Un año después de que La Oreja de Van Gogh hiciera con la Marcha de San Sebastián lo mismo que Ainhoa Arteta haría luego con Nirvana -esto es, eviscerar la canción-, nuevas sombras negras se ciernen sobre la gran fiesta donostiarra.

En esta ocasión, han sido los enemigos seculares del pueblo vasco -la Monarquìa, a través de su Copa y la capital madrileña, a través de su pie armado, el Real Madrid- quienes se han conjurado para dar al traste con la celebración donostiarra por excelencia.

Al parecer, el equipo blanco juega una eliminatoria contra el Atlético de Madrid y Mourinho -el hombre que quiso compaginar el cargo de entrenador del Madrid con el de seleccionador de Portugal- no puede permitir que Xabi Alonso esté recogiendo el Tambor de Oro cuando su obligación profesional le exige estar en el hotel jugando a la play station.

Y todo por jugar una competición absolutamente anodina que, en rigor y por empeño, merecería ganar cada año el Athletic de Bilbao y cuyo único interés para el equipo de Rubalcaba radica en evitar por todos los medios que también se lo lleve el Barça.

Además, la concentración está sobrevalorada. Ahí queda el inmortal ejemplo de los jugadores de la selección danesa que, ante la imposibiildad de Yugoslavia de disputar la Eurocopa 1992 debido a las guerras balcánicas, interrumpieron sus vacaciones y sus cervezas para ganar ir a Suecia y, sin mayores aspavientos, ganar el torneo.

Dicho lo cual, hay que admitir que a día de hoy es mucho más factible cambiar el santoral, construido
sobre un conjunto de supersticiones más o menos flexibles, que
modificar el calendario futbolístico. sujeto a los intocables derechos
televisivos.

Ante la cerrazón madrileña, ha llegado el momento de pasar de palabras a los hechos y empezar a dar pasos en firmes. Por de pronto, el Ayuntamiento donostiarra debería impulsar una campaña para que joxemaritarras y koxkeros inunden sus balcones con banderas de ‘euskal madrileñoak Euskal Herrira’ y llegado el caso, enviar a la corporación en pleno la noche del día 19 al al tablado de la Plaza de la Constitución portando un cartel con el rostro del jugador tolosarra.

El día 20, Xabi Alonso tiene una cita con la historia donostiarra y otra, con la rutina madrileña. Haciendo honor a los méritos profesionales que le han hecho acreedor al Tambor, escogerá la segunda. En su lugar, podría recoger el galardón su hermano Mikel, que al fin y al cabo, también ha llevado el nombre de Donostia por medio mundo, bien es cierto que no con tanto éxito, pero ¿acaso importa?