Alberto Moyano

El Parlamento Vasco vivió ayer una de esas jornadas que parecen
programadas por nuestros dirigentes políticos con el objetivo de
demostrar no ya su eficacia, sino los abismos en los que sumiría la
sociedad sin su concurso. El caso es que setenta y cinco jóvenes de
doce centros educativos del País Vasco tomaron la Cámara Vasca con el
objetivo de debatir sobre las drogas, así, en general.
Y a juzgar por las crónicas periodísticas, los resultados fueron
desalentadores. «Es imprescindible saber decir no», dicen que dijeron
los jóvenes. En concreto: «Es imprescindible saber decir no. Unos dirán
no, con rotundidad y a otros les costará más», argumentó con enorme
candidez una de las participantes.
Si las sustancias estupefacientes no estuvieran acompañando al bicho
humano desde los albores de su historia, aquí podría repetirse aquello
de «las drogas están aquí para quedarse». Esgrimir a estas alturas el
no, gracias como arma en la lucha contra la droga es como creer que en
Irak no te van disparar si llevas gafas.
En todo caso, hay que aplaudir esta iniciativa, más allá de lo que
suponga en materia de concienciación democrática. Y es que si el tema
es la droga, pocos lugares más idóneos que el Parlamento. De hecho, aún
se recuerda que, sometidos por un programa televisivo cincuenta
diputados italianos a una prueba de antinarcótico, el resultado fue que
el 32% consumían droga. Otro reportaje realizado a pie de váter en los
servicios del Reichtag alemán arrojó resultados similares. Y, con
franqueza, carecemos de indicios que nos lleven a pensar que en Vitoria
o Madrid las conclusiones fueran a ser radicalmente distintas. Bueno, o
sí, que nunca se sabe y en política hay gente muy rara.