Cuando aterricé en Euskadi, uno de los primeros chistes que me contaron fue sobre los bilbaínos y su fama de “generosidad” a la hora de pagar. Según las leyendas urbanas, nada les parece caro y, cuando dejan propina, suele ser generosa. Uno de los mejores sketches que retrata a los bilbaínos de esta manera es el siguiente: https://youtu.be/Rcjb9ZvdBck.
Con relación a los bilbaínos, también se dice: “los de Bilbao nacen donde quieren”. Pues bien, desde que terminaron las semifinales de la Europa League, sabemos que unos cuantos bilbaínos nacieron (o por lo menos viven) en Londres y Manchester. Porque, cuando el Tottenham Hotspur y el Manchester United se clasificaron para la final que iba a celebrarse en San Mamés, y a pesar de que el sector hostelero y los dueños de pisos en Airbnb en Bilbao fijaron precios a niveles nunca antes vistos, miles de aficionados ingleses se alojaron en sus establecimientos.
Es sabido que los eventos culturales y deportivos pueden dejar cantidades significativas en las ciudades que los acogen. En este foro de Ekonomiaren Plaza ya nos hemos referido en el pasado a los ingresos que dejó el Tour de France durante su paso por Euskadi en 2023. Lo mismo pasa cuando una ciudad invierte en un templo de música o un museo. En el caso de Bilbao tenemos el Guggenheim, que ha sido objeto de múltiples estudios para conocer el impacto económico que supone para la ciudad, su aeropuerto, etc. a lo largo de los años. En todos estos cálculos, un elemento clave es el gasto generado por visitantes no-vascos, y claro: en el caso del público que vino a la final de la Europa League puede haber dudas existenciales sobre su verdadera nacionalidad o pedigrí. Porque solo un Bilbaíno estaría dispuesto a asumir los precios de hotel y alquiler que se registraron en torno al 21 de mayo.
Después de 25 años de existencia, ya nadie discute el famoso “efecto Guggenheim”. Ahora bien, cuando se haga eventualmente un estudio sobre el impacto económico de la final de la Europa League, habrá que tener cuidado a la hora de atribuir beneficios e ingresos a visitantes extranjeros, si resulta que, en el fondo, eran botxeros.
Sea como fuere, quizá en el futuro no se hable del “efecto Europa League”, sino —en analogía con las prácticas recientes de Donald Trump— del “Tarifazo”.
Bart Kamp