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Carlos Rilova

El correo de la historia

Los claroscuros de la Historia y un barco honesto: el USS Reuben James (1804-1941)

Por Carlos Rilova Jericó

Hacía ya casi un año que tenía pensado hablar aquí del Reuben James. La primera vez que di con él fue a través de la canción que le dedicó Woody Guthrie. Una más entre otras muchas que escribió o cantó durante la Segunda Guerra Mundial, como parte de la propaganda de los aliados contra aquellos fascistas que Guthrie mataba -al menos metafóricamente- con su famosa guitarra. La que llevaba escrito justo ese eslogan: “esta máquina mata fascistas”…

La canción de Guthrie dedicada a ese barco -“Sinking of the Reuben James”- es como la mayoría de ellas: a menos que se milite en alguna clase de movimiento neonazi es difícil no recordarla y tararearla con algo de emoción. Como “Tear the fascists down”, dedicada a los aliados que luchan contra Hitler, o “Miss Pavlichenko”. Dedicada ésta a la francotiradora -e historiadora- Liudmila Pavlichenko. La misma que -como la guitarra de Guthrie- decía que mataba no personas sino fascistas, aunque luchaba bajo la bandera de otro totalitarismo no menos atroz que el propio Fascismo alemán.

En cualquier caso, más allá de estas contradictorias emociones políticas que todavía despiertan hoy las canciones de Guthrie, la historia que nos cuenta “The sinking of the Reuben James” es verdaderamente curiosa como vamos a ver. Y no sólo por lo que pasó cierto día de 1941 y dio origen a la canción…

Pero comencemos ya a hablar de ella. Guthrie describe ahí un acto heroico que sucederá en octubre de ese año en el Atlántico Norte. Los protagonistas de él fueron los tripulantes del USS Reuben James. Un destructor ligero de clase Clemson que tuvo ese día el raro honor de ser el primer barco norteamericano destruido en acción por los alemanes. Incluso antes de que Estados Unidos declarase la guerra.

Ese hundimiento se produjo escoltando un convoy que llevaba munición de guerra a Gran Bretaña para que continuase su lucha, ya en solitario, frente a los nazis. Las cosas fueron así: varios submarinos alemanes patrullaban la zona para cazar a los barcos que desde Norteamérica abastecían a los abandonados británicos. En el amanecer del 31 de octubre de 1941, el USS Reuben James, mientras escoltaba -con otros cuatro destructores con base en Terranova- al convoy HX 156, fue atacado por el submarino alemán U-552. Éste lanzó un torpedo contra uno de los barcos del convoy cargado de munición. Entonces, para evitar su explosión y hundimiento, el Reuben James maniobró interponiéndose entre el torpedo y el barco de munición. El resultado fue que el barco carguero se salvó, el Reuben James recibió el impacto directo y se hundió muriendo prácticamente toda su tripulación, cuyos nombres pedía recordar la canción de Woody Guthrie.

Aquí, más o menos, podría finalizar la descripción de ese impactante retazo de Historia naval sobre el fin de uno de esos “barcos honestos” a los que aludía Joseph Conrad en “Suerte”. Pero las implicaciones del nombre de ese destructor norteamericano, son demasiado interesantes como para dejar este relato histórico justo aquí.

Así es, porque lo que hace aún más interesante ese hecho histórico -ya de por sí relevante- es la propia historia de la persona que dio nombre a ese barco honesto. Era, tan sólo, un insignificante marino de la Armada de Estados Unidos, Reuben James. Nacido en el año en el que ese país se declaró independiente, en 1776, y muerto en 1838 tras muchos años de servicio. Por ejemplo, en la llamada Primera Guerra de Berbería.

Un conflicto en el que el reino de Sicilia, Suecia y los propios Estados Unidos combatirían -entre 1801 y 1805- a los inveterados piratas berberiscos que tantos problemas habían dado a los europeos desde el fin de la Reconquista en España en 1492.

