Alberto Moyano
Los que aseguran que Elvis vive no están tan molestos con su muerte
como con las circunstancias que la rodearon: apastilleado, balbuceante,
con la papada temblorosa y en permanente estado de hiperventilación.
Muchos de los que dicen que Elvis está vivo son probablemente los
mismos que hace treinta años aseguraban que el cantante había muerto
durante el servicio militar y que el que volvió de Alemania era un
doble. Y en esta línea hubo quien dio otra vuelta de tuerca: no era un
doble, sino el hermano gemelo que tuvo Elvis y que, al menos en teoría,
murió durante el parto.
Los que le proclaman ‘Rey del Rock’ deben olvidar sus incursiones en el
villancico, la ranchera y su bronceada cinematografía para homenajearle
disfrazándose de su versión más degradada: un astronauta con capa y
lentejuela en Las Vegas. Y para olvidar que murió sólo acuden por
decenas de miles a Graceland.
Elvis hizo con el rock&roll lo que luego harían Police con el
reggae o Eminem con el hip hop: blanquearlo. Una vez desprovisto de
carga de resentimiento se convirtió en un producto listo para su
consumo masivo por parte de las clases medias estadounidenses.
Repasemos en este punto las letras de algunos de sus éxitos, auténticos
monumentos a la insulsez.
Dicho todo lo cual, hay que reconocer su mérito: nadie trabajó tanto y
tan intensamente trabajó en la demolición de su propia leyenda. Y, sin
embargo, por lo visto sigue vivo.