Hay que cultivar con mimo las buenas costumbres y el posteo del fragmento de una novela en el Día del Libro se ha convertido aquí en una de ellas. Hoy toca ‘Sale el espectro’ (Ed. Mondadori), penúltima obra de Philip Roth.

En este título, último que el autor dedica a su alter ego Nathan Zuckerman, éste, septuagenario, regresa a Nueva York tras once años de soledad, entregado a la escritura, para someterse a una operación quirúrgica que corregirá la incontinencia urinaria que le dejó de recuerdo un cáncer de próstata.

Aquí van un par de párrafos. A día de hoy, nadie da más:

“A la mañana siguiente me sometí a la intervención, que duró quince minutos. ¡Tan sencilla! ¡Una maravilla! ¡Magia médica! Volví a verme nadando en la piscina de la universidad, sin llevar más que un traje de baño corriente y sin dejar un reguero de orina detrás de mí. Me vi andando alegremente por ahí sin tener que acarrear una provisión de almohadillas de algodón absorbentes que, desde hacía nueve años, llevaba de día y de noche anidadas en la entrepierna de mis calzoncillos de plástico. Una indolora intervención de quince minutos y la vida volvía a parecer ilimitada. Ya no era un hombre impotente ante algo tan elemental como orinar en un recipiente. Controlar la propia vejiga… ¿quién entre los enteros y sanos considera jamás la libertad que eso concede, o la angustiosa vulnerabilidad que su pérdida puede imponer incluso a la persona más segura de sí misma? Yo, que nunca había pensado en esos términos, que desde los doce años me empeñé en ser peculiar y me encantaban todos aquellos rasgos míos que se salieran de lo corriente… ahora podría ser como todo el mundo.

Como si la sombra de la humillación que siempre se cierne sobre nosotros no fuese, en realidad, lo que nos vincula a todos los demás”.