La estrella de la Cumbre de las Américas celebrada este fin de semana en Trinidad-Tobago debía ser, obviamente, Obama. Por eso, ante el riesgo de pasar desapercibido, el presidente venezolano, Hugo Chávez, aprovechó el encuentro para regalarle en público un ejemplar de ‘Las venas abiertas de América Latina’, el clásico de Eduardo Galeano sobre el vampirismo colonial padecido por el subcontinente durante los últimos siglos.

Chávez, cuyo ego funciona a estas alturas como un electrodoméstico de comportamiento autónomo y perfectamente cromado, es de esas personas capaces, no sólo de estampar dedicatorias no solicitadas, sino incluso de hacerlo sobre un libro ajeno, circunstancia esta última que, por otra parte, debió aliviar al propio Obama, quien llegó a temer que se tratara de una antología de los discursos del propio líder bolivariano.

Hay que agradecer a Chávez que no tuviera ese gesto con el predecesor de Obama en el cargo, un hombre con reflejos suficientes como para esquivar un zapatazo, pero al que un libro podría haber causado lesiones internas de alcance, hasta el punto de entrar dentro de los supuestos delictivos en la categoría de intento de magnicidio.

El arte de la diplomacia tiene sus propias reglas, pero si en su próxima cita, Obama devolviera el gesto a Chávez obsequiándole con un ejemplar del ‘Manual del perfecto idiota latinoamericano’, cuyo capítulo ‘Los diez libros que conmovieron al idiota’ glosa la obra de Galeano, el detalle quizás sería interpretado como un gesto de hostilidad.

En todo caso, a la espera de que el gran Barak publique algún comentario en torno a tan interesante lectura, el título se ha encaramado en un par de días a lo alto de la lista de los más vendidos en Estados Unidos. Y eso que se publicó hace tan sólo cuatro décadas.