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Las elecciones generales del 28-A y la Historia

Por Carlos Rilova Jericó

hitler-votando-lc2b4illustration-11-marzo-1933Normalmente procuro no escribir dos veces seguidas sobre el mismo tema, pero a veces es difícil no hacerlo. Es el caso de los resultados electorales del pasado domingo 28 de abril de 2019. Como recordarán, había, sobre ellos, tanta expectación como temor a que una formación como VOX -que ahora ya no se duda en identificar con la Ultraderecha- adquiriera un número significativo de escaños en el Parlamento español.

Lejos de ser así, la formación liderada por Santiago Abascal ha obtenido un escaso número de asientos en la Cámara legislativa española. Y, por el contrario, las formaciones que claramente han ganado estas elecciones, han sido tanto el PSOE como Ciudadanos. Especialmente el partido socialista liderado ahora por Pedro Sánchez, que ha revalidado en las urnas lo conseguido a través de una moción de censura.

Ciudadanos también ha experimentado un impulso notable y ha crecido, de hecho, gracias al desfondamiento del PP de Pablo Casado, que ha obtenido sus peores resultados electorales desde la restauración del régimen democrático en España, con tan sólo 66 escaños que, aunque lo convierten en segunda fuerza parlamentaria por detrás del PSOE, lo dejan en una incómoda situación. Tanto política como financiera.

En pocas líneas esto es lo que, desde la actualidad periodística, se puede decir de lo ocurrido el pasado 28 de abril. Desde el punto de vista de la Politología, o desde el de la Historia, naturalmente las cosas cambian.

En efecto, si miramos desde el punto de vista histórico lo ocurrido el 28 de abril de 2019, el resultado es sorprendente. Y es que si se atendía a lo que se decía en esa caja de resonancia que es Internet, especialmente en las cabeceras digitales y en redes sociales como Twitter, una victoria de VOX era casi segura gracias, en buena medida, al llamado “Franquismo sociológico”. que parecía seguir, el 27 de abril, firmemente asentado en la sociedad española. De hecho, con mejor salud que nunca.

Abundantes muestras de esto las daba el área de comentarios de periódicos digitales como “Ok diario”. En él, avatares tan elocuentes como algunos que exhibían en su perfil una bandera estelada catalana a la que se le había sustituido la estrella blanca por una esvástica, auguraban días antes del 28 de abril toda clase de males a los que no votasen por VOX o no comulgasen con su ideología. Perfiles así se dejaban decir cosas tales como que VOX pagaría la primera ronda de pañales a sus enemigos políticos y otras afirmaciones aún más subidas de tono que, en efecto, sólo se podían identificar, como mínimo, con el Franquismo sociológico o incluso con el Falangismo de primera hora. Ese que administraba balas y aceite de ricino a todos los que no gritarán el equivalente español al “Sieg Heil!” nazi. Es decir, el “¡Arriba España!” que -se puede comprobar fácilmente- muchos de esos avatares de diarios digitales y redes sociales repetían con verdadera facundia cuando celebraban una imaginaria victoria aplastante -hasta cien escaños para VOX- que, como se ha visto, ha estado muy lejos de darse.

De hecho, las opciones políticas que se han alzado con el triunfo electoral este 28-A han sido las izquierdas moderadas y las derechas también más centradas y moderadas. Representadas, sin duda alguna, por PSOE y Ciudadanos.

Esto es realmente llamativo en un país con un lastre histórico como el que supuso una cruenta guerra civil y la longeva dictadura posterior, que aculturó y desintelectualizó masivamente a la sociedad española, haciendo posible, en efecto, lamentables espectáculos antidemocráticos como los vertidos a la red por los mencionados avatares,

Así es, dadas esas aparentes bases históricas, lo lógico hubiera sido, en estas elecciones, un Ciudadanos condenado a casi la irrelevancia -a simple comparsa de PP y VOX- y un desfondamiento del PSOE hacia el área de los 80 escaños o poco más.

