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Carlos Rilova

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La Historia y la visita de Felipe VI a Estados Unidos. George Washington, la unidad de España, Cataluña y otros asuntos históricos

Por Carlos Rilova Jericó

Parece que la cuestión catalana no nos dará ni un momento de tregua. La semana pasada había que hablar de ella por la Diada. Esta semana también hay que aludir a ella porque nada menos que el presidente Barack Obama sacó a relucir la cuestión durante su entrevista con el nuevo rey de España, Felipe VI, durante la visita de estado de este último a Washington D. C.

El presidente señaló que Estados Unidos estaba a favor de una España fuerte y unida… aludiendo así -sin aludir a Cataluña- que la máxima potencia del hemisferio occidental no vería con buenos ojos una disgregación de la siempre bastante tormentosa unidad española.

Y ahora surge, otra vez, la gran pregunta: ¿qué decir desde el punto de vista de la Historia sobre esas palabras?. Pues hay que decir que nuevamente las noticias no son muy buenas para quienes esperan que ese campo del saber, la Historia, les dé la razón en ese memorial de agravios que han fechado, más o menos, hacia 1714.

En efecto, puede -es lo más probable- que el presidente Obama no lo supiera, pero un importante episodio de la Historia de Estados Unidos ofrece argumentos más que sustanciosos acerca de buenas razones, históricas en este caso, para desmontar el memorial de agravios, también históricos, que los secesionistas catalanes esgrimen con frecuencia para romper esa unidad que él, Barack Obama, no quiere ver rota.

Así es, un libro, de Historia, que ya he citado en este correo en alguna otra ocasión, “Yo solo”, de la profesora Carmen de Reparaz, trae entre sus páginas interesantes documentos que demuestran claramente que, sólo para empezar, en 1780 un notable contingente de marinos presumiblemente catalanes estaba al servicio de una de las más poderosas flotas de guerra que nunca tuvo España -la de la segunda mitad del siglo XVIII- y contribuyeron así a que los Estados Unidos se convirtieran en una nación y lograsen su independencia de Gran Bretaña.

La lista de esos nombres que los secesionistas catalanes de hoy día reclamarían como “catalanes” (sin, seguramente, preocuparse de distinguir entre mallorquines, valencianos y catalanes) es curiosa y merece la pena reproducirla aquí. Viene en las páginas 52 y 53 de “Yo solo”, en la primera edición de Serbal-ICI que he manejado yo y fue publicada en 1986.

El documento se titula “Estado general de la escuadra y convoy”. ¿De qué escuadra, con su correspondiente convoy, se trataba?. Pues de la que, saliendo de La Habana el 7 de marzo de 1780, debía llevar tropas españolas de línea al puerto de Pensacola, en Florida, para ayudar a los rebeldes yankees.

En ese documento podemos constatar que al frente de las embarcaciones de menor porte -las llamadas saetías, barcos rápidos, el equivalente, más o menos, a la Caballería ligera (húsares, cazadores…) en tierra- aparecen un buen número de patrones de apellido de neta resonancia catalana.

Así tenemos, por sólo citar los nombres más inequívocamente catalanes, a Jaime Fornell al mando de la Nuestra Señora del Carmen, a Cristóbal Rosell al mando de la San Cayetano, a Jaime Tremoll al mando de la San Francisco de Paula, a Rafael Ferret al mando de la Jesús, María y José, a Josef Antonio Gatell al mando de la Santa Rosalía, a Félix Grau al de El Santo Cristo del Calvario, a José Soler al de La Pura y Limpia Concepción, a José Barrera al mando de la Nuestra Señora de los Remedios y a José Blanch, que capitaneaba la Nuestra Señora de los Desamparados.

En barcos de mayor calado, como el paquebot San Magín, nos encontramos con Josef Robira y en los bergantines Santa Eulalia y San Juan Baptista  vemos  a su mando, respectivamente, a Mariano Fontrodona y Juan Vilaró.