Fue durante esa guerra, en la llamada Batalla de las cañoneras, en agosto de 1804, cuando se supone que Reuben James ganó fama suficiente como para bautizar con su nombre a todo un destructor norteamericano. El hecho ocurrió durante un abordaje que el ya aludido Joseph Conrad hubiera admitido en cualquiera de sus magníficas novelas.

En ese momento James estaba a las órdenes de Stephen Decatur a bordo de una de las cañoneras que, el mando combinado de Sicilia y Estados Unidos, envió contra los piratas de Trípoli. Decatur se lanzó al abordaje contra una de ellas de manera impetuosa cuando le llegaron noticias de que un arráez berberisco había matado a traición a su hermano, haciéndole creer que su nave se rendía. Entonces como -en efecto- en una novela de Joseph Conrad, Stephen Decatur corrió a enfrentarse con el arráez, que, a su vez, se lanzó contra él armado de una pica de abordaje.

En la refriega Decatur rompió su sable hasta la empuñadura, pero sobrevivió. Y aún tuvo más suerte, pues cuando uno de los corsarios bajo mando del traicionero arráez trató de matarlo de un golpe de sable -también a traición y por la espalda, cosas de los abordajes- uno de los marinos norteamericanos se interpuso y se llevó el golpe por él. Justo en plena cabeza…

Hasta 1941 se creía que quien tan heroicamente se había arriesgado, era, precisamente, Reuben James… Sin embargo, la crítica histórica de la documentación de época reveló finalmente que el único herido en la cabeza por un golpe de sable aquel día, no fue Reuben James sino otro marino de la tripulación de abordaje. Uno llamado Daniel Frazier, que para entonces tenía ambos brazos heridos e inutilizados.

Evidentemente en 1941 la aureola heroica de ese acto, atribuido a Reuben James, no se debía haber disipado todavía -hasta 1942 no se honra a Frazier dando su nombre a otro destructor- y seguramente eso (entre otras cosas) debió animar al comandante del USS Reuben James a repetir aquel 31 de octubre de 1941 -a gran escala- el acto heroico que se atribuía al marino Reuben James desde 1804.

Como ven la historia de ese honesto barco que fue el destructor Reuben James está llena de insospechados claroscuros en los que el verdadero héroe es otro en realidad. No es la única paradoja de esta historia. La muerte de Stephen Decatur -el hombre que dio lugar al hecho que pondría nombre a ese destructor- no fue menos paradójica.

Durante la acción en Trípoli en la que supuestamente Reuben James salvaría la vida de Decatur, uno de los oficiales al mando era el comodoro Barron. Muchos años, después, en 1820, Barron mataría a Decatur en un duelo porque supuestamente éste -Decatur- lo había insultado en público, despreciándolo como traidor a Estados Unidos por rendir a los británicos, en 1807, la fragata de guerra USS Chesapeake. Hecho por el que Barron seria juzgado por un tribunal militar del que Decatur fue parte. Muy a su pesar, eso sí, según su propia correspondencia…

Todos esos turbulentos hechos se contaron en varios libros que, en gran medida, debieron su razón de existir a esa muerte en duelo de Decatur, más que a lo ocurrido en agosto de 1804. El momento en el que el nombre del verdadero héroe del día -Daniel Frazier- fue confundido -y para muchos años- con el de Reuben James. Pero gracias a las páginas de “The life and character of Stephen Decatur”, publicado en 1821, o a la “Correspondencia” entre él y Barron -publicada en el mismo año 1820 que llevó al duelo- la memoria de lo ocurrido en Trípoli en 1804 -aunque equivocada- perduró hasta 1919. Cuando se botó un destructor al que había que poner algún nombre significativo de la Historia naval norteamericana.

Finalmente no otro que el de Reuben James que, sin ser ningún cobarde en agosto de 1804 (pues era parte de un grupo de abordaje superado en proporción de 4 a 1), no se arriesgó tanto como su compañero Daniel Frazier. Aquel que, como se supo años después, fue quien en realidad salvó, con su propia cabeza, la vida de Stephen Decatur…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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