es lo que me ha ocurrido esta semana pasada con lo que podríamos definir un ensayo gráfico. Hace años ese libro, “Capitalismo ¿por qué?”, se hubiera despachado con la condescendiente definición de “tebeo”. Un poco más adelante en el Tiempo, hacia los setenta del siglo XX, se hubiera definido como “cómic”, de manera más sesuda. Incluso calificándolo como “Noveno Arte”. Hoy ya es imposible no calificarlo como “ensayo gráfico”, pues tebeos y cómics están en franca retirada ante lo que se llama “novelas gráficas”. Es decir, narraciones que antes se hubieran hecho por medio de páginas y más páginas escritas y ahora reducen lo escrito en favor de la imagen. Un efecto más, es de suponer, de la sociedad basada en lo audiovisual en la que vivimos.
“Capitalismo ¿por qué?”, de acuerdo a ese nuevo criterio de clasificación, es un ensayo gráfico, porque no es un relato literario sino un estudio de hechos verídicos. En este caso los hechos son una Historia del Capitalismo. Por lo cual, al historiador, lógicamente, le resulta difícil pasar por alto este libro, no leerlo y, finalmente, no escribir sobre él.
“Capitalismo ¿por qué?” es una obra audaz. Atrevida incluso, pero que al historiador -aunque sea de izquierdas- le genera algo de malestar en muchos pasajes.
Eso, desde luego, no es culpa de la preparación académica o las lecturas de la autora, que ella misma explica cumplidamente en la parte final de su libro. Sin embargo, a través de las páginas de “Capitalismo ¿por qué?” se encuentran argumentos en los que la Historia se interpreta de un modo un tanto dudoso y que lleva a deducir que Atxe ha hecho una lectura selectiva de los libros de Historia que menciona en su bibliografía final. No sólo eso. Esa lectura no sólo parece haber sido selectiva, sino que parece también sesgada por las preferencias políticas de la autora, que derivarían (consciente o inconscientemente) hacia lo que se llamó “Marxismo vulgar”.
En efecto, Atxe comienza comparando la situación del campesinado medieval con la de las masas paulatinamente proletarizadas por el incipiente Capitalismo que, según ella (y sus lecturas selectivas) surgiría en Inglaterra en el siglo XV. Los lectores poco avisados o muy radicalizados políticamente, podrían así caer en el error de creer que la situación histórica anterior al Capitalismo era idílica porque los campesinos poseían tierras comunales de manera generalizada (lo cual no es cierto) y que estas eran fiscalizadas por unos reyes más o menos paternalistas, que desposeían a quienes hicieran mal uso -esto es, en perjuicio de la comunidad- de esas tierras.
Una lista de lecturas más larga y menos sesgada quizás hubiera permitido a Atxe darse cuenta de que el Feudalismo era una situación de explotación tan miserable, o más, que la que se ha podido sufrir en 500 años de Capitalismo. Por decirlo de manera gráfica, la vida de la mayor parte de los campesinos, sometidos en su mayoría a servidumbre feudal, no era como la podemos ver idealizada en “Las muy ricas horas del duque de Berry”, sino más cercana a lo que reflejaba “El aliento del diablo”. Una película histórica española de los años 90 que no tuvo tanta fama y fortuna como se merecía.
El propio Marx, al que Atxe cita abundantemente, era hipercrítico con ese mundo -habló del “cretinismo de la vida rural”- y si consideraba al Capital una verdadera lacra -no sin razón desde luego- no creía que el Feudalismo fuera mucho mejor.
La gran cantidad de ensayos históricos sobre rebeliones campesinas en la Edad Media, también podría haber aclarado a Atxe que si el Capitalismo es malo, el Feudalismo (como el llamado “Socialismo real”), desde luego, no era mucho mejor…
Hay otras cuestiones históricas en “Capitalismo ¿por qué?” que chirrían al historiador. Por ejemplo, cuando esa obra entra en las cuestiones de género y simplifica el sometimiento histórico de la mujer -para poder explotarla mejor- por medio de acusaciones de Brujería… La gran Caza de Brujas del siglo XVII (a la que ella se refiere) fue un proceso histórico mucho más complejo que no sólo buscaba el sometimiento de la mujer, sino muchas más cosas que aún están por desentrañar.
