Hoy voy a escribir un post distinto a los habituales. Daré una visión personal de los Estados Unidos basada en mi experiencia estos últimos veranos en Seattle, una ciudad de casi 700.000 habitantes que es la capital del Estado de Washington, en el noroeste del país. Seattle es conocida mundialmente por su “Aguja Espacial” (Space Needle). Yo lo “conocía” por las series “Frasier” o “Anatomía de Grey” (soy mucho más fan de la primera que de la segunda), que, un tanto paradójicamente no se han grabado allí (en California, creo). Bill Gates, uno de los fundadores de Microsoft y el hombre más rico del mundo según Forbes (aunque este verano Jeff Bezos, dueño de Amazon, lo fue también, por unos días), nació en Seattle. El Estado de Washington es mayormente progresista (demócrata), si bien la parte interior, con un mayor peso de la agricultura, es mayoritariamente conservadora (republicana).
He podido observar que Estados Unidos es un gran país que ofrece enormes posibilidades para la carrera profesional de una persona. Yo he tenido la oportunidad de visitar la Universidad de Washington (UW, se conoce como “U-Dub”) en Seattle, que es una de las mejores universidades del mundo. De hecho, la nº 13 del mundo según ARWU (Academic Ranking of World Universities o “Ranking de Shanghai”), la nº 25 del mundo según THE (Times Higher Education), la nº 27 según CWUR (Center for World University Rankings), la nº 61 según QS World University Rankings, etc. Muestra de ello es que este año Paul Allen (co-fundador de Microsoft) y Microsoft han donado 50 millones de dólares a la UW, lo que le permitirá unos ingresos anuales de unos 2 millones de dólares para distintos proyectos relacionados con el campo de la Informática (el edificio pasará a tener su nombre, también). Ello se une al proyecto de construir un nuevo edificio (110 millones de dólares) para duplicar el número de alumnos que se gradúan en Informática (Computer Sciences) cada año, actualmente algo más de 200 alumnos al año, por su alta demanda. Junto a estas oportunidades, el precio de los estudios universitarios es muy elevado. Para un estudiante del Estado de Washington el precio anual del grado universitario, que suele tener 4 años, es de 10.974$. Si el estudiante no es del Estado, la matrícula se eleva a 35.538$ al año. El coste del alojamiento suele rondar los 12.000$ anuales, a los que hay que sumar el seguro médico, el transporte, etc. Hoy día una cuarta parte de los estudiantes de la UW son asiáticos y su número va en aumento.
En la UW, y en Seattle y alrededores, es fácilmente observable el poder “atractor” de talento de varias empresas muy conocidas globalmente: Boeing (al norte y al sur de Seattle), Amazon (en pleno centro, o “downtown”, de Seattle), Microsoft (en Redmond, al este de Seattle), Expedia (en Bellevue, al este de Seattle), … Una buena muestra de ello es que he podido estar con varios antiguos de nuestra Facultad, Deusto Business School. Este proceso de atracción de talento conlleva elevados salarios, lo que empuja al alza la construcción de nuevas viviendas y al encarecimiento de los alquileres, entre otros. Los empleados más recientes en llegar a este tipo de empresas (con sueldos más altos) pueden llegar a desplazar a las personas que viven en barrios y ciudades cercanas a estas empresas y que trabajan en sectores más tradicionales (este fenómeno se conoce como “gentrificación”; ver aquí un ejemplo en New York). Por ejemplo, en Bellevue, que es una ciudad al este de Seattle, de unos 125.000 habitantes aproximadamente, y situada muy cerca de Microsoft, hoy día se hablan más de 80 lenguas y un 40% de su población aproximadamente nació en el extranjero. Ha sido en 2017 cuando más del 50% de la población ya es “no blanca” (en Seattle alrededor del 70% es blanco). Esas atractivas oportunidades suelen estar asociadas habitualmente a mayores desigualdades en la distribución de la renta. En Estados Unidos el índice de desigualdad de Gini ahora es de 0,48 aproximadamente (un índice de 0 indica que todos los individuos tienen la misma renta y un índice de 1 que toda la renta se halla en manos de un solo individuo), mientras que en 1970 era de 0,39. En China el coeficiente de Gini hoy es prácticamente igual al de los Estados Unidos, pero era 0,29 en 1981. En Euskadi el coeficiente de Gini hoy es de 0,25 y en España de 0,35 (ver post). Esa desigualdad es fácilmente observable paseando por ciertas partes del distrito universitario de la UW (U-District), de algunas partes del “downtown” de Seattle o de algunos barrios cercanos al “downtown”.
Hay un tema muy relacionado con la desigualdad, como es el de la Sanidad y la salud. Estados Unidos cuenta con un sistema fundamentalmente privado que supone la cifra astronómica del 17% del PIB en Estados Unidos (el mayor % sobre el PIB del mundo), mientras en la Unión Europea se halla en torno al 10% del PIB. Son bien conocidos los resultados del sistema: muchas personas sin asegurar, que el “Obamacare” trató de mitigar, … El Gráfico 1 muestra el porcentaje de población no asegurado (no cubierto por un seguro médico), que actualmente se halla ligeramente por encima del 8% cuando hace pocos años esa ratio casi se duplicaba.
Figura 1. Porcentaje de población no asegurado, 2008-2016.
Fuente: https://www.census.gov/content/dam/Census/library/publications/2017/demo/p60-260.pdf
No por gastar mucho en Sanidad es buena la salud de los estadounidenses. En 2015, Angus Deaton, Premio Nóbel de Economía de 2015, y Anne Case realizaron un importante hallazgo: estaba aumentando, desde 1990, la tasa de mortalidad en personas estadounidenses blancas no hispanas de mediana edad con estudios secundarios o menos, lo que no ocurre en ningún otro país desarrollado (donde las tasas de mortalidad están disminuyendo). Los denominaron “muertes de desesperación”, atribuibles a las drogas (las drogas “duras”, los opiáceos, el alcohol, …), a los suicidios (ver aquí), los ataques al corazón o el cáncer. Ellos creen que la lenta recuperación económica no puede explicar este fenómeno y sugieren que es debido a la “desventaja acumulada” de una generación a la siguiente (en el mercado de trabajo, en los matrimonios y los resultados de los niños, y en la salud). Incluso la Gobernadora de la Reserva Federal de los Estados Unidos (su banco central) o hasta el mismísimo Trump han alertado de las nefastas consecuencias de esta “epidemia” sobre la actividad económica y, por ende, sobre el país.
Hay muchos otros temas que me han llamado la atención, tales como el patriotismo del país (y la consideración del ejército y sus veteranos), la importancia del coche y todo lo que ello lleva aparejado (la congestión del tráfico, …), la configuración geográfica de las ciudades, la diversidad social, el papel de la familia, la cantidad de gente “mayor” trabajando aún, las barbacoas, … , pero este post se alarga más de lo debido.
En suma, los Estados Unidos son una tierra de grandes oportunidades … y de grandes contrastes … esa es mi impresión.