Mujeres en primera línea de la Historia. Hambre, motines y carne de cañón (1693-1800) | El correo de la historia >

Blogs

Carlos Rilova

El correo de la historia

Mujeres en primera línea de la Historia. Hambre, motines y carne de cañón (1693-1800)

Por Carlos Rilova Jericó

El tema para este nuevo correo de la Historia me lo sugirió un cartel político, en euskera, que leí en San Sebastián esta semana pasada. En él se decía que de esta crisis -imagino que la provocada por los acontecimientos de 2020- se debería salir con las mujeres en primera línea de la Historia.

Esa soflama política me trajo a la memoria un magnífico artículo de uno de los mejores historiadores británicos del último tercio del siglo XX: Edward Palmer Thompson, que desde la década de los sesenta de esa centuria hizo numerosas -y sólidas- aportaciones para reconstruir la vida del bajo pueblo inglés durante los siglos XVI, XVII, XVIII…

No es la primera vez que he hablado de él en esta sección. Seguramente no será la última porque los dos principales libros que reúnen esas aportaciones -“Costumbres en común” y “Tradición, revuelta y consciencia de clase”- son muy sustanciosos y están llenos de datos muy apropiados para comentar en cierta ocasiones. Como la que puede sugerir un cartel político visto en una pared de San Sebastián en estos días oscuros de principios del siglo XXI.

No pude evitar acordarme, como decía, al leer ese cartel, que aludía a que las mujeres debían estar en primera línea en la salida de esta crisis, de un artículo publicado precisamente en “Tradición, revuelta y consciencia de clase”. Para ser más exactos el que Thompson titulaba “La economía moral de la multitud”.

En él, en las páginas 109 y 110 de la edición española de esa obra -hecha por  editorial Crítica- daba cuenta Thompson de cómo las mujeres se encontraban, a menudo, en primera línea de la Historia en otras crisis. Concretamente en las llamadas “de subsistencia”. Es decir, en las que estallaban cuando se pretendía subir los precios del grano y la harina, con los que se elaboraba el alimento básico de las multitudes de la Europa moderna.

Thompson dice claramente que en momentos así, las iniciadoras de los motines con los que se trataba de poner las cosas en el sitio que esas multitudes deseaban, eran, con frecuencia, las mujeres.

Da Thompson numerosos e interesantes ejemplos del caso. Así en 1693 los documentos dicen que muchas mujeres acudieron al mercado de Northampton con “cuchillos escondidos en sus corpiños para forzar la venta del grano según su propia evaluación”.

En 1737 en la población de Poole, en Dorset, las mujeres aseguraron que si se sacaba grano de allí -con lo cual se encarecería el pan- ellas podrían levantar en motín “un Gran Número de Hombres” para destruir tanto los barcos como los cargamentos que se pensaba sacar en ellos.

Más llamativo es otro caso en Stockton, cerca de Durham, donde, en 1740, la que da la señal para alzarse contra los especuladores en grano y harina es una “Señora con un palo y una corneta”…

Un protagonismo femenino que sigue con los años y que los magistrados encargados de enfrentarse a él, ven como un problema grave que no dudan, en algunos casos, en describir enfáticamente. Así en Haverfordwest, una localidad del distrito de Pembroke, el juez de paz local recibirá en 1795 una pésima impresión de esas mujeres en primera línea de la Historia a las que describe como unas “perfectas furias” que incitaban a los mineros a la lucha y hasta se atrevieron a golpear las espaldas del propio juez de paz, que no olvidaba en su informe esa dolorosa afrenta…

La razón para ese protagonismo femenino en asuntos así, parece ser que quedaba explicada por el poeta romántico Robert Southey de manera razonable aunque, quizás, no aceptable para sociedades algo histerizadas con estos temas. Southey decía, en el año 1807, que esa predisposición femenina al motín se podía comprender “en parte” porque las mujeres “abusan del privilegio de su sexo”. Una cortés y deferente salvaguarda que, según Southey, las hacía también sobresalir “en violencia y ferocidad” en esos casos.

Ciertamente parece que para los soldados enviados a reprimir este tipo de motines -si no quedaba más remedio- disparar contra mujeres antes que contra hombres parecía ser algo tabú.

Sin embargo, el mismo Thompson aclara un par de cosas al respecto. La primera que los soldados de la época no parecían ser precisamente los que cantaban la tierna “The Girl I Left Behind Me” -la famosa canción militar que, aun sin saberlo, habrán oído más de una vez en películas como “Las cuatro plumas”- y cuando recibían la orden de disparar no solían pensar dos veces cuál sería el objetivo de sus balas. De hecho, esa tropa de línea, único remedio para motines anterior a la creación de fuerzas antidisturbios, podía ser temible, como indica Thompson, hasta para los magistrados que la convocaban cuando se veían cogidos entre la espada de los motines y la pared de restablecer el orden derramando sangre antes de llegar a un acuerdo.

Raro parece haber sido entre esos militares británicos el caso de los oficiales de regimientos al servicio de España como el Hibernia, coetáneos a los acontecimientos que describe Thompson, que sólo con mucha repugnancia acceden a reprimir la famosa machinada de 1766 -otro motín muy similar a los aludidos por Thompson- a ruego de la alta nobleza guipuzcoana. Como nos señalaba otro gran historiador de este tipo de temas -el donostiarra Alfonso de Otazu y Llana- en algunos de sus trabajos sobre ellos que están a la par de los de E. P. Thompson.

De hecho, el planteamiento de primero disparar y luego preguntar de los casacas rojas en casos como los que describe Thompson, ha sido traspuesto a la pantalla en series como la más reciente versión de “Poldark”, ambientada hacia 1795, que muestra en uno de sus episodios cómo se reprimía, en efecto, uno de los motines de subsistencia que tiene lugar en esas fechas. En pocas palabras: disparando sin contemplaciones ni cortesías por cuestiones de sexo.

Por otra parte, Thompson nos recuerda también que la actitud de las mujeres en estos casos estaba mediatizada por los distintos orígenes sociales. Así, si había mujeres que estaban dispuestas a estar en primera línea y encajar un balazo de un  exasperado soldado para que sus hijos pudieran comer pan barato y de calidad -de acuerdo a lo que exigía esa “economía moral” de la que ellas eran abanderadas- también hubo otras que se dedicaban al comercio de grano. Éstas, transidas de nuevas ideas económicas -mirando por el beneficio propio que, según Adam Smith, traería la todavía hoy esperada prosperidad general- especulaban con él. Marchando detrás de las líneas de soldados que, finalmente, imponen ese criterio. Es el caso, por ejemplo, que menciona Thompson en la página 131 de la edición española de su trabajo. Precisamente en Cornualles, en 1795 -donde transcurre la acción descrita en “Poldark” a la que me acabo de referir- unos mineros de estaño se enfrentarán contra una vecina acaparadora de trigo a la que se dirigen con un “¡Mujer avariciosa!” y a la que amenazaban con marchar contra “tu Ídolo o tu Dios o tu Moisés” -es decir: el lucro especulativo- para destruirlo junto con la casa de esta mujer de negocios…

Así de compleja, rica y variada ha sido, pues, la presencia de mujeres en la primera línea de la Historia. Fueron desde sacrificada carne de cañón para conseguir una mejor vida para ellas y los suyos, hasta las que susurraban la orden de “¡Fuego!” tras un muro de soldados entrenados para disparar a esa voz de mando…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


mayo 2021
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31