Jon Mikel Zabala Iturriagagoitia
En mi último post escribí acerca de cómo Finlandia seguía manteniendo su posición de liderazgo (por octava edición consecutiva) en el Informe Mundial de la Felicidad. En el post de hoy me quiero detener en la longevidad. ¿Por qué algunas personas no solo viven más, sino que además llegan a la vejez llenas de vitalidad?
A finales de la década de los 1990s, un estudio realizado con gemelos daneses estableció que solo alrededor del 20 % de la esperanza de vida media de una persona viene determinada por sus genes, mientras que el 80 % restante depende de su estilo de vida. Como consecuencia de este estudio, el escritor y explorador Dan Buettner, junto a un equipo de National Geographic y científicos de distintas disciplinas, se propusieron investigar las claves de la longevidad. Tras analizar datos demográficos, epidemiológicos y de salud de todo el mundo, identificaron cinco zonas geográficamente definidas en las que sus habitantes alcanzan los 100 años de edad con una tasa diez veces superior a la media de edad en los Estados Unidos: Loma Linda (California, EEUU), Nicoya (Costa Rica), Cerdeña (Italia), Ikaria (Grecia), y Okinawa (Japón). Los llamaron las “zonas azules”.
Una vez identificadas, el equipo de investigación se dirigió a cada una de estas zonas con el propósito de identificar las características del estilo de vida que podrían explicar su longevidad. Como consecuencia de dicha investigación, descubrieron que los estilos de vida de los residentes en estas zonas azules compartían nueve características específicas:
Naturalmente, estas condiciones no son extrapolables a todos los entornos. Sin embargo, los científicos que participaron en el desarrollo de la investigación observaron que la mayoría de las personas pasamos el 90% de nuestra vida en un radio de 8 kilómetros alrededor de nuestra casa. Por ello, los investigadores que forman parte del equipo de Buettner consideraron que para mejorar la calidad de vida resultaba fundamental actuar en dicho ‘radio vital’. Para ello, propusieron un conjunto de medidas que se observan de manera reiterada en las zonas azules mencionadas con anterioridad, y que sí serían susceptibles de ser implementadas en cualquier territorio: (i) hacer que los hogares, espacios de socialización y puntos de trabajo tengan frutas visibles y sin tentaciones poco saludables, (ii) construir vías seguras y accesibles para caminar y desplazarse en bicicleta, (iii) disponer de mesas de trabajo que permitan trabajar de pie, (iv) generar incentivos para que los restaurantes y cantinas ofrezcan más platos vegetales y menús saludables y menos opciones ultra procesadas, y (v) no permitir que haya máquinas de snacks en escuelas y espacios públicos.
Para analizar si estas propuestas podrían inducir una mejora en el bienestar y en la longevidad, el equipo de investigación de Buettner trató de aplicar estas medidas en una ciudad estadounidense (Albert Lea, una localidad de 9000 habitantes en Minnesota). Albert Lea quería ampliar la longitud y anchura de la calle principal de la ciudad, y aumentar el límite de velocidad al que podrían circular los vehículos en ella. En lugar de adoptar esta medida, el equipo de investigación convenció al equipo de gobierno para que reasignaran la financiación que hubieran invertido en la ampliación de la calle principal a cuatro proyectos alternativos: (i) construir un sendero alrededor del lago, (ii) conectar las aceras de toda la localidad, de modo que la gente pudiera ir andando o en bicicleta desde sus casas a cualquier sitio al que necesitaran desplazarse, (iii) exigir a los restaurantes a que ofrecieran tres platos principales a base de plantas, y (iv) lograr compromisos con las tiendas de comestibles para ayudar a cambiar los hábitos alimenticios de los habitantes de la ciudad. De este modo, cuando se pedía un sándwich/hamburguesa/plato combinado, los clientes recibían automáticamente fruta en lugar de patatas fritas. Igualmente, las tiendas de comestibles crearon ‘cajas saludables’, de tal forma que, en lugar de barritas de chocolate y golosinas, lo primero que vieran los clientes al pasar por caja fuera fruta, agua y aperitivos saludables. En 18 meses, la esperanza de vida de la localidad aumentó 3,2 años, se perdieron más de 7.000 kilos de peso en el conjunto de la ciudadanía, y los costes sanitarios bajaron un 40%.
Quizá no podamos trasladarnos a una isla griega o a un pueblo en Costa Rica, pero si queremos vivir más y mejor, sí podemos transformar nuestro propio entorno, nuestros hábitos y nuestras prioridades, viviendo de manera consciente, sencilla y conectada con los demás. Y tú, ¿qué pequeño cambio podrías empezar a hacer hoy?
PD: Cuando les compartí la primera versión de este post a mis compañeros de blog, Bart me preguntó si en Ourense no hay también una zona con una media de edad tan avanzada que podría clasificarse como zona azul. No lo había leído con anterioridad, pero tras la pregunta de Bart comencé a indagar… y efectivamente!!! Si algun@ de nuestr@s lector@s quiere conocer más acerca del caso de Orense, podéis encontrar aquí un post sobre por qué Orense podría ser el sexto lugar del mundo con la distinción de zona azul debido a su alto número de centenarios.