>

Blogs

Carlos Rilova

El correo de la historia

¿Qué eran los países “BRIC” antes de ser países “BRIC”?. Un esbozo de la vida de Tipu Sultán y la caída de la India en manos británicas (1757-1799)

Por Carlos Rilova Jericó

Seguramente no hace falta ser un especialista en Historia para saber mucho sobre el papel de Gran Bretaña como potencia imperial en la India. El cine ya ha hecho ese trabajo por muchos de nosotros, incluso antes de que pisásemos ni siquiera el umbral de los Estudios Universitarios y Técnicos de Guipúzcoa con la sana intención de sacar un título en la materia.

En efecto, desde “Gunga Din” a la magnífica “El hombre que pudo reinar” pasando por “Kim”, “Tres lanceros bengalíes” y algunos otros títulos, lo sabemos casi todo sobre esa cuestión. Desde el motín cipayo de mediados del siglo XIX, hasta la resistencia no violenta de Gandhi, sin olvidarnos de cómo localizar el paso Khyber.

Así se ha forjado nuestra imagen de la India antes de que Bollywood y sus chocantes musicales empezasen a cambiar las cosas y se nos señalase al subcontinente del Ganges como uno de los alumnos aventajados de la Economía mundial -uno de esos países “BRIC”, junto con Brasil, Rusia y China- que ahora nos vende acero, todoterrenos y otras cosas que, al parecer, nuestra pereza mental -y física- nos impide ya fabricar en una Europa que no hace tantos años era uno de los talleres del Mundo.

Sin embargo, seguro que es mucho menos lo que sabemos sobre cómo llegaron los británicos allí. Es lógico puesto que el cine de ese país y, por extensión, el anglosajón, ha preferido centrarse en el relato que Gran Bretaña estableció entre finales del siglo XIX y comienzos del XX gracias, fundamentalmente, a escritores como Rudyard Kipling. Es decir, aquel en el que el imperio británico sobre la India estaba en su máximo esplendor y parecía ser una realidad tan inamovible como la estatua de la ya más que madura reina-emperatriz Victoria erigida en uno de los principales conjuntos monumentales de Calcuta.

Al parecer los muy pagados de sí mismos británicos de clase alta -justo los que tenían tiempo para escribir- de esos finales del XIX y comienzos del XX preferían pensar en los buenos resultados obtenidos -seguramente paladeando una taza de té Darjeeling frente al fuego de una chimenea neogótica, en un salón recubierto de mullidas alfombras Wilton- antes que recordar los apuros y dificultades que pasaron para conseguir esa victoria sin paliativos que sólo se vino abajo tras la Segunda Guerra Mundial, gracias a la resistencia pacífica inventada por un antiguo abogado hindú conocido universalmente como Mahatma Gandhi…

Y es que realmente los británicos pasaron grandes apuros antes de conseguir doblegar toda resistencia en el subcontinente indio y ponerlo al servicio de sus grandes ambiciones coloniales. Incluso sir Winston Churchill que lo contó todo -o casi todo- en su gigantesca “Historia de los pueblos de habla inglesa” parecía pasar casi de puntillas sobre la poco edificante historia de Warren Hastings y Clive, los dos héroes -por llamarlos de alguna forma- que pusieron en manos de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales -y, a través de ella, en las de Gran Bretaña- las llaves de la conquista total de la India.

En pocas palabras la clave de todo estuvo en una batalla entre el ejército de esa empresa británica -fundamentalmente compuesto por mercenarios y tropas nativas- celebrada en la aldea de Plassey en el año 1757. Con ella, que fue una más de la llamada Guerra de los Siete Años -sí, la de “El último mohicano”, por seguir hablando de cine histórico-, se logró anular la presencia del principal rival británico en la India. Es decir, la corona francesa y su propia compañía de las Indias Orientales.

Sin embargo, después de eso tuvieron que pasar muchos años más hasta que Gran Bretaña y sus agentes comerciales en la zona pudiera decir que la India era suya.

