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Historia, periodismo de guerra y viñetas. Homenaje a Manfred Sommer

Por Carlos Rilova Jericó

Seguramente si les digo que hubo un periodista, un corresponsal de guerra de origen vasco que se hizo famoso antes que Jon Sistiaga, me dirán que no se lo creen o que ahora, la verdad, no caen en quién pudo ser ese personaje.

Harán bien, en un caso y en otro, porque realmente ese reportero de guerra no es alguien exactamente real sino, como decía Shakespeare, un producto de la materia de la que están hechos los sueños.

En efecto, ese arriscado reportero de guerra de orígenes vascos que fotografió el horror en los frentes más diversos cuando el que esto escribe -y, seguramente, también Jon Sistiaga- era un chaval que jugaba al “Space invaders” -sí, ese arcaico juego de videoconsola que ahora algunos modernos llevan estampado en sus camisetas- y otras cosas -como decía la canción- de la edad, no era un personaje real sino una invención de uno de los dibujante de cómics de mayor talla que ha dado San Sebastián. Hecho que, curiosamente, casi ha pasado desapercibido. Tal vez a causa de que el dibujante en cuestión no tiene un nombre que se identifique precisamente con facilidad con lo que entendemos como típicamente donostiarra: Manfred Sommer.

Sin embargo ese hombre pegado a ese nombre de resonancias tan germánicas fue vecino de San Sebastián durante años.

Ahora, quizás, es un buen momento para acordarnos de él, y de su criatura, cuando una de las mayores editoriales de cómic en España, Glénat, ha tenido la feliz idea de permitirnos recuperar esa parte de nuestro pasado tan incomprensiblemente desconocida en una ciudad como San Sebastián que, además, alberga una de las más monumentales colecciones dedicadas a eso que se suele llamar “Noveno Arte” y que otros prefieren describir como cómics, o, incluso, “tebeos”. Es decir, la de Luis Gasca, adquirida recientemente por la Diputación Foral guipuzcoana, que, como podrán ver, es la que ha proveído de imágenes a este trabajo.

Así es, Glénat publicó en el año 2010 eso que ahora llaman un “integral”. Es decir, la recopilación en un sólo volumen de todas las historietas de un determinado personaje. En este caso las del fotógrafo de guerra Frank Cappa, inventado allá a finales de la década prodigiosa de los setenta por Manfred Sommer.

Ese volumen reúne no sólo todas las planchas publicadas con las impresionantes historias de Frank Cappa, sino varios artículos relativos a la vida tanto del autor como de su personaje. Y es en uno de ellos, donde el propio autor nos explica sucintamente la pequeña historia de cómo San Sebastián lo vio nacer y crecer a él, un dibujante de fama internacional, creador, además, de Frank Cappa, uno de los personajes más impactantes que ha visto el también llamado “arte secuencial”.

Dice Sommer que nació en San Sebastián -otro de los artículos, el que firma su hijo Alfredo Sommer Geniés especifica que fue en el año 1933- de padre alemán y madre andaluza. Aclara Manfred Sommer que su padre era un devoto protestante y su madre una católica ferviente y deja entrever las razones por las que el azar, el destino o, como queramos verlo, lo llevó a nacer en San Sebastián. Indica así que ese matrimonio del que él fue fruto era producto de la, para él, inútil guerra mundial que precedió a la también inútil guerra civil que, a su vez, precedió a otra inútil y degradante guerra mundial…

Con esto queda claro que el padre de Manfred Sommer era uno de los muchos alemanes que llegó al País Vasco atraído por la presencia en él de una notable colonia germana, que había medrado allí al calor de las oportunidades otorgadas por la Industrialización vasca a técnicos especializados como los que podía ofrecer Alemania.

No nos dice Sommer cuánto tiempo duró su estancia en San Sebastián, pues después de perfilar esa microbiografía de la que se deducen más cosas de las que su autor dice, pasa a explicar cómo fue educado, en realidad, en Barcelona y también cómo allí pudo desarrollar su provechosa carrera de dibujante que, como suele ser habitual en estos casos, se forjó durante su infancia de niño de la posguerra que leyó muchos tebeos.

Después de eso es poco más lo que podemos deducir de esa vida que dio vida a su vez a Frank Cappa a finales de los setenta y principios de los ochenta, creando, tal vez sin saberlo -aunque es difícil de creer que Sommer no fuera consciente de ese hecho-, un notable documento gráfico sobre muchas de esas pequeñas guerras que Sommer nos dice encontrar tan absurdas como las mundiales que las precedieron. Especialmente las de descolonización de los años sesenta y setenta, que son el escenario en el que, fundamentalmente, se moverá Frank Cappa.

Para quienes quieran empezar a saber algo sobre esa Historia, reciente -pero Historia ya al fin y al cabo- es muy recomendable leer en ese volumen integral de las aventuras de Frank Cappa que ha publicado Glénat, aparte de los diferentes artículos que los acompañan -algunos de ellos firmados por figuras de la talla de Alejandro Jodorowsky o Salvador Vázquez de Parga-, todas y cada una de las historietas que protagoniza Cappa. Con ese sistema de lectura la impresión final que se saca es la de haber hecho un completo paseo por ese mundo que para algunos será simple Historia reciente y para otros, además de eso, un tiempo en el que la Historia se mezcla con recuerdos personales, haciéndola así más vívida, más intensa, permitiendo que sintamos ese proceso histórico del que, en cierto modo, fuimos parte, siquiera como testigos sobrecogidos de horror a través de las páginas de un periódico o la pantalla de un televisor.

