Tras la contagiosa crisis financiera gestada en Wall Street, llega otra nueva pandemia, ésta también de origen porcino. Fiebre alta, problemas respiratorios y dolores musculares certificarán que está usted como quiere.

Hay dos datos, sin embargo, que invitan al optimismo: por un lado, hay un par de medicamentos que se están demostrando efectivos. Por otro, el Gobierno de ZP se ha abstenido en esta ocasión de proclamar que “somos el país mejor preparado para afrontar la plaga”, que “la gripe remitirá en el segundo trimestre del año” o que “nuestros sistema sanitario goza de excelente salud gracias a que en época de bonanza hizo los deberes”.

En lo que se refiere a la comunidad científica, ya se han disparado las especulaciones en torno a si ésta es efectivamente la plaga que reordenará el mapa demográfico mundial, resolviendo de paso cualquier controversia sobre las pensiones, o si, por el contrario, estamos ante un nuevo amago similar al provocado por aquella gripe aviar que habría de arrasar la Tierra y que, finalmente, sirvió para mejorar las cuentas de resultados de algún laboratorio farmaceútico.

El Vaticano ha aprovechado para reiterar su apuesta por mantenernos fieles a nuestro legítimo cerdo, evitando la promiscuidad porcina, como única
fórmula de frenar la expansión de la fiebre, mientras que Sanidad ha
recordado la recomendación de usar en todo momento el preservativo en
nuestras relaciones sexuales con los cutos.