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Carlos Rilova

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Almas de pirata, corsarios terrestres, Academia Play y la Historia de España mal contada (otra vez)

Por Carlos Rilova Jericó

Como diría el Enrique V de Shakespeare parece ser que -apenas empezado 2020- los historiadores de carrera que tenemos la mala suerte de vivir y trabajar en España, debemos volver a la brecha, a taparla con nuestros frágiles cuerpos.

La brecha en cuestión la ha abierto en esta ocasión la polémica por los presuntos ataques sufridos por un innovador proyecto -al menos en lo técnico- para contar la Historia mundial y de España como, supuestamente, nunca antes se había contado.

El responsable de ese proyecto, bautizado como Academia Play, es el arquitecto Javier Rubio. Básicamente se trata de un canal de Youtube con millones de seguidores que ha dado el salto al viejo formato del papel de la mano de La Esfera de los Libros. Ahí parece ser que ha vendido miles de ejemplares de los libros basados en los videos en los que, ya desde hace años, Javier Rubio en compañía de José Manuel Pastor y un variado equipo de colaboradores, se empeña en divulgar la Historia más diversa.

Como señala el mismo Rubio en una entrevista concedida a ABC con fines aclaratorios de la polémica -en torno a Academia Play, sus videos, sus libros…- el problema habría venido de sectores “fuertemente ideologizados” que le han acusado de rancio y facha (esos son los términos que él utiliza) cuando ha abordado, en su última producción, la Historia de España. Problema que, como señalaba Rubio, no se había producido cuando se hizo otro tanto con temas de Historia internacional.

No voy a entrar en esa polémica de sesgo claramente político, me limitaré a remitirles al artículo que “El Confidencial” publicó el 17 de este mes de enero de 2020 analizando la polémica con un profesor de Secundaria de un IES de Madrid, Jorge Benito, y con Guillermo Pérez Romero, historiador bien conocido en redes sociales como Twitter a través de @HistoriaenMeme.

En mi opinión el artículo es bastante objetivo, señalando los dos interpelados los logros -pero también los claros defectos y sesgos marcadamente ideológicos- de Academia Play.

Aunque opiniones sobre la objetividad de lo escrito en “El Confidencial” hay unas cuantas en Internet. Es un muestrario muy variado, que va desde la de historiadores como Álvaro BC @el_ataman este 18 de enero, que consideran flojo y poco representativo lo dicho en ese artículo, hasta entusiastas de Academia Play. Como @ignacio_marinas, que descalifica todo esto como “panfleto” de George Soros…

Pero, dejo ahí esta cuestión. Juzguen ustedes mismos siguiendo el hilo en la propia cuenta de Javier Rubio @Sr_Donze, aunque les advierto que la visceralidad de algunos argumentos de esos defensores de Academia Play les va a sorprender, pues, asombrosamente, ponen en duda incluso que un profesor de Historia de un Instituto público sea experto en la materia, echando encima de esa palabra unas irónicas comillas.

Yo quiero aquí concentrarme en aspectos técnicos mucho más alarmantes, reveladores del modo en el que esa Historia de España de Academia Play cuenta, supuestamente, una Historia de España que nunca nos habrían contado.

Personalmente, cuando la leí, me chocó rápidamente lo que el libro decía al llegar a la parte dedicada al tema en el que me he ido especializando. Es decir, en la llamada Guerra de Independencia española que, en definitiva, fue una de las fases más álgidas de las guerras napoleónicas.

Según Academia Play los patriotas españoles que se resisten a aceptar los designios de Napoleón, recibirán ayuda de los “ingleses” (primer error puesto que la ayuda implica tropas de origen inglés, galés, escocés… es decir, “británico”) pero que ésta será, en definitiva, nociva porque los “ingleses” con su “alma de pirata” (son palabras de Academia Play) se dedicaron a perjudicar solapadamente a España durante el desarrollo de esa contienda que ellos llaman “Peninsular War”…

Más allá de los salvajes destrozos causados por los británicos en ciudades como Badajoz, Madrid, San Sebastián… cuestión verdaderamente enrevesada y en la que Academia Play vendría a darse la mano con el burdo revisionismo histórico de la Izquierda abertzale vasca, esa alusión al “alma de pirata” de los “ingleses” sólo puede provenir de un desconocimiento palmario de la Historia de España que se pretende narrar y de la falta de adecuados conocimientos técnicos en ese campo.

En efecto, vamos a dar una vuelta por los archivos. Por ejemplo por el General guipuzcoano. Si miramos en la sección dedicada al tema del Corso en la Costa Vasca, descubriremos cosas verdaderamente interesantes sobre países con “alma de pirata”.

Desde el año 1674 en adelante, durante la llamada Guerra de Holanda en la que esas antiguas provincias rebeldes y la monarquía española se alían contra Luis XIV, los puertos cantábricos se llenan de barcos holandeses. Muchos de ellos procedentes de Vlissingen o, para nosotros, Flesinga. Un pequeño puerto del Sur de Holanda, cerca de la frontera con la actual Bélgica… Esas naves y otras armadas por leales súbditos españoles, se dedicaron a cometer toda clase de ataques contra barcos ingleses y franceses en aguas del Golfo de Vizcaya, bajo patente de corso, claro está. La misma que notorios “piratas” ingleses como Francis Drake recibieron en su día de sus respectivos reyes…

Evidentemente, puestos a hablar de países con alma de pirata parece que la España del siglo XVII resulta ser también un bonito ejemplo. Si es que a algún inglés, o británico en general, le diera por escribir una Historia de su país similar a la de Academia Play…

En igualdad de condiciones y de calidad de argumentos, evidentemente si Academia Play se siente autorizada a considera que los “ingleses” son piratas por naturaleza, otro tanto podrían pensar de los españoles los susodichos ingleses, tras haber padecido el nada cariñoso tratamiento que armadores españoles del Cantábrico -aliados con antiguos rebeldes holandeses- les habían dispensado desde 1674.

