En esta rubrica ya hemos referido anteriormente al concepto “VUCA”. Pues bien, la reelección de Donald Trump refuerza un escenario global dominado por la volatilidad y la incertidumbre, mientras que choca con la complejidad y la ambigüedad de dicho escenario (VUCA, por sus siglas en inglés). Su retórica y acción política están generando un entorno donde las reglas pueden cambiar abruptamente, los aliados pueden convertirse en adversarios y la previsibilidad se diluye en la incertidumbre. Sin ir más lejos, la última reunión con Zelenski evidenció que Trump no considera necesario respetar convenciones o protocolos establecidos. Decidir negociar a micrófono y cámara abierta, ante los medios de comunicación de su país, con el mandatario ucraniano sobre asuntos de gran sensibilidad y relevancia global—cuando históricamente estas conversaciones se han llevado a cabo con discreción y a puerta cerrada—dio un chute de volatilidad e incertidumbre a la gestión de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, escenificó la manera en que Trump cree que debe bajar la complejidad y ambigüedad de asuntos de alto voltaje.
Un enfoque transaccional en las relaciones internacionales
Desde el inicio de su actual mandato, Trump ha intensificado la dinámica de incertidumbre en la economía y la política global. Parece que siembra un estado de caos a propósito porque ve posibilidades de sacar ventaja de la confusión que esto genera. Su inclinación por la acción unilateral y el uso de la política exterior como herramienta de negociación comercial parece otra marca de su casa, y un manera más para desafiar las normas establecidas. Desde luego, su enfoque en política exterior es eminentemente transaccional, basado en una lógica de intercambio inmediato, donde el beneficio económico o político tangible prima sobre la estabilidad a largo plazo o las normas establecidas. Esto se refleja en cómo negocia o sale de tratados, alianzas y conflictos:
La paradoja entre “America First” y su hiperactividad global
Uno de los aspectos que pueden generar confusión a primera vista es la aparente contradicción entre el lema America First de la administración Trump y su marcada hiperactividad en asuntos internacionales. Mientras que su discurso inicial sugería un enfoque aislacionista y centrado en lo doméstico, en la práctica actúa como un actor sumamente activo en la escena global, ya sea a través de sanciones, renegociaciones de tratados o confrontaciones diplomáticas.
Un claro ejemplo de esta dinámica se dio en su reciente encuentro con Zelenski. Mientras que gran parte del mundo considera la implicación de EE. UU. en la causa ucraniana como un asunto de interés global, Trump abordó la reunión desde una óptica puramente interna. Al situar a Zelenski frente a periodistas nacionales, su objetivo parecía ser demostrar al electorado estadounidense que, bajo su liderazgo, no se malgastarán los fondos de los contribuyentes y que un “deudor” como Zelenski debe rendir cuentas ante el taxpayer americano. En otras palabras, una puesta en escena de la res publica en estado puro, pero con la estética del salvaje oeste: un new sheriff in town (dixit J.D. Vance) que dicta sentencia en la plaza del pueblo, presentando al acusado ante todos los interesados.
Resolver problemas VUCA vía propuestas sencillas
En un entorno VUCA, es comprensible que un creciente número de personas sientan una predilección por seguir a líderes resolutivos que presenten cuestiones complejas de manera simplificada. Estos líderes responden a la aversión del ser humano a la inseguridad, abordando problemas de múltiples capas con enfoques tajantes. Como resultado, pueden emerger figuras como Trump. Aunque las soluciones simplistas a problemas compuestos suelen ser una falsa salida, parece que esto fue precisamente lo que Trump intentó hacer el pasado viernes (véase su afirmación: “You are playing cards”, a lo que Zelenski respondió que esa era una representación excesivamente simplificada de la situación).
El problema de los líderes que optan por respuestas simplificadas a desafíos propios de un entorno VUCA es que, por un lado, pueden intensificar la volatilidad y la incertidumbre y, por otro, ignoran la complejidad y la ambigüedad inherentes a estos problemas.
En este sentido, y en referencia al encuentro del pasado viernes, se puede argumentar que el liderazgo de Trump, su estilo confrontacional y la solución que propuso representan un claro ejemplo de una low-context culture (Edward Hall, The Silent Language / Beyond Culture, 1959 / 1989), mientras que la problemática de Ucrania, especialmente dentro de un entorno VUCA, es un fenómeno high-context.
Bart Kamp