Llegará al Kursaal el próximo mes de junio el musical ‘Hoy no me puedo levantar’, basado en las piezas de Mecano, aquel grupo que conducía directamente de los chalés madrileños a los suburbios de Calcuta.
Lo hace tras reventar noche a noche y durante cuatro años el teatro madrileño que acogió su estreno, algo que probablemente queda fuera del alcance incluso del grupo original en su mejor momento. Por cierto, si en su estancia donostiarra consigue llenar las siete funciones habrá atraído más público que cualquiera de las tres actuaciones que ofreció Mecano en esta ciudad.
La organización asegura que, a la vista de que durante los fines de semana, el 50% del público era de fuera de la capital, el espectáculo había contraído “la obligación emocional de devolver la visita”. Y añade sin asomo de preocupación: “Muchas personas han visto el musical más de diez veces”.
Por lo demás, la historia del libreto le hubiera costado el cuello a Sherezade si se la hubiera contado al sultán: Mario y Colate viven en un pueblo pero sueñan con ir a Madrid para triunfar con la música. Y lo consiguen. Uno conoce el amor y el otro, las drogas, y sin embargo, triunfan con desmesura.
La historia da pie a revisar temas que, en principio, no parecían especialmente inmortales, tipo ‘No es serio este cementerio’, ‘Hawai-Bombay’ o incluso ‘El uno, el dos, el tres’.
Parafraseando lo que dijo Norman Mailer sobre las películas de Andy Warhol, algún día, dentro de muchos años, alguien verá el DVD del musical de Mecano y comprenderá por qué la gente se bajaba politonos de un tal Baute, veía entrevistas a la madre de Güiza, enviaba ‘Pastón’ al 5455 o se apostaba frente a los juzgados para gritar “¡asesino!”.
Hay algo intrínsecamente degradante en el género del musical. España, por cierto, ya está tercer país con mayor número de seguidores. Paciencia. Ayer mismo se anunciaba un nuevo producto, esta vez, sobre el Che Guevara. “No nos parece bien que se banalice su figura”, han dicho los promotores.