Pirámide viene de pirado. Por eso, su naturaleza loca se ajusta perfectamente a la lógica económica. En el caso Madoff, se demuestra además que este sistema a todos nos iguala en la estafa: a los pobres, mediante los sellos; a los ricos, con los bonos. Si los antiguos egipcios recurrieron a los esclavos para construir sus pirámides, las actuales se levantan con el sudor after shave de los galeotes de alto standing.
Lo más curioso de estos asuntos piramidales es su capacidad para funcionar a la perfección durante años -catorce en este caso- sin despertar las sospechas de los inspectores y mucho menos de los beneficiarios, que se han embolsado unas rentabilidades cuanto menos alarmantes.
Y es que la pirámide sólo es delictiva su último día de funcionamiento. Los anteriores trabaja en la impunidad. Por eso, ningún inversor primero forrado y luego estafado por Madoff & Family se verá obligado a rendir cuentas. Por cierto, la banca española, emblema de transparencia, contención y prudencia hace apenas veinte días, también se ha visto afectada.
En este punto, es obligatorio saludar a nuestro sistema de pensiones -pirámide de pirámides- que paga las jubilaciones con nuestras contribuciones y pagará nuestra vejez con unas contribuciones cuya existencia nadie garantiza a día de hoy.
Una lectura positiva de esta sucesión de estafas pasa por reconocer que con su salida a la luz se está estimulando el consumo porque si el petróleo baja, la bolsa anda inestable, los inversores son maleantes y los ahorros amenazan con volatilizarse, la única salida sensata es el gasto compulsivo.