Y ese efecto, de seguro, les alcanzará, de pleno, incluso a pesar de que hay fragmentos de esta historia secuencial de un reportero de guerra de “padre” donostiarra que nada, en apariencia, tienen que ver con esas guerras -las coloniales de África de los años sesenta y posteriores, la de Vietnam, la revolucionaria de Nicaragua, que es la que mejor recuerda el que esto escribe, etc…-, como es el caso de los episodios en los que Frank Cappa disfruta de una relativa, sólo aparente, calma en Brasil.

En la mayor parte de ellos Sommer, en efecto, sabe captar el espíritu de esa época de finales de los setenta y principios de los ochenta, convulsa pero llena de esperanzas de un futuro mejor que, después de todo, no llegó o ha retrasado su llegada, en el que se desenvuelve la vida de Frank Cappa, que registra todo lo que ocurre en ese fragmento de la Historia quizás más importante de lo que creemos quienes vivimos demasiado cerca de él como para poder distinguir, como se suele decir, los árboles del bosque.

Es el caso, por ejemplo del episodio titulado “La caza”, en el que Sommer, con una extraordinaria habilidad, describe las diferentes etapas de desarrollo económico, social, cultural… que conviven en el Mundo de hacia 1980, creándonos al mismo tiempo la inquietante impresión de que, quizás, los “salvajes” que aún viven en la Edad de Piedra en el interior de las selvas amazónicas de Brasil, son más civilizados que criaturas como otro de los protagonistas de esa pequeña historia, Shapiro, el traficante de armas y de otros negocios poco escrupulosos que, hastiado de todo lo que su dinero le puede ofrecer, se dedica a cazar… seres humanos.

En este caso nativos de esas selvas a los que, sin embargo, Sommer no comete el error de describir como buenos salvajes rousseonianos, sino como lo que realmente son: gentes que tratan de sobrevivir adaptándose a un medio muy duro con unos rituales guerreros que incluyen el horror, para el hombre civilizado, de la Antropofagia ritual. Todo ello explicado desde el punto de vista del nativo, por así decirlo, que lo recrea a instancias de Frank Cappa, que ha estado a punto de convertirse en víctima de esos rituales.

Es difícil elegir entre las restantes historietas que ha recogido ese integral de Glénat. Todas ellas, leídas en su conjunto y linealmente, de la primera a la última, son toda una lección de Historia sobre ese mundo del que procedemos directamente la mayoría de los que aún andamos sobre la corteza de este, a veces, demasiadas veces, duro, implacable, Mundo.

Una de las más instructivas es, quizás, la que inaugura la serie en 1981, “El último africano”, en la que Frank Cappa, con sus preguntas y su inveterada manera de meterse en líos, permite que los protagonistas de los hechos describan desde su punto de vista el proceso histórico en el que se ven envueltos.

En ese caso la falta de sentido que tiene para muchos combatientes africanos cualquiera de las muchas guerras que se desencadenan en ese continente en los años sesenta y setenta, justo después del proceso de descolonización que deja abierta una serie de turbulentas cuestiones entre etnias rivales, obligadas a convivir y compartir ricos recursos naturales en el marco de unas fronteras artificiales. Unas de las que muchos de los obligados a participar en esos conflictos postcoloniales no tienen ni siquiera noción. Como es el caso de N´Boko, el guerrero protagonista de esa historia convertido en soldado de una de esas colonias independizadas que no ha visto, jamás en su vida, un mapa de África hasta que Cappa se lo dibuja en el suelo…

Sin embargo, tampoco puede dejarse de lado “Víctimas y héroes”, dedicada a poner en solfa el papel jugado por los mercenarios europeos en esas mismas guerras. Una historia que Sommer convierte en algo verdaderamente difícil de conseguir: un sólido alegato antibelicista que roza casi la perfección de “Johnny cogió su fusil”, película de la que -todo parece indicarlo así- es deudora esa historieta de Cappa en la que se muestra, de un modo nada maniqueo, cómo también en Europa se sufren, por distintas y a veces complejas razones, las siniestras consecuencias de esas guerras neocoloniales de las que, eso es evidente, no se benefician por igual todos los occidentales…

Y poco más puede decirse, que merezca la pena, sobre esa serie única de historietas, sobre ese cómic de autor que durante unos luminosos años fue hecho realidad, convertido en documento histórico, por un gran dibujante nacido en San Sebastián, capaz de crear un personaje y una historia capaces, a su vez, de apabullar a cualquier archifamoso creador de superhéroes mundialmente conocidos, como comprobaran en cuanto pasen la primera página de ese integral con las aventuras de Frank Cappa. Difícilmente tendrán otra oportunidad de aprender Historia de un modo tan sencillo y a la vez tan sólido, tan eficaz…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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