Finalizado el Campeonato del mundo junior de Barcelona es momento de realizar análisis, balances, reflexiones. El atletismo español ha conseguido una medalla, el oro de la juvenil Ana Peleteiro, inesperado, y tres finalistas (entre los 8 primeros). Hay disparidad de valoraciones. Hay quienes dicen que el equipo español ha logrado una notable actuación y quienes señalan que es necesario dar soluciones a una promoción que respecto a otros países ofrece fogonazos de calidad pero no un bloque homogéneo.
Las medallas en ocasiones nos nublan. No me gustaría ser resultadista. Entiendo la dificultad de un Mundial. Sin embargo aprecio que otros países están logrando resultados más satisfactorios. No es para rasgarse las vestiduras pero tampoco como para que caigamos en la autocomplacencia. Un oro y tres finalistas es un balance flojo. Sin desmerecer a los atletas de forma individual. Estoy realizando una valoración de conjunto. Incluso soy de los que opinan que es mejor conseguir que tres atletas brillen en categoría senior a que tengamos siempre cinco medallas de atletas juniors y luego éstos desaparezcan.
Dicho lo cual, me parece que es necesario darle al coco y planificar para que la promoción del atletismo español ofrezca mejores resultados. En una comparativa de los últimos seis Mundiales Juniors, desde 2002, España ha logrado cinco medallas. Tres roscos entre 2002 y 2006; los tres bronces de 2008, una plata en 2010 y el oro de Peleteiro en Barcelona. En el ranking por países en la clasificación por finalistas (no por medallas), la selección fue en 2008 la 32ª; en 2010 la 25ª y en Montjuic la 22ª. Quizás sea el momento de exigir algo más.
En el análisis del número de medallas desde 2002 entre España y otros cuatro países, dos de nivel similar –Italia y Polonia– y dos con mayor rango europeo –Gran Bretaña y Francia-, el equipo español no sale bien parado. Solo Italia, país en crisis atlética en la última década, ha sumado siete medallas, por lo tanto a nivel similar a las 5 de España. Polonia ha conseguido 14 podios; Francia 15 y Gran Bretaña tras unos resultados mediocres en 2002 y 2004 (3 medallas, con un cero en 2004), se disparó después al rebufo de su candidatura olímpica. En total los británicos han sumado 26 medallas. Las diferencias son nítidas.
El atletismo español indudablemente sufre en los Mundiales porque su vivero de mediofondo y fondo se bloquea con el potencial africano. Son los concursos quienes salvan la papeleta. De esas 5 medallas desde 2002, cuatro han llegado en saltos y una en marcha. La última que aportó el mediofondo fue la de Antonio Reina, bronce en 800 m. en 2000.
En twitter Martí Perarnau, Lorenzo Mejino, yo mismo… y otros aficionados y técnicos de atletismo, esgrimiamos la opción de fomentar los grupos especializados en concursos (saltos y lanzamientos) como opción alternativa a lo que está viviendo el atletismo mundial (es cierto que los campeones en lanzamientos en Barcelona han sido un neocelandés, un jamaicano, un triniteño y un egipcio-qatarí). Una linea a desarrollar sería la de grupos de tecnificación en alguna modalidad/sector en determinadas localidades. El caso de Castellón es ejemplo, aunque ya sé que las condiciones que allí se ofrecen son excepcionales. Pero el trabajo de un grupo de gente más un club comprometido y la disposición de instituciones, hacen viable un proyecto que puede ser trasladable a otros puntos.
Alguien puso el ejemplo de los países nórdicos con importantes escuelas de atletismo, muy centradas en saltos y lanzamientos. En algunas zonas por cultura y tradición, y en otras porque las características climáticas o el biotipo de esos deportistas, inducen a una determinada especialización.
No quiero ser ácido. No es el momento. Pero es necesario pasar página y no refugiarnos en éxitos del pasado para ver el presente y fijar objetivos y planificar el futuro. Reconozco que en España hoy por hoy deportes como el fútbol, baloncesto y balonmano, con enormes éxitos en categorías inferiores (creo que son campeones de Europa junior en los tres deportes), están recortando la llegada de talentos a un deporte ‘menos agradecido’ para el chaval en cuanto a entrenamientos y salidas profesionales. Es un hecho y el atletismo debe convivir con ello. Sin embargo eso no debe impedir un punto de exigencia a nuestros dirigentes deportivos.