La situación en la India de 1757 se reducía, a grandes rasgos, a que el imperio mogol, el creador de maravillas como el Taj Majal, se había apoderado de esa gran península que ahora ambicionaban los británicos en el siglo XV, pero su autoridad era más nominal que real y se basaba, en buena medida, en lazos de vasallaje y alianza con reyezuelos y príncipes locales a los que se concedía una notable autonomía a cambio de una más o menos teórica lealtad al Gran Mogol.

Un panorama más que grato para antiguos delincuentes juveniles como Warren Hastings -así es como lo describe Churchill- que supieron jugar con verdadera ferocidad usando todas las bazas a su alcance para debilitar un posible frente común franco-hindú que pudiera combatir con algo más que éxito la, en principio, débil presencia británica en la India al filo del año 1757.

Justo la estrategia que trató de poner en marcha desde 1760 en adelante uno de los más inteligentes y decididos gobernantes de la atomizada India de mediados del siglo XVIII: Heyder Ali Kan.

Él, y después de él su hijo conocido como Tipu Sahib o Tipu Sultán, formaron entre 1760 y 1799 poderosas alianzas de príncipes indios de toda laya en torno a los ejércitos de su principado de Mysore, en los que trataron de combinar la tradición militar mogol -apenas evolucionada desde el siglo XV- con las nuevas técnicas y tácticas europeas que les fueron facilitadas, con relativa facilidad, por una resentida Francia. Primero por la monárquica y después por la revolucionaria, en los años de apogeo de Tipu Sultán, que logró hacerse célebre en el Mundo entero llenando páginas y más páginas de las gacetas de Europa con sus hazañas militares, convirtiéndose en eso que ahora se llama un personaje mediático.

Sólo para empezar, apenas unos pocos años después de la victoria de Clive en Plassey, el joven Tipu, apenas un adolescente, metió el miedo y el respeto en el cuerpo de los funcionarios de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales a los que sorprendió tomando el desayuno, completamente confiados, en las afueras de su gran base de Madrás, desde la que ya soñaban con imponer su ley a todo el subcontinente.

Aquello, y la destrucción de todas las fincas de recreo de los “nababs” británicos elevadas más allá de las defensas de Madrás, fue sólo la primera de muchas otras acciones que dieron esa fama mundial a Tipu Sultán a través de un enconado enfrentamiento que sólo acabó en 1799, con el asedio y caída de la capital de Tipu y su muerte…

Todas esas hazañas fueron conocidas por el público de habla española desde el año 1800, el mismo en el que se tradujeron a esa lengua las llamadas “Memorias de Typoo-Zaïb Sultán del Masur”.

Se trata de un libro apasionante, a pesar del arcaísmo de esa traducción hecha por el teniente coronel Bernardo María de Calzada a partir de la francesa, lleno de nombres exóticos -Pondichery, Nizam, Chandernagor, Heyder-Gangur…- y de episodios muy reales, pero aún así cargados de acción digna de la mejor película de los hermanos Korda. Hoy día se puede admirar en su edición original -muy rara, según algunas fuentes- entre los fondos de la Biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián, que ha tenido la buena idea de convertirlo en recurso electrónico para que se consulte desde cualquier ordenador, o disfrutar en la edición moderna que en el año 2001 hizo el Círculo de Lectores con un prólogo, muy recomendable, de Juan Vernet.

En estos días de verano esas “Memorias” de Tipu Sultán son, en cualquier caso, una manera de divertirse sin perder el tiempo. Gracias a ellas se puede ver el punto de vista de los que entraron a formar parte del imperio británico en calidad de potencias vencidas y no el que dan británicos como Bernard Cornwell en alguna que otra de sus novelas del fusilero Sharpe.

No está de más saberlo teniendo en cuenta que, según se nos dice, los descendientes de los jinetes silladar, de las tropas cipayas, de, en fin, todos los que siguieron los estandartes de Heyder Ali Kan y su hijo hasta que las últimas defensas de Siring-Patnam cayeron ante las tropas británicas, van a ser, ahora, uno de los nuevos amos del Mundo, cumpliendo así, después de todo, el sueño de gloria de Tipu Sultán…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


julio 2012
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031