Parece así evidente que Atxe ha leído bastante a la escuela de Margaret Murray (que no tuvo inconveniente en falsificar documentación histórica para presentar la gran Caza de Brujas con trazas que luego han dado alas a la dudosa tesis del feminicidio) antes que a historiadores más serios que han tratado ese tema buscando interpretar aquella locura colectiva como un fenómeno producto de una sociedad que podía ser similar a la actual, pero que, desde luego, en tanto que sociedad del Pasado, no podía reflejar ni articular los valores y categorías morales propios de cierta parte, peculiar, de la Cultura del siglo XXI. Esa que, acríticamente, contra todo rigor y verdad histórica, por razones políticas estrictamente actuales, ha querido creer que las falsificaciones de Margaret Murray son verdad. O, peor, tienen que ser verdad. Aunque no lo sean…
Atxe, es evidente, en muchos pasajes de su libro, reduce la Historia del género humano a categorías muy simples: bueno versus malo, Capitalismo versus Socialismo… obviando dolorosas realidades. Como que el llamado “Socialismo real” acabó formando una sociedad tan opresiva como el peor Fascismo. O que, a fecha de hoy, hay atroces luchas de poder -dignas del peor Capitalismo- entre las filas de quienes han adoptado, como pose, la estética descamisada que se identifica, por ejemplo, con Podemos. Una fantochada que no les impide, sin embargo, comportarse en la práctica como verdaderos caciques decimonónicos (de levita, chistera y corbata de plastrón) dispuestos a aplastar toda oposición a sus carreras e intereses exclusivamente personales pero nauseabundamente cubiertos con falsas banderas revolucionarias…
Sin embargo, en conjunto, y pese a faltas históricas como esas, “Capitalismo ¿por qué?” contiene útiles y grandes lecciones de Historia.
En efecto, acierta plenamente Atxe cuando examina el origen de la actual crisis económica en el deterioro del llamado Pacto de Posguerra que, a partir de 1945, creó -al menos en Occidente y muchas de sus antiguas colonias- el llamado Estado del Bienestar. Ahí Atxe describe hechos ciertos. A saber: que la crisis sistémica iniciada hacia 1973, fue producto de una percepción muy subjetiva del mundo capitalista avanzado en esas fechas. A saber: en opinión de los oligarcas capitalistas las cosas iban mal porque ellos veían decrecer sus beneficios particulares netos, a pesar de que los beneficios sociales de esos oligarcas -y de muchos otros- aumentaban, gracias al Pacto de Posguerra de 1945 (el mismo que creó seguridad económica y bienestar para las masas occidentales, a fin de evitar un nuevo 1933).
Así, en una reacción verdaderamente estúpida, dichos oligarcas prefirieron destruir ese sistema iniciado en 1945 y desencadenar ese infierno social, político y económico de mecha lenta en el que estamos viviendo desde, aproximadamente, 1981. Todo eso sólo para evitar que desembocáramos en sociedades que, al fin, habrían conseguido, por medio de la igualación social al alza (no a la baja, como en el “Socialismo real”) un bienestar general soñado por la Humanidad durante siglos. Y todo gracias al auge de un Neoliberalismo tan absolutamente imbécil como bien descrito en este libro de Atxe.
Sólo por eso, “Capitalismo ¿por qué?” es un ensayo gráfico que merece la pena leer. Antes de que las cosas empeoren aún más para todos -capitalistas incluidos- y nuestro mundo acabe encallado, definitivamente, en una crisis global en la que la situación de colapso casi total que hoy vemos, por ejemplo, en Venezuela, no sería le excepción, sino una desagradable y ubicua norma…