“La verdad es que estoy un poco preocupado. Hoy hay junta de accionistas en el Velódromo. ¿No nos resfriaremos? Espero que no, pero la verdad es que hay una corriente de aire que da miedo. El Velódromo está bien para andar en bici, pero para estar sentado, ahí, toda la tarde, como que te quedas destemplado.
Y lo peor es que todo es para nada. La gente me adora. Normal. Tendré que escuchar a los accionistas. No importa, A ver qué quieren esta vez. No sé que hablan de una remoción o no sé qué. Me da igual. Si se presenta, mi asistenta tiene órdenes precisas de personarse en el Velódromo con un importante paquete accionarial que esta noche le he preparado para presentar una moción contra la remoción. Podemos estar así todo el día.
Al principio, la muy zángana no quería prestarse a mis planes. Le he tenido que convencer diciéndole que saldría en TeleDonosti y que así su familia podría saludar a su familia en Quito. Al final, ha accedido. Ya le dicho: “Qué poco remango tienes, mujer. Como no espabiléis, en dos años los chinos os han sacado del sector de labores hogareñas”.
En fin, espero que la cosa no se alargue demasiado porque esta noche tengo vuelo a China. Nos han concedido a Laitjaus un puesto de txistorra en el aeropuerto de Shangai. Justo entre el liceo Den Xiaping y la ikastola Mao. Qué juventud. Supermajos.
Ya dije que habría ingresos extradordinarios. Las estimaciones más conservadoras hablan de cinco millones de bocadillos y tres millones de talos. A Feng todavía le salen un poco mazacotes, pero ya le irá pillando el puntillo. Lo que me preocupa es la sartén. A ver si aguanta. Es que sólo tenemos una”.