Tabakalera acogerá mañana al atardecer un acto abierto al público en el que se darán a conocer los principales ejes en torno a los cuales girará finalmente la candidatura donostiarra a Capitalidad Cultural Europea 2016.

La presentación servirá para comprobar la virtualidad de procesos de participación popular como el abierto en torno a la candidatura.

Dicho de otra forma: mañana se podrá vislumbrar si las aportaciones de los ciudadanos llamados a consultas juegan un papel fundamental en las bases del programa, son meros elementos decorativos cual bolas navideñas en el abeto de plasticorro o, simplemente, han servido más o menos de coartada para implantar desde arriba y en vertical un modelo elaborado entre despachos.

Vaya por delante que la participación ciudadana en proyectos tan difusos es una caja de pandora con tendencia a perderse en los terrenos de la anécdota y el exabrupto. La molestia es relativa ya que en ambos casos se desactivan solos. Más difíciles de neutralizar son algunas propuestas sensatas, más o menos concretas, pero profundamente incómodas y hasta puede que inabordables a día de hoy.

Así, en el caso de que uno de los llamados ejes tractores fuera -por ejemplo- el tema de los Derechos Humanos, resultaría evidente que San Sebastián cuenta con una larga y singular experiencia en la materia, fuera del alcance de las otras candidatas españolas y, hasta se podría decir, de casi todas las ciudades europeas.

Y si bien es cierto que el asunto en cuestión, que se podría resumir en la expresión ‘cómo convivir con el miedo’, resulta impresentable en sociedad, también lo es que resulta insoslayable.  Y no digamos nada si para entonces se tratara de una cosa del pasado.

Sea como fuere, conviene actuar desde la certeza de que es un tema que terminará por irrumpir en la mesa. Si no lo hace en 2016, lo hará más tarde, sea como memoria histórica, sea en cualquier otro formato, incluidos los más frívolos.

En cualquiera de los casos, asistir a la presentación de Tabakalera puede ser una magnífica ocasión de expresar, en público y ante los responsables del invento, cualquier opinión al respecto. De hecho, puede que la candidatura sea fruto de la participación popular. Su posible impugnación también lo será.