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Alberto Moyano

El jukebox

Frágil

Ha muerto el neuropsiquíatra infantil y cantautor En la primera de las facetas, hablaban maravillas sobre su trato tanto los padres como los niños que trató. En la segunda, fue uno de los selectos artistas que consiguió la máxima aspiración de cualquier creador popular, esto es, capturar el alma colectiva del pueblo, si es que tal cosa existe.

En el caso del País Vasco, se trata de un  alma trágica, perpertuamente atada a un sentimiento de pérdida que nadie consigue identificar del todo. Laboa, autor de una obra, a veces incluso hermética, pescó uno a uno a sus admiradores a lo largo de más de cuarenta años. Fue un ser extraño que, a pesar de ello o quizás precisamente con eso, conectó con eso que llamamos el sentir vasco.

La última vez que subió a un escenario fue al del famoso Concierto por la Paz celebrado en La Zurriola en verano de 2006. El hecho de que la que un día fuera novia de Bob Dylan Joan Baez hubiera interpretado su ‘Txoria txori’, le hizo albergar esperanzas de mantener algún tipo de contacto con el músico estadounidense, esperanzas que se evaporaron en cuanto se comprobó que éste no tenía intención de permitir que nadie traspasara su círculo para romper su autismo.

Aquella actuación debe intepretarse como un acto de generosidad por parte de Laboa, cuya extrema timidez le impedía considerar que 80.000 personas de público fueran una compañía ideal. Los fantasmas de la ‘espantada’ de última hora sobrevolaron los días previos al concierto. Finalmente, el día llegó. Laboa se acercó al Kursaal, paseó su intranquilidad, miró la mar, al llegar la hora, se subió al escenario, cantó y al acabar, se fue. Atenazado por el vértigo, la suya no fue una actuación especialmente memorable. Eso sí: la única pizca de emoción que emanó del escenario en aquella larga velada corrió a su cuenta.

A la hora de su muerte, sólo queda constatar que fuera del País Vasco, Mikel Laboa no existía. No se trata de buscar explicaciones, ni mucho menos responsables. Simplemente, se constata aquí un hecho que produce un cierto un estupor. En pocos países, quizás en ninguno, desaparece un patriarca de tamaña estatura para una de sus comunidades en medio de una indiferencia tan descomunal. De hecho, resulta difícil imaginar tal grado de incomunicación en los casos catalán, gallego, asturiano o canario.

Se va un artista frágil. Goian bego.


diciembre 2008
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