Si la evolución de las especies alumbrara en el futuro al hombre sin atributos, seguro que el ejemplar se parecería bastante al diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano. Algún día, coincidirá con la nueva presidenta del Parlamento Vasco. Se van a encantar mutuamente.

Ayer regresó al plató de ‘Keridos Monstruos’, tras un primer pase en tiempos en los que aún no ocupaba su actual cargo, para enfrentarse a las preguntas del trío de periodistas que la pasada semana entrevistó al alcalde donostiarra, Odón Elorza.

Olano, que se apuntó el mérito de haber sustituido el liderazgo con partido por el liderazgo compartido, defendió el puerto exterior de Pasaia, el mantenimiento de los peajes y la política foral en materia de menores tutelados. En este punto, puso cifras al problema: sólo un 10% de estos jóvenes se dedica a coleccionar causas judiciales, mientras que el resto circula por los cables del sistema con normalidad.

Llamado a ser uno de los jeltzalemen que, en palabras del Ibarretxe, continuará liderando el país “desde donde sea”, Olano explicitó, sin embargo, su vocación de alcanzar un entendimiento con el nuevo Gobierno Vasco.

E interrogado sobre el conflicto desatado hace unos meses con el equipo que dirige el Zinemaldia a cuenta de los 90.000 euros recortados por el departamento foral de Cultura, insinuó la existencia de causas ocultas que explicarían “tal revuelo”. Puede ser, pero lo cierto es que, una vez garantizada la integridad de la aportación foral, desapareció el problema.

Antes, en la primera parte del programa, el diputado general había desnudado su “corazón tan blanco”, hablando de todo un poco: Beasain y la fórmula secreta de sus morcillas, el intenso trabajo institucional, su pasado futbolístico y sus lecturas nocturnas en torno a la obra Kafka, pese al evidente peligro de despertar al día siguiente convertido en insecto.