Tanto esos antecedentes históricos como el ambiente internacional, en el que ganan terreno los populismos de todo tipo y entre ellos los de extrema derecha -Brasil, Hungría…- debería haber favorecido ese resultado. Sin embargo, hemos visto que el electorado español ha optado por vías democráticas y templadas. Sin apenas estridencia.

Si comparamos la situación existente en España en los años 30 del siglo pasado, la evolución resulta asombrosa. En esos momentos las opciones políticas templadas -como la que ahora puede representar, por la Izquierda, el PSOE y por la Derecha Ciudadanos- no tuvieron la menor oportunidad. En el PSOE de esas fechas, por ejemplo, el sector moderado liderado por Indalecio Prieto, fue ampliamente desbordado por el sector más radical, el de Largo Caballero que, en ocasiones, trató de tomar el poder según la doctrina leninista y crear, inconcusamente, una España soviética…

De lo que ocurría en la Derecha más o menos extrema en la España de entonces poco más se puede decir. Quienes comulgan hoy con el ideario de un partido como Ciudadanos, eran una verdadera rareza, minorías que, cuando sonó la hora de la violencia, sólo pudieron radicalizarse para sobrevivir o caer víctimas de una Política que, como decía el jefe de la Derecha española más extrema -la Falange- pasaba por la dialéctica de los puños y las pistolas.

Sin embargo, existe una explicación para estos, en apariencia, inexplicables e inesperados resultados electorales en la España de 2019 (que parecía ir de cabeza, o poco menos, a otra polarización como la que condujo a la sublevación de 1936).

Un reciente ensayo “Instrucciones para convertirse en fascista”, de la italiana Michela Murgia, da alguna clave al respecto. El fascista de hoy día, que es el narrador omnisciente de esa sátira antifascista -en la línea de Jonathan Swift-, indica que ese Neofascismo encarnado por personajes como Bolsonaro, Orbán y otros de aspecto, en principio, menos amenazante, es más difícil de reconstruir en los países que han sufrido una Dictadura derechista. Como Portugal, por ejemplo. O España…

Esa moderación masiva, o cuando menos mayoritaria, en un ambiente tan crispado como el que se vive en la España actual y en nuestro entorno inmediato, también puede ser fruto, curiosamente, de una de las señas de identidad de la sociedad española posterior a la Guerra Civil de 1936-1939.

Uno de los que mejor describió esa seña de identidad fue un agente de la CIA destinado en la embajada de Madrid en los años 50, es decir, en plena dictadura. Yo tuve la suerte de poder acceder a sus informes en los Archivos Nacionales norteamericanos, desclasificados gracias a la Administración Clinton, y publiqué en parte sus contenidos en un artículo en prensa histórica digital titulado “¿Qué te parece Pío Moa?” http://hispanianova.rediris.es/7/articulosopinion/7op001.pdf.

El agente era verdaderamente claro con respecto a las posibilidades de que la dictadura franquista pudiera sobrevivir y, por tanto, Estados Unidos tuviera que negociar con ella como aliado indeseable, pero insustituible por algo más adecuado a los intereses estadounidenses.

La opinión del agente, en 1959, era que gran parte de españoles aborrecían el régimen, pero que el trauma de la Guerra Civil les llevaba a ser prudentes, a moderarse, a esperar hasta que llegase un momento en el que la dictadura cayera con la menor estridencia y del modo más calmado posible…

Evidentemente la Transición de 1978 respondió a esa moderación difusa pero mayoritaria. Curiosamente los resultados del 28 de abril nos estarían diciendo exactamente eso: que la sociedad española, pese a lo que se creía, o se temía, está más vacunada que otras contra el extremismo político y que el trauma de la Guerra Civil sigue aún lo bastante vivo en ella como para que lo que triunfe en la Política española actual sea, precisamente, la vía moderada que en 1936 colapsó…

 

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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