Así, aún dejando de lado el caso de Francisco Pruna, al mando de la saetía El Ángel de la Guarda, que puede parecer más discutible, tenemos satisfactoriamente integrados en la Armada española a doce capitanes que, por su apellido, reclamarían como “de los suyos” los que no quieren esa España fuerte y unida a la que aludía el presidente Obama,…

Bien, pues todos estos supuestos catalanes, en 1780, como ven, no parecían tener ningún memorial de agravios históricos con “España”, ni cuentas pendientes que cobrar a ese respecto desde 1714 y la única independencia que les preocupaba, y a la que ayudan con las armas en la mano, es a la de las entonces Provincias Unidas de Norteamérica. No porque ellos tuvieran ideas al respecto sino porque la corte de Madrid, tras muchos cálculos políticos, había decidido que era mejor fastidiar a su casi eterno rival desde hacia un siglo -Gran Bretaña- ayudando a sus colonos rebeldes de América.

Todos esos oficiales navales de origen presumiblemente catalán que combaten en la Guerra de Independencia estadounidense citados en “Yo solo”, y que ahora hemos recordado, ¿serían “botiflers”, es decir, partidarios de los Borbones, “traidores”, desde el punto de vista de los actuales secesionistas?.

No estaría mal averiguarlo. Seguramente nos llevaríamos más de una sorpresa. Por ejemplo sería interesante investigar la razón por la que el bergantín del capitán Mariano Fontrodona se llamaba Santa Eulalia, como la patrona de Barcelona que aparecía pintada en el estandarte con el que la milicia de esa ciudad lucha contra Felipe V en 1714… Aunque a ese respecto, como se suele decir, sólo podemos soñar. Sobre todo por el escaso interés que se tiene por nuestra Historia de aquella época, con excepciones como la ya mencionada de “Yo solo” y otros trabajos similares pero, en conjunto, bastante escasos.

Eso se vio claramente en esta visita real de Felipe VI que nos ha dado pie para hablar de los catalanes combatientes en el Ejército español -o su Armada- en el siglo XVIII. Fue cuando se informó desde la prensa televisada, por ejemplo, de las actividades de la pareja real. En esa noticia quedaba evaporada toda referencia a Bernardo de Gálvez, jefe de aquella expedición -a quien, una vez más, parece no se le pusieron flores en su estatua, como sí se pusieron a Washington-, o a la participación española en la guerra contra Gran Bretaña decisiva para la independencia estadounidense. Hecho este último bastante difícil de pasar por alto, porque en las imágenes televisadas se podía ver claramente a varios reconstructores con uniforme de época de 1776 entre los que no sólo había soldados yankees, sino varios españoles, como se veía claramente por sus banderas con el aspa de San Andrés o por la escarapela roja en sus sombreros de tres picos…

Sin embargo, por nuestra parte, ahí queda, para toda esta semana al menos, una serie de datos, en los que descubrimos que, en una de esas paradojas que tanto le gustan a la Historia, nos encontramos con una nutrida representación de personas de origen catalán, muy al gusto de los actuales secesionistas, que al servicio del rey de España -al que se supone debían odiar cordialmente por lo ocurrido en 1714- ayudarán a traer la independencia de una nación, Estados Unidos, cuyo presidente actual prefiere que España permanezca unida. Por si acaso.

Algo en qué pensar detenidamente de aquí al domingo que viene, cuando, quizás, los capitanes Gatell, Robira, Fontrodona, Vilaró… y todos los demás que se jugaron la vida -en el año 1780, 1781…-, en el mar, o como tropas de tierra -como los anónimos 40 soldados voluntarios del regimiento Cataluña- se revuelvan en sus tumbas cada vez que un voto en contra de la “España fuerte y unida” sea depositado en las urnas de unas elecciones autonómicas que se han convertido en un plebiscito por la independencia de Cataluña.

Lo que es seguro es que el presidente Obama, lo supiera o no, hablaba esta semana con la Historia de su lado cuando hacia votos porque no prosperase un independentismo catalán que podrá ser justificado por razones políticas actuales, pero no por supuestos agravios históricos que, como siempre, vistos a la luz de la documentación de época se vienen abajo. A veces de manera bastante estrepitosa…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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