Pero volvamos a la Guerra de Independencia o Peninsular. Del mismo modo que Academia Play ignora la existencia de ciertos documentos -o de estudios como el del profesor Enrique Otero Lana- sobre estas cuestiones de las “piraterías” hispano-holandesas, también parece ignorar la existencia de documentos en los que las juntas de defensa patriotas -que organizan el primer contraataque de España frente a la invasión napoleónica- se dedicaron a expedir patentes para el que llamarán “Corso terrestre”.

De hecho, las partidas así formadas recibirán apelativos que hoy día, sin duda, despertarán las iras de algunos de los defensores del estilo de historias de España como la de Academia Play. Fíjense qué descripción hace esa documentación de algunas de esas partidas: son “corsarios de la república española”. Literalmente…

Corsarios que para los franceses de 1809, lógicamente, no eran sino piratas de tierra, es decir, bandoleros, “brigands”…

Pero todavía hay más. Vamos a sumergirnos en la correspondencia y “Memorias” de un general español de esa época: Pedro Agustín Girón de las Casas. Un donostiarra sobrino del general Castaños (sí, el vencedor de Bailén), descendiente por línea paterna del mismísimo emperador Moctezuma y, sí, también padre del fundador de la Guardia Civil. Liberal de primera hora, a diferencia de su tío, el general Castaños, nos deja en sus “Memorias” y cartas de 1814 interesantes detalles sobre cómo se llevó, en realidad, la llamada Guerra de Independencia y cuáles eran las relaciones de los españoles con esa nación -con alma de pirata según Academia Play- llamada Inglaterra.

Lo primero que nos cuenta ese personaje -tan poco sospechoso de ser lo que los hoy autonombrados guardianes de la Historia de España llamarían “negrolegendario”- es su gran amistad con Lord Wellington, que insistirá en sentarlo a su mesa junto con otros generales -incluidos algunos napoleónicos como Clauzel- tras la rendición de Toulouse, (en abril de 1814) a las armas combinadas de británicos, portugueses y, sí, también españoles como el propio Girón. El mismo general que recibe toda clase de muestras de sumisión y pleitesía por parte de unos franceses devenidos legitimistas cuando, tras la caída de Toulouse, no se recatan en poner a Napoleón -o a Soult- en la picota y clasificar a sus partidarios de… “brigands”. Cosa que, naturalmente, hace mucha gracia a Girón, tal y como lo comenta en carta a su padre con fecha de 26 de abril de 1814.

Aparte de ese ascendiente conseguido por los ocupantes españoles de Francia mano a mano con los “piratas” ingleses, Girón nos descubre que los soldados españoles -tan aclamados por esos franceses que acaban de defenestrar a Napoleón- portan en sus chacós, como seña de identificación en combate, tanto la escarapela roja española -sí, roja, como la camiseta de la actual selección nacional- como…, oh sorpresa, la negra que representa a los “piratas” británicos, asumiendo así esa nacionalidad como propia…

Todo esto, curiosamente, no proviene de un conocimiento arcano y nigromántico. Había sido publicado en el año 1942 por Juan Arzadun (otro general liberal español igual de interesante, y casi tan olvidado, o más, que el propio Pedro Girón) en su magnífica obra “Fernando VII y su tiempo”. Un libro fundamental para la Historiografía de esa época, como se ve en la obra de Miguel Artola “La España de Fernando VII”…

Detalles como estos -que no son los únicos- para mí -¿puedo decir que como experto, sin comillas irónicas?- demuestran que la Historia de España de Academia Play dista mucho de ser una Historia que hasta ahora no se había contado. Todo lo contrario. Ese es el problema. Es una Historia hecha -con mejor o peor voluntad- sobre todo por personas con baja formación en la materia, mal asesorada y documentada y que se ha limitado a revestir de 2.0 una Historia viejísima, deficitaria, carente de profesionalidad, muy por debajo del altísimo nivel alcanzado en Francia o en la denostada Inglaterra.

Todo esto es sencillamente lamentable. Durante décadas en democracia, España ha producido técnicos cualificados a ese mismo nivel, pero, merced a esa obtusa cerrazón en torno a productos como la Historia de España de Academia Play, venimos ahora a ver, en pleno siglo XXI, que no somos necesarios. Somos incluso molestos por el mero hecho de señalar que ese amateurismo histórico -por muchos millones de seguidores que tenga- no es precisamente lo más indicado para salir de nuestra inopia histórica.

Una que -como no podía ser menos en buena lógica- sólo cosecha -y seguirá cosechando en tanto esto no cambie- sonrisas de conmiseración más allá de los Pirineos.

Y ahora sí, ahora, en lugar de reclamar más y mejor divulgación histórica hecha por especialistas bien formados y bien informados, despáchense a gusto con el historiador, ignórenlo, llámenle “experto”, envidioso, negrolegendario, como hacen muchos de los que han defendido, contra toda razón lógica, esa “Historia de España” de Academia Play…

Y que tan corto remedio les aproveche con un resultado que, de seguir todo así, comprobarán -sin tardar mucho- no será precisamente un éxito rotundo ante, por ejemplo, franceses y británicos, como el descrito por el general Girón para la España de 1814. El mismo tan lamentablemente ignorado por pretendidos libros de Historia de ese país que presuntamente nunca nos habían contado…

 

 

 

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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